Redacción. Una tradición muy peculiar en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche son los campanilleros, un grupo de personas que tocan la madrugada del sábado al domingo villancicos populares aflamencados mayoritariamente de índole religiosa. Se acompañan con campanas, guitarras y botellas de anís entre otros.
Un despertar de octubre que con estos años de covid perdimos y que hoy felizmente se recupera. Desde HBN queremos acercaros esta singular y llamativa tradición, propia de la gente que llamaban a la misa del Rosario de la aurora al Alba. María Payán Valera, la Venerable Madre Trinidad fue la religiosa que promovió el rezo del Santo Rosario en la calle, origen de la tradición de los actuales Campanilleros. A la aracenense se le había aparecido la Virgen en el siglo XVII.
Hay Campanilleros en Octubre en diversas localidades de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. En Aracena, su capital, salen sobre las 3:00 de la mañana de una de sus capillas, la del Carmen, situada a las espaldas del emblemático Casino.
Una tradición religiosa mantenida hoy en día por el coro de Campanilleros de Aracena. Su director José Ramón Fernández, siente especial satisfacción por llevar el testigo de una tradición que perdura tras casi cuatro siglos. Para conseguirlo fielmente se ha ido transmitiendo de padres a hijos.
En el término arundense no solo cantan en el núcleo principal, sino que se desplazan a los distintos enclaves que lo forman. Este año, por ejemplo han cantado en la bonita aldea de Jabuguillo. Los Campanilleros cantan en octubre en homenaje a la Virgen del Rosario.
José Ramón también nos cuenta el entusiasmo con el que retoman los cantos tras un año parado, los músicos tenían muchas ganas, ilusión y Fe.
Esta ilusión y Fe envuelve las noches de Aracena los fines de semana de octubre con la magia de la música popular. Despiertan a muchos de su sueño y les recuerdan que sigue viva una de sus tradiciones religiosas más singulares.
La dedicación de estos hombres y mujeres de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche por mantener viva la tradición de los campanilleros es inagotable al desaliento. Como reza en una de sus letras: “no le temen al frío ni al agua/ ni a las malas noches que puedan pasar”.