José Enrique Sánchez, de las caras amables en la política de Huelva

J. A. de Mora. Hay algunas caras amables en la política de Huelva, una de ellas es la de José Enrique Sánchez. Salvando las distancias, José Enrique Sánchez me recuerda a Domingo Prieto, Diego Valderas o Enrique Pérez Viguera, por citar a tres políticos que no están en activo y de distinto signo en partidos que han tenido responsabilidades institucionales. No es una cuestión de partidos, es de personas, y estos tres -y José Enrique- responden a un estilo singular. Hay más, sin duda, pero no es la norma.

El entorno no lo facilita. La ansiosa y constante búsqueda de la aprobación ciudadana, la evaluación a través de los votos se transforma en la meta a perseguir por parte de los partidos. Y estos creen que se posicionan bien ante esa aspiración en… la confrontación.

El onubense Sánchez en su más reciente intervención en el Senado.

Nosotros, los que metemos la papeleta en la urna, lo que pedimos en bienestar, justicia social y buena gestión, nada más. Sin embargo el cortoplacismo electoral marca irremisiblemente la acción de ese mundo, bastante denostado, de la política.

La tendencia, la creencia, el miedo a caer en la intención de voto observamos que se afronta con una actitud beligerante, de confrontación abierta con el adversario para mostrarse ante el público con unas líneas muy definidas, infranqueables a veces. La intransigencia se postula como un valor, cuando el ciudadano medio lo que quiere es cordura, sentido común y eficacia.



En el pleno del Senado.

Esa polarización es la manera de ‘defenderse’ de las ‘amenazas’ por la izquierda o por la derecha. El resultado es esta sinrazón cainita que padece nuestra sociedad en cuanto a resultados de la gestión pública y de la que parece que nunca podremos salir.

José Enrique Sánchez es aún joven y le queda recorrido en su carrera política. Y, al menos así lo apreciamos, transmite vibraciones de cordialidad. Esperamos que ese sea su camino para siempre. Le ocurre como percibíamos en Diego, Domingo o Enrique. Eran fieles a sus principios, a sus partidos, pero sin caer en la exaltación del sectarismo y mostrando una cara amable que hacía posible siempre alguna expectativa de entendimiento.

En Aracena, con compañeros de su partido.

Algunas veces ellos, y el propio José Enrique, elevaban un poco el tono y descalificaban en alguna medida al rival, más que ensalzar su propia posición. Pero incluso en estos casos lo hacían, lo hace José Enrique, con cierta elegancia, sin aspavientos verbales que al final lo único que consiguen es alimentar a los hooligans de cada parte.

No se comprende esta actitud común en el ámbito político español y, consiguientemente, onubense. Me refiero a la de la crítica teatral, el insulto gratuito y previsible, la burda descalificación, el desprecio continuo. Es contradictorio porque lo que se supone es que los partidos quieren crecer en adeptos. Y crecer solo es posible en una sociedad como la actual desde la transversalidad, no espantando a la gente que se encuentra en posiciones intermedias.

José Enrique Sánchez con su familia.

Un ejemplo de estos días, la ministra Yolanda Díaz. Ella se mantiene en sus posiciones políticas pero consigue caer bien -inspirar confianza- a mucha gente, a muchos más que sus propios votantes. ¿Nadie, me refiero a los políticos, se pregunta el porqué?. Es más, deja caer su intención de desmarcarse de la imagen de Podemos para ubicarse con un perfil, como ella misma sugiere, más transversal.

Yolanda Díaz encabeza el CIS como la política más valorada. Le sigue Pedro Sánchez y luego Inigo Errejón. Eso solo es posible, como decimos, si la aprueban más ciudadanos que los que la votan. El presidente del Gobierno tiene un plus que le viene dado por su rol presidencial, aunque trata siempre de manejar un perfil amable -otra cosa es que tenga crédito o no-. Pero tanto Yolanda Díaz como Errejón tienen en común esa, hecha pública además por ellos mismos, tendencia a la transversalidad en su comportamiento político. Y todo, como es evidente también, sin renuncias a sus posiciones en el punto de partida.

Volviendo a Huelva, tenemos esos tres históricos citados y otros en activo a los que no vamos a nombrar en esta ocasión. Hoy queremos destacar en esa categoría a José Enrique, senador por la provincia de Huelva, quien si es una muestra de bien estar, de cordialidad que supone, más allá de otras virtudes, un capital en si mismo.

Quizá a José Enrique le haya curtido su experiencia en protocolo dentro de la Universidad de Huelva. El mundo del protocolo tiene muchas aristas y exige precisamente una cierta habilidad en el trato y en la gestión de situaciones. Como senador parece que el onubense Sánchez trata de ganarse el sueldo. Forma parte de cuatro comisiones y está adscrito a otras tres. Entre sus desempeños en ellas, es portavoz de Turismo del grupo popular y secretario segundo en Ciencia, Innovación y Universidades.

Son relativamente frecuentes sus intervenciones y mociones en la Cámara Alta y ese trabajo lo compagina con su responsabilidad orgánica en su partido en Huelva. La última, el pasado 29 de septiembre.

En excedencia de su puesto en la Onubense, José Enrique también es partícipe activo de la Semana Santa de Huelva. Muchas relaciones personales, muchas oportunidades de sonreír con franqueza, las que parece que no desaprovecha José Enrique Sánchez en ninguna ocasión.

 

 


Puerto de Huelva

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