Descubierta una pieza desconocida de la apasionante historia del ‘onubense’ William Martin

RFB. La historia de William Martin es una fuente inagotable de datos misteriosos, intrigas, ocultaciones y engaños. Es la esencia de la propia naturaleza de un personaje inventado por la Inteligencia Británica en la II Guerra Mundial pero real, en el sentido de que tuvo un cuerpo físico. Fallecido y prestado de otro individuo, pero real al fin y al cabo.

Ted Ross, a la derecha de la imagen, con otros militares de la RAF.

Titulamos el ‘onubense’ William Martin porque el teórico final de sus días derivó hacía Huelva de forma involuntaria, en una de las operaciones de engaño y espionaje más trascendente de la historia bélica mundial. Es su lápida la que está en la tumba del cementerio onubense de la Soledad y son, supuestamente para algunos y con seguridad para otros, sus restos los que descansan bajo la piedra de granito. Es un célebre personaje de la historia, ‘onubense de adopción’ y ya con calle propia en nuestra ciudad.


Festival de Cine de Huelva

La Asociación Major William Martin, constituida hace escasos meses en Huelva en torno a la apasionante historia, ha empezado a adquirir relevancia internacional. Gracias a ella un detalle importante de la trama y el desarrollo de la ‘Operación Carne Picada’, se hace público cuando antes permanecía conocido solo en el círculo próximo de un señor británico, Ted Ross.

Ted Ross, en una imagen reciente, antes de fallecer en 2020 con 98 años.

Ross, operador de radio de la Royal Air Force durante la II Guerra Mundial, sin saberlo jugó un papel también importante en la trama. Estaba destinado en Gibraltar, y a partir de sus notas manuscritas que han sido facilitadas a la asociación onubense por un familiar, William Dazhell (hijo de su sobrina), conocemos esta secuencia:


Puerto de Huelva

2:12 a.m. del 24 de Abril de 1.943. El soldado norirlandés Ted Ross, 21 años, operador de radio de la Royal Air Force, destinado en Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial, recibe un mensaje SOS (distress call) procedente de un avión en peligro, a punto de estrellarse.
El mensaje dice: “SOS SOS SOS SOS V GBAW GBAW SOS K Rumbo real 324 grados desde Gibraltar”.
2:13. Ajustándose al protocolo, Ted solicita al avión siniestrado información sobre su posición, rumbo y velocidad con el mensaje “RRR SOS Enviar posición, rumbo y velocidad”.
– 2:15. El piloto en peligro, contesta: “GFG4 de GBAW Off Finisterre, rumbo 170 grados, velocidad 170”.
– 2:16. Ted responde al mensaje, confirmando su recepción. “GFG4 RR”
– 2:18. Ted recibe un último mensaje, en forma de señal continua, procedimiento habitual de los aviones a punto de amerizar.
– 2:30. Una lancha de rescate sale de la base de Gibraltar, en auxilio del piloto del avión siniestrado.
En realidad, ni existió avión siniestrado, ni se rescató ningún piloto, ni el mensaje se emitió desde ningún avión en peligro.
Posición de la supuesta aeronave recibida por radio en Gibraltar.
El mensaje que recibió Ted el 24 de Abril del 43, fue emitido por el submarino HMS Seraph, que trasladaba el cuerpo sin vida del Major William Martin, desde algún punto en la zona de navegación denominada para los británicos Finisterre, al sur de las costas gallegas en el Océano Atlántico. ( Esta zona se llama hoy día FitzRoy).
Pocos días después, el Seraph llegaba a la Playa de Punta Umbría, en torno al 29 de Abril, abandonando el cuerpo del Mayor a la deriva, donde las mareas lo llevaron a la Playa de la Bota.
La historia de ‘el hombre que nunca existió’ siguió su curso conocido y tuvo importantes consecuencias en la guerra mundial. Finalizada esta Ross dejó arrinconado en su memoria el incidente de cuando estaba destinado en Gibraltar y no ‘ató cabos’ hasta que en 1956 vio la película ‘The Man Who Never Was‘.
Manuscrito de Ross, detallando el incidente.

Fue entonces cuando se dio cuenta de su papel personal. Había recibido el SOS que, casi con seguridad, los alemanes habían interceptado. Les había, probablemente, ‘ayudado’ a dar credibilidad al cadáver aparecido en Punta Umbría, insistiendo en posición, rumbo y velocidad en la interlocución con el piloto que se iba a estrellar.

Recordó entonces que, curiosamente esa misma mañana, les habían cambiado un protocolo de actuación. Era precisamente el de como actuar ante la recepción de una llamada de socorro SOS de una aeronave. A partir de entonces tenían que identificar exactamente posición, rumbo y velocidad del aparato en riesgo.
Esta historia encaja como una pieza más en el inacabado puzzle de William Martin. La contó en muchas ocasiones durante su vida Ted Ross, quien falleció hace algo menos de dos años. Tenía 98 años y una vitalidad extraordinaria. Pero curiosamente en la extensa bibliografía que hay sobre la Operación Carne Picada ningún investigador la había detectado. La participación de Ross había sido conocida por su círculo de próximos, en el ámbito local. Pero no la había detectado aún ningún estudioso del fascinante tema o, al menos, no la había hecho pública.
Ted Ross con familiares y amigos, en una proyección de la película ‘El hombre que nunca existió’.

La Asociación William Martin recibió el contacto con el familiar de Ross a través de Peter Forbes, londinense vecino del antiguo operador de radio, que ya forma parte de la misma desde hace unas semanas, al igual que aquel. La publicación en el Times de un artículo sobre la Operación Carne Picada -firmado por Isambard Wilkinson, corresponsal en España- ha suscitado un reanimado interés conectado con Huelva en diversos lugares del mundo y está permitiendo encontrar nuevos hilos para descubrir todos los extremos de la espectacular estratagema bélica.

 

 

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