Fernando Fernández Díaz. Las piezas descritas por Homero han sido encontradas abundantemente en la Península Ibérica e islas, pero apenas en la Grecia actual ni en Turquía o islas del Egeo. La cerámica y escritura “griega”, más antigua, puede verse hoy en Cancho Roano, y en el Dolmen de Soto. En la actual Grecia no tienen ese registro arqueológico, no con esa antigüedad. Aquí en la Ibérica sí.
R.F. Avieno, Plutarco y Estrabón, ya localizaron a Ulises y/o el Peloponeso original en el Atlántico. El problema es que casi nadie se ha leído La Odisea y menos La Ilíada, solo saben de oídas lo que otros escribieron de ella, la versión “oficial”.
Además, su historia no la pudo inventar Homero, pues ya estaba en la tradición oral (“Prehomérica”) de muchos pueblos, especialmente en el Atlántico, donde teníamos escritura mucho antes que en la actual Grecia (ej. en el Museo de Huelva). Es evidente que el alemán H. Schliemann descubrió una ciudad mucho más longeva y antigua. La verdadera Troya no podía tener muchos «niveles» o estratos, puesto que fue fundada solo dos generaciones antes de la que vio su final. El supuesto Museo de Troya, en Turquía, es un montaje, sin base científica ni escrita.
Ni la supuesta Troya de Schliemann, ni ninguna otra posible ubicación, en Anatolia (Turquía), cumple ninguno de los requisitos que Homero menciona. Tampoco la supuesta Pérgamo, por muy bonito (y reciente, por cierto) que fuera su «Altar». Para empezar, Troya estaba en la Creta original, que no era la actual islita donde no cabrían, ni antes ni ahora, las 100 ciudades de Homero.
Nos enseñaron que Homero era griego, que los griegos de hace 3.200 años (1.200 a.C.) eran los griegos de ahora (400 a.C.), y que la Grecia de 1.200 a.C. es la misma Grecia de ahora. Pero el sentido común, nos dice que no. Homero era griego sí, pero esos “griegos”, no vivían entonces (1.250-800 a.C.) en la actual Grecia, sino en la Península Ibérica y sus islas, como vengo demostrando en mis obras, presentaciones en Youtube y artículos en prensa.
Troya estaba en una zona calurosa (sur de Europa), con amplias mareas, citadas tanto en Ilíada como en Odisea (V, 451-453) donde dice que la ría donde naufraga Ulises, en SKeria, “el País de los Feacios”, era una ría con mareas, es decir, en el Atlántico: “y el río paró su corriente” y lo menciona en VI, 94: “tendieron luego la ropa limpia sobre las rocas que afloraban al cambiar la marea”. En el mediterráneo las mareas no son destacables. Eso lo descarta.
Homero nos habla de la gran corriente del océano, de un mar ilimitado y amplio, surcado por grandes marinos. Y menciona los icebergs o “rocas flotantes”. Sí, Homero también nos habla de Argos, Esparta y Micenas, pero de una geografía y tribus que no encajan en la Grecia del actual Egeo y sí en el Atlántico. Es por eso que el ingeniero Italiano Felice Vinci, llegó a situar Troya en Escandinavia (“Homero en el Báltico”). La realidad es que se hallaba en el punto intermedio, en Tartessos.
Toda Grecia, es un “parque temático” relativamente reciente (600-300 a.C.), basado en las obras de Homero y los clásicos; la mayoría, ni siquiera eran de allí. En los poemas de Homero, la vajilla real está hecha casi únicamente de metal (por lo general de oro o plata), lo típico en el Atlántico. Además, “Akeo”, nombre dado a los enemigos de Troya, viene de “Aker” el nombre ibérico de Po-Sidón.
Luego, invasiones de la P. ibérica y migraciones provocaron una transposición o relocalización de toponimias al Mediterráneo (Egeo, Egipto, Tiro) y al Mar Negro. Me ayudaron a entender esto otros investigadores como D. Miguel Romero Esteo (Tartessos y Europa), G. C. Aethelman (El reino del olvido), Felice Vinci (Omero nel Báltico), y Ana María Vázquez Hoys (Golondrinas de Tartessos).
Al parecer, había un profundo interés en hacer venir la civilización de oriente. Las personas que afirman eso ignoran que el barco que venía cargado luego volvía cargado, es decir, no se puede sostener un desarrollo cultural unidireccional. Es lo que sucede, con la caduca hipótesis escolar, el “dogma del período orientalizante”, sobre los supuestamente civilizadores fenicios (“casualmente” semitas), como los judeo-cristianos de los “Biblos”. Es cierto que existe un registro arqueológico oriental, debido a 3 invasiones procedentes de allí, cosa que demostraré en mi cuarta obra: ‘Cómo encontramos la verdadera Troya’.
Ese sesgo en los planes de estudio supuso una falta de objetividad total. Por eso todo yacimiento se asigna siempre a Roma, a pesar de que el registro arqueológico confirma que Atenas y los etruscos estaban muy atrasados respecto a la Ibérica y el Atlántico. Hoy sabemos que las personas más cultas, los primeros escritores, los “proto-griegos”, eran ibéricos, y que la escritura y las leyes más antiguas se han encontrado aquí. En mis obras demuestro que Ulises no fue a parar a la Ibérica por casualidad o accidente, sino que ya estaba aquí, pues la Guerra de Troya aconteció en Andalucía.
Antes de seguir debo aclarar que estas afirmaciones están sacadas de su contexto, que son mis obras ‘Capitales Imperiales de Tartessos’ y ‘Ella: cómo encontramos Tartessos y las columnas de Hércules’. En ellas detallo las pruebas y lo explico, amplia y ordenadamente todo, como se debe. Para más detalles al respecto, les remito a mi artículo, disponible en internet: “Un estudio sugiere que la Troya de Homero estaba en Andalucía”, y a mis próximos artículos, en diversos medios, titulados “¿Era la “Grecia” de Homero, la Península Ibérica y sus islas?” y “¿Era Jaén la Micenas de Homero y la tumba de Málaga la de Agamenón?”, respectivamente (a publicar en Facebook: “Troya y Tartessos”).
No fue una llegada anecdótica de Ulises, como parece desprenderse de la lectura de Geografía de Estrabón, que sitúa a los compañeros de Ulises en una localidad que estaba por Málaga y se llamaba como la obra de Homero: Odisea (III, 68). Estrabón dice que, en aquel entonces, había “miles de indicios» que probaban las andanzas de Odiseo en Iberia. Hoy, los “Vélez” (Uili, Guillermo) llevan su nombre.
Afirmo, y vengo demostrando (“Capitales Imperiales de Tartessos”), con cientos de pruebas de todo tipo, que todo el escenario descrito en las obras de Homero era la Ibérica, las islas del Atlántico (Canarias, Madeira y Azores) y Marruecos (Lotófagos). En la escuela nos “enseñaron” y nosotros “aprendimos” que Platón era un filósofo y Homero un poeta, pero nadie nos explicó que también Platón era un científico y Homero un historiador. Tanto la fundación de Atenas como la de Roma, se llevó a cabo por navegantes atlánticos e ibéricos, como citan ellos mismos (Heródoto, Virgilio, Diodoro de Sicilia). Investigando pude dar con el sitio concreto de la costa onubense donde naufragó Ulises, conocido luego como Odiseo en honor a su Dios Odín, el del Odiel.
Pero ¿Cómo lo hallamos? se preguntarán. Primero leyendo ‘La Atlántida’ de Jürgen Spanuth, donde descubrí que la geografía descrita por Homero, en los cantos V al VIII, era la de Huelva, incluidas las dunas fósiles de Mazagón-Doñana. No era ficción, por tanto, Ulises-Odiseo fue un marino real de carne y hueso. Cuando leemos Odisea, comprobamos que es, en realidad, un relato atlántico con protagonistas atlánticos, y que describe una geografía nunca hallada en el actual Mar Egeo, muy limitado. En concreto, la isla alarga llamada Duliquio, del Peloponeso original, nunca apareció en Grecia porque Homero nunca habló del Egeo. He demostrado en mi obra que Duliquio era la Isla de San Jorge, en Azores (ver mapa).
La Ítaca, de la actual Grecia, es falsa (ver en foto 1), una fundación reciente. En Grecia, nada cumple la descripción de Homero: Ítaca no tiene al lado la isla alargada, Duliquio; allí, el Peloponeso no es archipiélago, es continental (Foto 2).
Ulises, trataba de regresar al Peloponeso de Homero, las actuales Islas Azores (Foto 3), donde hallé su ciudad, Ítaca, hoy Horta, en Faial, la de la Foto 4: Monte Guía, Faial (Ítaca) la península con forma de asta de toro, donde los pretendientes emboscaron a Telémaco (Odisea, IV, 670 y 845). Tiene la forma de 8, y los dos puertos que describe.
Sabiendo ya que Ulises había ido a parar al Atlántico tras la guerra de Troya, fui “tirando de la madeja” desandando el camino hecho por este, hasta que, poco a poco, fui dando con todos los lugares descritos en Ilíada y Odisea (Foto 5: Zona por la que se mueve Ulises).
E
n el mapa de la Foto 6, pueden seguir la ruta que llevó a Ulises, tras salir de la isla de Calipso (Ogigia, Corvo, en Azores), y pasar de largo su querida Ítaca (Faial, Azores), donde le esperaba su esposa Penélope.
1.- Es avistado por Posidón desde el Promontorio Sagrado, el Monte Atlas original, el que dio nombre al Atlántico, hoy Cerro do Guilhim, Faro (Ulises). Setúbal-Palmela, junto a Lisboa, era la capital del reino de Atlante; el de su hermano Gadiro, era la gadírica, con capital en Huelva, la primera Gadir, la de antes de Balbo (50 a.C.). lo demuestro en mi 3ª obra, “Ella”.
Como Ulises había cegado a su hijo Polifemo (de un solo ojo, metáfora del Teide), Piosidón desata una tempestad, que le hace naufragar. Homero describe el lugar del naufragio como una bahía con forma de escudo (V, 281); era la de Huelva, mal llamada, Golfo de Cádiz (Cádiz queda totalmente fuera). En la Foto 7, El paradisiaco “El Rompido”. Al fondo, desembocadura del Piedras y el Portil.
En la Foto 8, Bahía de Huelva, “con forma de escudo”, la del naufragio de Ulises.
Durante esa tempestad, Ulises, se mantiene flotando a vista de la costa, durante dos días y medio: la tormenta, no le dejaba ganar la orilla, le zarandeaba hacia el Este, y de vuelta hacia el Oeste, cada 6 horas, con cada cambio de marea.
2.- La tempestad le lanza contra las rocas de una isla, hoy frente a “El Rompido”, bajo la flecha de su almadraba. Por esa época, afloraban islas que hoy están bajo el agua, y la costa estaba menos erosionada, era más escabrosa, como la describe Platón: “El suelo estaba muy elevado sobre el nivel del mar, y las orillas de la isla cortadas a pico” (Critias, 118 a).
Se alternaban ensenadas de arena, con lenguas de piedras: al ver al extranjero Ulises, “las mozas escapaban dispersas al mar, por las lenguas de tierra firme” (VI, 138). Al final del Canto V, dice que Ulises “esquivó las Keras, la muerte; ganó la amiga tierra”, y en V, 405 habla de que había “rocas abruptas cabezos, e islotes picudos”.
Se les llamaba «S-ker» en nórdico antiguo, «una roca de mar», de ahí nuestros “Skollos”. Por eso Homero, que era atlántico, llama “Skeria”, a ese país en Odisea. La S de S-Ker eran sus Drakar, que en realidad significaba Sierpe, no dragón.
Se mantienen hoy, cuatro toponimias, como prueba de esas antiguas rompientes, de Huelva: la playa del “Rompido”, donde había una isla rocosa o “rompientes”, el río “piedras”, el “Caño de la Culata”, y justo enfrente, al otro lado de la Bahía, la playa de “Rompeculos” (de ahí el apellido “Marculeta”).
Otra prueba, de esos escollos, son los 840 “pecios” (barcos hundidos), de la carrera de indias, documentados entre Matalascañas, Mazagón, y el Rompido (según el Centro Andaluz, de Arqueología Subacuática, ubicado en La Caleta, Cádiz).
3.- Ulises es arrancado de esa isla rocosa frente a El Rompido-El Portil por la furia del mar. Luego, “estuvo dos días y dos noches, errante en la prieta marejada, y con la aurora del tercero, cesó el huracán” (Odisea, V, 388), y “llegó nadando hasta la desembocadura de un río de hermosa corriente” (caudaloso), pareciéndole óptimo el lugar, por carecer de rocas y formar un reparo contra el viento (V, 442)”.
Que durase 3 días no lo dice por decir: es un mensaje encriptado, una alusión directa a Huelva, y al triple origen genético de sus habitantes (Lago Tritón -Eritia-, Isla Trinacria -Bacuta-, Tridente -En Dolmen de Soto-, Santuario Trifilio, y Monte Triopio, -Conquero-). Lo demuestro en mi tercera obra, “Ella”.
Ulises, se puso a suplicar al río como si fuese un Rey; este le escuchó y “enseguida suspendió la corriente (cambio de marea), apaciguó las olas, y acogió a Ulises en su desembocadura”. Habla del río, porque el Odiel, llegaba hasta cerca del Parador, y se sentía su corriente, seguir dentro del mar.
En su desembocadura había “un lago funesto” (VII, 278, de Ed. Iberia). En la traducción antigua, lo llamaban “paraje fragoso” (Paraje Natural Marismas del Odiel). Afirmo que era La Eritia, la Roja, por el color del óxido de hierro, que porta el Río Tinto.
Es lo mismo que dice Platón: “parecía una bahía con un ingreso estrecho. En realidad, era mar, y la región que lo rodeaba totalmente, era tierra firme” (Timaios, 25 a).
Homero específica, al parecer, que ese río estaba consagrado a un dios, que no nombra. Sigue hoy día consagrado a Odín (Río Odiel). Además, la Autoridad Portuaria y la Comandancia de Marina, lo denominan, desde antiguo, “Canal del Padre Santo” (Odín), sólo en esa zona, de su desembocadura.
Luego, la corriente lo llevó hasta la orilla de levante (al Este) del río, frente a la desembocadura. La corriente del Odiel sigue paralela a la costa muchos kilómetros después de su desembocadura, es un río en el mar. Portó a Ulises, en paralelo a la costa, más allá de Mazagón, dejándolo varado en la Playa del Asperillo-Parador.
Cumple también que, como dice Homero, la ría del Odiel es un resguardo a sotavento del Céfiro. La desembocadura del Odiel, es Oeste-Este, como describe Homero: “…La fuerza Oeste-este que llevaba dicha vaciante le arrastró mucho más allá y cayó agotado”. En esta zona, el Bóreas (Norte) sopla de noche, pero de día, el viento más frecuente, es el Céfiro (foreño-poniente), del SW (Suroeste).
4.-La corriente del Odinto (Odiel + Tinto) le lleva hasta los Manantiales del Parador de Mazagón-Asperillo. Ese lugar concreto lo averiguamos un día escuchando a Francisco Sánchez de Dios, cuando un servidor ya sospechaba el naufragio en El Rompido y sabiendo que, en el lugar donde alcanza luego la playa había dunas, como las de Doñana: “el almuerzo tomaron, al pie de las dunas del río” (VI, 95-100).
Me contó que en la bajada desde el Parador se llega hoy a un parking, donde se ubicaba al final del pasado siglo XX un destacamento de la Guardia Civil. Del citado cuartel salía un “maromo”: una larga cuerda marinera en la orilla que se perdía bajo el agua. Les servía de señal para localizar un pozo-manantial, lo tenían tapado con una tabla a modo de trampilla y allí acudían entonces las señoras del cuartel, en la bajamar, para lavar la ropa con agua dulce. La cita, en IX, 314: “una tapa de aljaba”.
Pueden verlos en www.sociedadgeológica.es como “Los acantilados de Mazagón- El Asperillo”, y como “Manantiales del Acantilado del Asperillo” en www. conocetusfuentes.com. Dice “manantiales”, pues hay varios; el nuestro, está en la playa del Parador Nacional de Doñana, en Mazagón.
La orientación de esa playa encaja a la perfección con la que busca Ulises tras su naufragio en V, 417: “Y si nado a lo largo tratando de hallar una playa que batida de flanco me albergue” y que luego describe Homero en V, 439: “y a la vista de tierra nadó largamente buscando una playa que, batida de flanco, le diese salida”.
Esos lavaderos de la costa de Huelva, donde aflora el nivel freático que baja de la montaña al llano, como dice Homero, “rebosan todo el año”, lo que condujo a la construcción del Acueducto de la Fuente Vieja, en Huelva, reformado luego por Roma, tras los terremotos y a otros similares, en todos los municipios de su alrededor.
Quizás la pálida Nausicaa dio origen a esos cultos, aunque la “blanca paloma”, blanquísima, podría tratarse de la diosa del alba-amanecer, Eos, la aurora “de dedos rosados” (O, VI, 109), en fusión con Klito-Atenea, “la virgen de ojos azules nacida de Zeus” (O, II,433). De ahí su media luna de Urano. Según Juan M. Campos, (Onoba Aestuaria, Pág. 125), en las necrópolis de inhumación de Huelva (alternativa reciente, a la cremación y depósito en urnas), el difunto era orientado hacia el amanecer (Eos).
Decidió luego escalar “las colinas que bordeaban la orilla y estaban inclinadas hacia el mar” (cosa que también menciona Platón). Efectivamente, las dunas fósiles de la costa de Doñana tienen de 10 a 30 m. de altura. Cerca de la Aldea “del Rocío”, Homero se pone a hablar por boca de Ulises precisamente de eso, del fuerte rocío en la zona: “junto al río, quizás la dañosa helada y el rocío mañanero me acaben, pues estoy débil y una brisa glacial sopla del río antes de rayar el alba” (V, 468).
Llegado a la cima, descubre la extensión plana del país (se ven los llanos de Doñana, hoy pinares) y agotado sucumbe al sueño. Se echó bajo 2 arbustos entrelazados (símbolo oriónico), un acebuche (típico de Doñana) y un olivo” (V, 478).
5.- Ulises, duerme hasta después del mediodía de la siguiente jornada. Entonces, es despertado “entre la poblada selva” por las voces de unas muchachas que jugaban en la orilla. La tormenta había cesado.
Hasta allí llegó, acompañada de sus sirvientas la Princesa Nausicaa, guiada por una aparición en su cama que le decía que fuera a lavar sus ropas, que había llegado el momento de echarse novio: “pisotearon las ropas en las pilas. Luego las pusieron a secar sobre las piedras. Tras comer, todas se quitaron el velo que cubría sus cabezas y jugaron a la pelota” (VI, 85).
En Huelva se mantiene hoy el apellido Saa-Vedra, y recuerden que, en la cercana Portugal, la C es medio S, es decir, era Nausi-Saa. Nau-, significaba marino nórdico. Esa costumbre de llevar Velo es certificada por Estrabón (G. III) en la P. ibérica, quien también describe el tocado de la Dama de Elche: “En otros lugares se colocan un disco redondeado hasta la nuca, que se despliega a lo alto y ancho. Por último, algunas se trenzan el pelo en columna sobre la cabeza y lo cubren con un velo». No era Grecia.
En ese momento, Ulises se da a conocer y pide ayuda y vestidos. La muy nórdica Nausicaa “de brazos de nieve” y “ojos azules”, que no sabemos si cantaba fandangos al estilo de Valverde o por Alosno, dice a Ulises que le guiará hasta la ciudad y se presenta como hija de Alcinoo, el Rey.
No se asusta cuando ve a Ulises: lo reconoce de su linaje nórdico y le dice que son gente de paz, lo cual coincide con lo que dicen otros autores clásicos de los hiperbóreos: “Ni nació ni nacerá el hombre que traiga la guerra al país; nuestro pueblo es muy querido por los dioses” (VI, 195-205), que vive “apartada al extremo del mundo en medio del mar y sin mezcla con otros humanos” (VI, 200-210) y que “no tenemos vecinos” (VI, 279). Era cierto: la vecina Troya, había sido quemada, como demuestro en mi tercera obra, “Ella”.
El carro de la Princesa Nausicaa es descrito como “de firmes adrales (laterales) y sólidas llantas” (VI, 70), como los carros hallados en la Necrópolis de los Reyes de Tartessos en La Joya, Huelva (tumba 17, y otras). Que Huelva era Tartessos, y esa, la Necrópolis de su Palacio Real, lo demuestro en mi tercera obra
Ulises va con las sirvientas siguiendo al carro de Nausicaa, según instrucciones de esta, hacia la capital, Huelva (queda a 20 Km). Tardaron media jornada a pie: “Llegaron al campo de su padre al ponerse el sol” (VI, 321). Efectivamente se tarda medio día andando desde el Parador de Mazagón hasta Huelva. Es el mismo recorrido que se hace hoy día a la inversa, también a pie y en carro, durante el primer día de peregrinación de las dos Hermandades de Rocío de la capital (Emigrantes y Huelva).
Por el camino, pasan entre campos de cultivo y frutales. Son los de Palos de la Frontera (tierra del Fresón de Palos) y Moguer (tierra de la fruta). Ver Foto 9 y 10: Antigua entrada por tierra a Huelva, hoy camino del Cementerio. Dcha.: Camino a la inversa del de Ulises y Nausicaa: peregrinación Huelva-El Rocío. Le pide que aguarde en las afuera de la ciudad a que ella entre para que no la vean llegar a Palacio con un extranjero.
6.-Entrada y descripción de Huelva, Tartessos, las minas: en mi próximo artículo, titulado “Fernando F. Díaz, identifica en Huelva el Complejo Palacial de Tartessos”.
El próximo 2 de Diciembre, Jueves, a partir de las 19.30 horas, Fernando F. Díaz (Foto 12) presenta en el Salón en Huelva-Centro Cultural José Luis García Palacios, cedido por cortesía de la Fundación Caja Rural del Sur, las diapositivas (PowerPoint) de su tercera obra de investigación (Foto 11). ‘Ella: cómo encontramos Tartessos, y las Columnas de Hércules, en Huelva’, donde incluye además el descubrimiento de Heraclea, la identificación del Heraklion y la historia de su capital, desde su fundación, hasta el ataque final a sus murallas, demostrando sus famosos 10 nombres.