Cristina Morales. Alexandra Cruz García tiene 30 años y es de Huelva. Desde pequeña, siempre tuvo un sueño: vivir en Alemania. Un alemán amigo de su familia le hizo descubrir la cultura y el idioma, algo que le marcó para el resto de su vida. Tanto que con 20 años decidió cumplir su sueño y emprender la aventura de ir a vivir al país.
Antes de dar este paso, la onubense estudió en el IES Estuaria de la capital, y una vez terminó, hizo un FPO de Maquillaje profesional. Además de varios cursos de Quiromasaje, Bañoterapia, Estética y Escaparatismo. Pero su idea siempre fue irse a Alemania, por lo que realizó un curso de B1 en alemán. Tras ello, comenzó a buscar trabajo hasta que, a través de la plataforma EURES, salió una oferta en Alemania. Era para trabajar en Amazon, donde lleva desde entonces.
Además de vivir la experiencia que añoraba desde pequeña, vivir en Alemania ha hecho que vea más mundo. Ha viajado por Europa y Latinoamérica y ha vivido experiencias como sacarse el carnet de conducir en alemán. Sin embargo, no se le quita de la cabeza la idea de volver a Huelva y disfrutar de los placeres de nuestra tierra. Hablamos con Alexandra Cruz García para conocer su experiencia como ‘Onubense por el Mundo’.
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
– Para mí siempre fue un sueño vivir en Alemania, desde pequeña siempre he tenido un poco de contacto con este país y su cultura. Un amigo de mi tía vino una vez a vivir un tiempo con nosotros, él era alemán y me lo pasaba muy bien con su compañía. A pesar de que yo era pequeña, cuando él hablaba en alemán yo mostraba mucho interés en entender lo que decía y me enseñó poco a poco muchas palabras. Me gustaba mucho ver en la tele programas en alemán y escuchar grupos de música alemanes. Conforme iba creciendo, la idea de vivir en Alemania iba creciendo cada vez más en mí y unido a la dificultad de encontrar un empleo en España, en 2011 encontré la oportunidad de poder vivir y trabajar allí.
– ¿Cuánto tiempo llevas fuera de España?
– El próximo noviembre hará 10 años que me fui de España.
– ¿Dónde vives? ¿Cómo es esta ciudad?
– Vivo en un sitio llamado Bad Hersfeld que está situado a unos 135 kilómetros al noreste de Frankfurt am Main. Es un sitio bastante pequeño pero tiene su encanto. Tiene las ruinas de iglesia románica más grandes del mundo. Quedó destruida en la Guerra de los Siete Años. En una de las torres, aún se conserva la que es hasta hoy la campana más antigua de Alemania (Lullusglocke). También se celebra aquí una de las ferias del pueblo más antiguas de Alemania, el Lullusfest que se celebra desde aproximadamente el año 852. En los bosques de alrededor es donde se inspiraron los hermanos Grimm para escribir el cuento de Caperucita Roja.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
– Vivir aquí al principio es un poco difícil debido al idioma y lo diferente que son culturalmente los alemanes. Las reglas que para nosotros pueden ser ridículas, para ellos son algo más que evidentes. Tienen una manera muy organizada de vivir, la expresión “cabeza cuadrada” se puede aplicar perfectamente a ellos. Nosotros los españoles venimos de una cultura mucho más alegre, de encontrarnos en la calle para tomar algo, mientras que ellos son mucho más cerrados y generalmente viven para trabajar.
Aunque estemos en la misma franja horaria, aquí normalmente se come mucho antes, se cena mucho antes y se sale de ocio muy temprano. Es difícil emprender una amistad con gente de aquí debido a que son muy introvertidos y cerrados por norma general y cuesta mucho más tiempo llegar a conocerles mientras que nosotros somos mucho más abiertos con la gente en general.
Algo que me gusta de aquí mucho es el respeto que tienen al medio ambiente, es extremadamente raro ver basura en el suelo, ni siquiera colillas. Aquí la cultura del reciclaje está muy metida en sus vidas, tanto que tengo 5 contenedores diferentes en casa. Suelen ser bastante educados, es muy normal que gente que no conozcas se te cruce por la calle y te de los buenos días.
– ¿Cómo has vivido la pandemia?
– La pandemia ha sido algo que ha parado la vida a todo el mundo. Aquí en Alemania, el confinamiento ha sido muy estricto. Hemos estado hasta hace bastante poco en confinamiento, todos los lugares de ocio estaban totalmente cerrados desde noviembre del 2020. Hace unas semanas por fin empezaron a abrir lentamente todo, restaurantes, comercios, museos, cines… pero hasta entonces la vida se ceñía simplemente a estar en casa, trabajar y hacer la compra. Lo cual unido a que cuando mirabas por la ventana, lo único que veías era lluvia, nubes o nieve, se hacía bastante duro semana tras semana.
También se me ha hecho muy duro el no poder haber ido a ver a mi familia durante el tiempo que ha habido confinamiento estricto, el cual ha durado demasiados meses y a veces te sientes impotente por no poder ni siquiera dar un abrazo a quien quieres, es algo que te oprime el pecho bastante a menudo.
– ¿Qué estás haciendo en estos momentos?
– Sigo trabajando en Amazon, la empresa en la que empecé hace ya casi 10 años.
– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
– Sí, es la primera vez que vivo en el extranjero. Anteriormente solo había ido a París como viaje de instituto.
– ¿Cuál es tu balance de la experiencia por ahora?
– Por supuesto mi experiencia aquí ha sido inolvidable, he aprendido muchas cosas de los alemanes y por supuesto he vivido muchos buenos y malos momentos que me han hecho crecer como persona. Hoy en día no me arrepiento de haber venido a Alemania con tan solo 20 años, aunque este proceso no ha sido todo un camino de rosas.
Toda persona que vive en el extranjero sabe exactamente qué se pierde al irse en busca de un futuro mejor, como momentos familiares, cumpleaños de tus amigos, las fiestas de la ciudad o el estar ahí cuando surge un problema. Esto muchas veces se hace realmente insoportable hasta el punto de que te preguntas “¿Qué hago aquí?”, “¿Por qué no estoy con mi familia?”. Este sentimiento que a veces nos destruye y nos rompe el corazón es el precio que pagamos por vivir fuera.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
– Por ahora me gustaría aprender otro idioma más, viajar y seguir conociendo mundo y hacer algún curso relacionado con las flores, que es algo que siempre me ha gustado mucho.
– ¿Qué piensa tu familia y amigos de tu aventura?
– Al principio todo era muy bonito, todo el mundo estaba contento porque había cumplido uno de mis sueños que era vivir aquí en Alemania. Todos se sentían orgullosos por este gran, pero no fácil paso en mi vida. Siempre me llegaban los típicos comentarios de “yo no podría, eres una valiente”, pero eso poco a poco fue apagándose para dar paso a “ojalá vuelvas pronto”, «te echo de menos». Obviamente esta situación es complicada y todos se alegran de que te vaya bien en el extranjero, pero quieren también pasar más tiempo contigo.
-¿Cuáles son tus planes futuros?
– Como casi todo el mundo que echa de menos su tierra, en mis planes futuros entra el poder regresar allí cuando pueda. Porque lo que en principio era solo una aventura de unos cuantos meses, lleva ya durando casi 10 años.
– ¿Piensas volver a España, a Huelva, en breve?
– ¿Qué si pienso en volver? diría que cada día pienso en Huelva, en la gente que me quiere y en estar allí. En las ganas de poder dar un paseo por la playa, tomar algo en una terraza y comer una buena tapa de jamón.
Normalmente intento visitar Huelva unas dos o tres veces al año, pero debido a la pandemia, este año aún no he podido ir.
-¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?
– Una de las cosas que puedo echar más de menos, aparte de mi familia, es el sabor de la comida mediterránea. Aquí la mayoría de las verduras parecen de plástico y apenas tienen sabor en las comidas, las cuales tienes que condimentar mucho para obtener un mínimo de sabor. El jamón serrano, porque el que puedes encontrar aquí no es más que una tira de algo envasado semitransparente con sabor salado.
Así que no nos queda otra que llenar bien la maleta de comida a la vuelta de nuestras visitas e incluso comprar una maleta vacía para llevarte comida y guardar estos alimentos como si fueran oro. También echo de menos la playa, lo cerca que la tenemos los onubenses es una suerte que a veces no vemos, el ver la puesta de sol desde alguna terraza mientras charlas con tus amigos. La espontaneidad con la que quedas con amigos o familiares. El pasear por el centro y comerte una buena hamburguesa en la Plaza de las Monjas mientras mi madre me dice “niña que después no tienes hambre” , pero yo siempre tengo hambre.
Bajar al Jamón a por Cola Cao, las habas enzapatás, los kioskos de chuches, las croquetas, el puchero de mamá y es que no acabaría nunca de enumerar cosas…
– Para terminar: un mensaje a tus paisanos.
– Yo misma llegué a sentir apatía por Huelva, no la supe valorar por entonces como lo que era. Sé que hay gente que puede pensar que quizás es una ciudad aburrida, sin emociones y que estando en otro sitio estaría mucho mejor pero poco a poco llega la nostalgia y de repente un día te despiertas y te dices a ti misma: “Ay lo que daría yo por estar en tal chiringuito de playa y comerme unas coquinas”.
No hay que subestimar el potencial de Huelva, tenemos mar, sierra y esto es la envidia de muchos sitios. Cuidémosla, hagamos que sea una ciudad más viva. Apoyemos sus negocios, mantengamos la ciudad y nuestras playas limpias. Recoge lo que ensucies, ama lo que tenemos y no lo busques fuera. Entre toda la población estoy segura de que podemos hacer de Huelva una ciudad referente en nuestro país y en el resto del mundo. Solo hay que dejar la apatía a un lado y despertar y ver las pequeñas cosas bonitas que están a nuestro alrededor y que a veces descuidamos.
No sabes la joya que es Huelva hasta que estando fuera te das cuenta.