J.A. de Mora. Una noche muy especial dejó la confluencia entre el genial cantante Manolo García y el público de Huelva que ilusionado llenaba todos los espacios del Foro Iberoamericano.
Como él mismo insistió en varias ocasiones, el resultado de una velada memorable no solo se debía a su impecable actuación sino a la mágica complicidad con tantos onubenses -y también foráneos- que alcanzaron con creces sus mejores expectativas para esa esperada cita en nuestra provincia.
Manolo García sorprendió porque llegaba con un buen resfriado -pañuelo en el bolsillo trasero-. Pero en ningún momento, más allá de la prudencia que le hizo evitar el contacto físico directo tan común en sus conciertos, pareció mermar sus facultades interpretativas. Su voz como siempre, al igual que su dinamismo en el escenario.
De esta gira que empezó con retraso en junio, el de Huelva es su sexto concierto y el primero con localidades agotadas. Algo que ha sucedido ya para los previstos en septiembre y octubre de Valencia, Mérida y Sevilla.
Abriendo con fuerza por medio del clásico ‘insurrección‘, el cantante catalán fue intercalando en la noche rabideña temas de sus dos últimos discos, ‘mi vida en marte‘ y ‘desatinos desplomados‘, con composiciones consagradas de su fructífera y aclamada trayectoria de más de cuarenta años de éxitos.
La sucesión de temas fue creciendo el ambiente -ya de partida extraordinario-. La interacción del intérprete con su gente hizo que el tiempo pasará más rápido de lo deseado.
Entre las canciones llamaron la atención dos rumbas, para las que Manolo García sentó casi a mitad del concierto en un corrillo a todo su grupo -tres guitarras, un teclista, un bajo, un batería y una violinista- al borde del escenario. ‘La Maturranga’ y ‘Laberinto de Sueños’ conectaron aún más la esencia de García con la sensibilidad del público onubense.
Y energía no le faltó, ni mucho menos, al cantante catalán. Tras la píldora rumbera los ritmos de la actuación siguieron intensos.
Pocos temas ‘lentos’ y mucho desplazamiento y movilidad en el escenario. Mantuvo hasta el final la sensación de que aquello no se acababa y que Manolo García tenía ‘cuerda’ ilimitada.
El intérprete aludió en varias ocasiones a las buenas sensaciones que estaba teniendo. No era un discurso preparado ni recurrente -insistió-. El cantante aclaró que por alguna razón desconocida se estaba encontrando en un estado de paz, de tranquilidad, muy especial.
Comentó que estaba sorprendido porque todas las caras que tenía a su vista mientras cantaba mostraban una permanente y dulce sonrisa, lo que agradeció vivamente. Y destacó la compostura, el buen estar, de tanta gente como llenaba el anfiteatro rabideño.
Manolo García en esta nueva visita a Huelva había pisado el escenario con media hora de retraso. Había que esperar a que las cuatro mil personas que llenaban el Foro Iberoamericano ocuparan sus espacios.
Porque colgar el cartel de ‘no hay billetes’ se ha convertido en una constante cada vez que el músico visita Huelva.
Superada con creces la hora y media de concierto, despidió con la boca pequeña a los presentes, a la espera del natural ‘bis’. Este fue alargado. Cinco temas más cerrando con un extendido ‘A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando‘.
Sin embargo, a demanda de un público entregado, y pareciendo de verdad que ni el ni su equipo tenían ganas de irse, cantó un definitivo último tema, ‘un año y otro año‘.
Dos horas y cuarto casi de felicidad compartida, como resaltó García. Dejan en la memoria de los onubenses otro brillante directo del cantante catalán en nuestra tierra, absolutamente entregada a su estilo, letras y música inconfundibles.