Redacción. Somos conscientes, pero quizá no hasta el punto que se merece, de la belleza de la Costa Oriental de Huelva. También la Occidental, pero ahora fijamos nuestra atención en el litoral que transcurre desde la desembocadura del Odiel -mezclado con el Tinto- hasta la del Guadalquivir.
Publicamos estas fotos que nos remite nuestro amigo y colaborador, el polifacético artista Nicolás Capelo. Para hacerlas, dado el entorno medioambiental protegido de la zona y las restricciones de vuelo del mismo, ha tenido que solicitar un importante número de permisos y cumplir unos exigentes requisitos. Y parte del resultado nos lo ofrece generosamente para que puedan nuestros lectores también disfrutarlo.
Son nada menos que 52 kilómetros de virginales playas. Una extensión que no tiene parangón en toda la costa española. La costa oriental de Huelva es un conjunto de escenarios naturales inigualables para producciones televisivas y cinematográficas.
Más allá del enclave urbano de Mazagón, hacia el el Sureste, y tras pasar la playa del Parador Nacional, nos encontramos con la impactante zona de Torre del Río de Oro, o popularmente Torre del Loro. En este punto que convergen cuatro municipios en la misma orilla, Almonte, Lucena del Puerto, Moguer y Palos de la Frontera.
Pero para llegar allí hemos disfrutado previamente, si vamos andando, de las espectaculares playas de Rompeculos y Arenosillo, por ese orden.
En Torre del Río del Oro el acantilado del Asperillo domina el horizonte, como cuidando de los restos de esta soberbia torre de almenara, un vestigio arqueológico de primer orden. Toda la línea de acantilados configuran un espacio inimitable en las costas españolas.
Médano del Loro, Cuesta Maneli, Arenas Gordas. Son nombres míticos para cualquier amante de la naturaleza. Imágenes de libertad que ensanchan los pulmones al mirar a la inmensidad de mar, que allí parece más inmenso aún.
Arenas finas en la orilla, marca de nuestra costa, y médanos impresionantes ofrecen una visión que inhibe el pestañeo si es la primera vez que se experimenta.
Pasando Matalascañas y sus playas, que parten de Torre La Higuera, el tesoro se intensifica con las playas del Coto.
De Castilla a Malandar las dunas móviles, de dimensiones increíbles, hacen sentirse al visitante como un auténtico privilegiado.