José Manuel Alfaro ‘El Cuaderno de Muleman’. A las 07:00 de esta mañana, un hombre de complexión media ha aparecido tendido boca abajo sobre la playa de Isla Canela, para lo que se pide la colaboración ciudadana para ser identificado y localizar a algún familiar. El individuo que vestía un grasiento pijama a rayas de algodón fue encontrado por una pareja de Protección Civil que estaba acotando la playa para evitar el acceso a ellas. Tras el hallazgo los voluntarios procedieron a llamar al servicio de emergencias y comprobar sus constantes vitales del cuerpo que se encontraba inmóvil a punto de ser engullido por la marea. Tras examinarlo pudieron descubrir que aún tenía respiración y lo desplazaron a un lugar seco, donde pudieron colocarlo boca arriba.
El hombre, que no portaba documentación alguna, vestía debajo del pijama una camiseta deportiva de un club deportivo serrano, lo que hace pensar que se podría tratar de un jugador de fútbol o algún aficionado de este equipo. Hasta el momento no se conoce la identidad de este individuo de complexión atlética del que se piensa, habría recorrido los 145 Km que separa la localidad serrana y la playa de Isla Canela andando, en un tiempo de 30 horas. El hombre, que nada mas recuperar la consciencia parecía no recordar nada, desapareció entre las retamas ante la atónita mirada de los voluntarios de Protección Civil, que a estas horas siguen buscando al misterioso individuo y del que han elaborado un retrato robot que han publicado con el objeto de poder identificarlo y devolverle la mochila que se había dejado tras desaparecer entre las espesura de la marisma. A continuación nos hacemos eco de la entrevista a los dos voluntarios que han sido testigos del extraño suceso.
-¿Qué estaban haciendo a esas horas de la mañana?
-Desde que comenzó el estado de alarma, creo que todo el colectivo de Protección Civil hemos sido pieza fundamental del engranaje, que está haciendo posible que se esté doblegando la famosa curva de la pandemia. Hemos estado trabajando codo con codo con las fuerzas y cuerpos de seguridad en multitud de labores, hemos repartido material de protección, desinfectado zonas, vigilado accesos, hemos entregado las tareas educativas a los escolares confinados, pero si hay algo de los que nos sentimos más orgullosos, es de haber contribuido a sostener la salud emocional de muchos niños y niñas que han tenido que vivir su cumpleaños en este estado de confinamiento, niños y niñas para los que hemos puesto nuestras sirenas y nuestros megáfonos a su servicio, para que un día tan especial no se perdiera en el tedio de estos días, que nos han recordado lo frágil que es la felicidad en la que vivimos. Así que ese día nos encontrábamos sellando las entradas de la Playa de Isla Canela para evitar que los ciudadanos utilizaran la arena como espacio de esparcimiento. Fue en una de las entradas donde encontramos ese misterioso hombre que yacía tendido boca abajo, inmóvil, vestido con un pijama grasiento con un olor a fritura que te echaba para atrás, como si no se lo hubiera cambiado en cuarenta días y con una mochila en su espalda. Al principio nos asustamos, pero cuando vimos que tenía pulso y respiración nos recuperamos y llamamos inmediatamente a emergencias.
-¿De quién cree que podría tratarse?
-No podría decirle porque todo ocurrió muy rápido nada mas moverlo, para que una ola no se lo llevara para Portugal, lo pusimos boca arriba para que pudiera respirar mejor, incluso le desabrochamos el pijama para ver si respiraba. Lo extraño es que llevaba una camiseta de un club deportivo, además tenía una barba densa, como si no se hubiera afeitado desde que comenzó este estado de alarma. A pesar de su aspecto desaliñado, era un hombre de complexión atlética, como si estuviera acostumbrado a hacer ejercicio físico. Mi compañera que le levantó la camiseta, pudo comprobar incluso las abdominales y el pecho, menudo tipazo tenía, más quisiera yo tener la mitad de la tabletas de aquel desconocido.
-¿Por qué cree que habría elegido la playa de Isla Canela?
-Yo tengo una teoría, por la camiseta y el aspecto se podría deducir que podría ser un hombre de Zufre o de los alrededores, acostumbrado a hacer deporte, que tras todo estos días de confinamiento y con las ansias de salir de casa, podría haber salido de Zufre andando y no haber parado hasta que algo como el mar le hubiera impedido seguir. Tenga en cuenta que desde Zufre hasta la Playa de Isla Canela se podría decir que hay la mayor distancia que se puede recorrer sin salirse de la provincia. Así que yo creo que este hombre, el viernes a las 12 de la noche, se colocó la mochila, dijo que iba a dar un paseo y treinta horas después apareció en la Playa de Isla Canela como el que se va a comprar el pan. Supongo que después de esta caminata necesitaría descansar un poco, y que mejor sitio que la arena para echarse un rato. Lo sorprendente es que nada mas moverlo despertó desorientado, se puso nervioso y desapareció entre las retamas. En el poco tiempo que estuvimos junto a él no pudimos localizar documentación alguna. Cosa normal porque uno no sale a dar un paseo a la plaza y se echa el DNI encima. A lo mejor te echas el teléfono, pero lo más raro aún es que no llevaba ni eso, por lo menos dentro de la mochila que se dejo.
-¿Qué había dentro de mochila que podría ser tan valioso para él?
-Nada más salir corriendo abrimos la mochila, sobre todo para saber si habría algo dentro que pudiera identificarlo, para comunicárselo a alguien, porque si de algo estoy seguro es que era de la Sierra y hombre, lo mismo lo estaban echando de menos por casa. Así que abrimos la mochila y menuda sorpresa, una linterna, una botella de agua, un bocadillo de jamón serrano que probamos para ver si era de pata negra, un mapa con las rutas marcadas y la foto de la que podría ser su novia o su mujer en la que se podía leer “si me quieres mantén la distancia de seguridad, en esta nueva normalidad que nos abraza”