Miriam Dabrio Soldán. Una mirada o visión personal sobre algo puede ser compartida si existe consciencia de dar para nunca cobijarse bajo la sombra del árbol que se planta en ese instante, puesto que serán otros los que lo hagan. En el momento de prestar los prismáticos al de al lado, -esos prismáticos tan particulares, tan tuyos que aportan tiempo, experiencias y distorsión de una realidad vista e interpretada a través de ellos -, has de olvidarte de la sombra del árbol que no disfrutarás tú, sino otros.
Recorrer una ciudad o pueblo también significa pensarla durante toda nuestra vida, analizarla incluso durante décadas. La ciudad es soporte de miradas de actualidad que se mezclan con las que están impregnadas de historia, y que cada uno lleva en sus recuerdos. Estos recorridos, además de tener dentro de sí los sucesos actuales acumulan las realidades que un día fueron, ya lo decía Jordi Querol, arquitecto urbanista y escritor. En cada pensamiento personal las secuencias desaparecidas se mezclan con las reales; son recuerdos que otorgan una amplia dimensión, fotogramas que enriquecen la perspectiva y se mezclan con las imágenes del presente y proyectos de futuro. Capas que se superponen y que enriquecen los lugares más allá de la toma del momento. También dijo Marco Aurelio eso de que todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho y todo lo que vemos una perspectiva, no una realidad.
José María Pérez de Ayala fue fotógrafo, y una mezcla de biólogo, antropólogo, arqueólogo, todo en uno, en Doñana. Era nuestro Félix Rodríguez de La Fuente. Su visión cercana, personal, serena del paraje protegido conllevaba hacerlo cercano también a quienes más poder tenían, como presidentes del gobierno, líderes europeos, diplomáticos, y un largo etcétera de anónimos que compartieron amaneceres, caminatas y veladas con quien sabía hacer lo que hacía como nadie: carente de ruido esa perspectiva se compartía sin reivindicaciones e imposiciones hacia los que llevarían consigo a partir de entonces el valor de lo vivido, influyendo así en decisiones posteriores para bien del entorno natural. Igual ocurre con las ciudades y los territorios. Quienes trabajan sobre su estudio y planificación y no disfrutarán del resultado a largo plazo aportan en garantía diagnosis y propuestas.El buen urbanismo y su justa arquitectura concretan el lugar, donde las cosas ocurren, y son cómplices de los valores que aportan a la sociedad nuestras ciudades y viceversa.
Es de elogiar que un periódico se preocupe por construir miradas fuera de estridencias y de conflictos superfluos, porque las buenas noticias forman parte de los valores que se inculcan en ellas. Hay que agradecer las oportunidades brindadas a profesionales para que presten sus prismáticos, y así compartan la particular visión del mundo que conciben, que se expande para generar otras miradas, incluso críticas, incluso contrarias. Reto y oportunidad aceptadas, Ramón Fernández Beviá, con enorme gratitud. Hablemos de arquitectura, paisaje, tierra, cultura, historia y ciudad.
Compartiendo miradas, Miriam Dabrio.