El nervense Alberto Anaya desarrolla su carrera musical en Nueva York

Alberto Anaya es un músico y compositor nervense que se encuentra en Nueva York.
Alberto Anaya es un músico y compositor nervense que se encuentra en Nueva York. / Foto: Ari Beser.

MPD. La música es la vocación de Alberto Anaya López (Nerva, 1995), un joven compositor andaluz  de 24 años que cuenta con una formación académica tradicional -ha estudiado en el Conservatorio Profesional de Música ‘Javier Perianes’ de Huelva y el Conservatorio Superior de Música ‘Manuel Castillo’ de Sevilla- junto a una  experiencia profesional en el videojuego, el audiovisual, y la enseñanza, sin olvidar que es un apasionado de la música contemporánea, del jazz y del flamenco, lo que le ha dado también un importante bagaje como intérprete, arreglista y en otros campos de la creación sonora. Dos variables que ha aplicado a su carrera profesional, al ser pianista y compositor de música para videojuegos, televisión y cine.

Una vocación que no ha sido fácil llevar a cabo, puesto que, como nos confiesa, «soy el primer músico profesional de mi familia, con todo lo que ello conlleva (entre otras cosas, decirle a tus padres en plena crisis que al final lo de la ingeniería y tal no va a pasar, que mejor música, y para cualquier familia de clase media, venga del pueblo que venga, esto es durísimo). Sin embargo, tuve muchísima suerte, tanto con mis padres como con mis profesores y mis profesoras, pues les debo absolutamente todo lo que he conseguido y lo que conseguiré tanto en lo profesional como en lo personal».

Alberto está en Nueva York gracias una beca Fulbright del ámbito de la industria del entretenimiento.

Desde agosto de 2018, Alberto se encuentra en Nueva York con una beca Fulbright, una ayuda educativa en el ámbito de la industria del entretenimiento. Además, recientemente, ha ganado el I Oskar Rieding International Competition for Composers (Slovenia, 2018) y ‘Taller Sonoro’ estrenó una pieza suya en el Festival de Música Manuel de Falla (Cádiz, 2017). Logros en una carrera que acaba de comenzar, a pesar de lo cual ya ha realizado múltiples trabajos, por ejemplo, al servicio de la imagen, habiendo sido nominado a Mejor Banda Sonora en el Festival de Cine de Calzada de Calatrava (2018) por su trabajo en el largometraje ‘Hasta que la muerte los separe’, al tiempo que también obtuvo una Mención a Mejor Banda Sonora en #Comcorto2015 por ‘Supermaca’, primer cortometraje al que le ha hecho la banda sonora, con Antonia Gómez Grande como protagonista y con Ana María Camacho de la Rosa en la producción.

Está estudiando un Máster gracias a una prestigiosa beca.

Y todo ello lo compagina con su trabajo como pianista para diferentes agrupaciones, como ‘El Granuja y sus Majaras’, ‘Fusión Moderna’ y ‘Onubraum Jazz Band’, entre otras, al tiempo que ha tenido la oportunidad de hacer canciones como ‘Un paso al frente’ y vivir experiencias que considera increíbles por todos los rincones de la provincia de Huelva y de gran parte de Andalucía. Vivencias de las que nos habla en esta entrevista.



-Alberto, ¿por qué te encuentras en Nueva York? ¿Qué estás haciendo allí?
-Los Ángeles y Nueva York habían sido siempre dos lugares por donde tenía pensado dejarme caer tarde o temprano. De hecho, cuando me concedieron la beca Fulbright, solicité ambos lugares como destino. Al final elegí Nueva York. Y aquí estoy terminando un máster en creación de música para videojuegos, televisión y cine (Screen Scoring en NYU Steinhardt). Me decanté por Nueva York dado que tiene un programa de dos años bastante más completo que cualquiera de los que hay en Los Ángeles. Sin embargo, Los Ángeles es igualmente parada obligada para cualquier persona que se plantee dedicarse a la industria cinematográfica a tiempo completo, o eso dicen.

Tiene claro que Nueva York y Los Ángeles son ciudades de parada obligatoria para él.

-¿Cuándo tienes previsto regresar a Huelva?
-Volveré a casa por Navidad, pasaré Año Nuevo en Ciudad de México y me volveré a Nueva York en enero. Me graduaré, me mudaré a Los Ángeles al menos durante un año y, después, espero poder dedicarme a lo que me apasiona desde casa.

-¿Te has adaptado bien?
-Nueva York es una ciudad durísima, y el coste de vida es un disparate, pero sí. Al final, me adapté rápido y bien.

-¿Cómo y cuándo te iniciaste en el mundo de la música?
-De pequeño, según cuenta mi madre, antes de hablar, -que tardé en aprender-, tarareaba frecuentemente las melodías que escuchaba. También recuerdo que mi juguete favorito era un pequeño teclado Casio con los nombres de las notas torpemente pintados con rotulador en las teclas sobre las que tocaba todo lo que oía. Supongo que todo aquello tuvo algo que ver. Después, mis padres me apuntaron al Conservatorio con 7 años, y todo lo demás vino después con mucho esfuerzo y sacrificio.

Su trayectoria le ha llevado al mundo de los videojuegos y lo audiovisual.

-¿Por qué has dirigido tus pasos a la televisión, los videojuegos y el cine?
-Por pasión y por necesidad. Las salidas que tiene en España mi profesión son, por tierra, mar, aire, la docencia, la música procesional, la música para el audiovisual, la música para el videojuego y la música contemporánea. Yo las he intentado todas durante la carrera, y de todas ellas, las tres últimas me apasionan casi a partes iguales. No obstante, la música escrita para la pantalla tiene infinitamente más acogida y más salida que la música de concierto, o al menos la música de concierto que aborda las cuestiones estéticas de la actualidad, lo que llaman música contemporánea en el ámbito académico. Me veo demasiado joven para la docencia, y mi lugar nunca ha estado en los ambientes en los que se desarrolla la música cofrade, por decirlo de alguna manera. Sin embargo, gracias a internet, pude ir encontrando oportunidades, -fundamentalmente colaboraciones-, con las que fui aprendiendo a escribir música para la pantalla y dándome a conocer todo lo que podía dentro del mundillo del audiovisual.

-¿Qué trabajos has realizado?
-He hecho muchísimas cosas: cortometrajes, videojuegos, hice un largometraje justo antes de irme, ahora también mezclo y masterizo, hago síntesis y efectos de sonido… Quien quiera saberlo más al detalle puede entrar en mi web (albertoanayamusic.com) y descargar mi CV.

Durante un concierto.

-¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
-Pues ahora mismo estoy haciendo cosas a distancia para NLH Stories y para un videojuego que estamos haciendo entre cuatro personas y que tiene muy buena pinta, que es la tarea que me mandan en la universidad: realizar proyectos bajo la supervisión de un profesor especialista en la labor que voy desempeñando. Y no tardaré en recibir más tarea de los alumnos de Tisch (nos ponen en contacto y nos evalúan por separado. A ellos en su asignatura de proyecto y a mí en las lecciones privadas).

-También estás haciendo un Máster…
-Sí. Y lo estoy haciendo con las optativas del departamento de sonido: Game Audio, Concert Recording, Ear Training for Audio Engineers… Es maravilloso. Súper complementario a mi formación musical.

Todos se sorprendieron cuando se marchó a Nueva York.

-¿Qué piensa tu familia y tus amigos de tu estancia en EEUU?
-Mis padres no se lo creían. De hecho, mi madre rompió a llorar en cuanto le enseñé que iba en serio, que me habían concedido la beca Fulbright, que tenía cita en Madrid para el visado… Porque lo hice todo yo solo. Nadie sabía lo que era aquello de la beca Fulbright, ni tan siquiera yo. Yo la pedí gracias a que un profesor, Rafael Luque Vela, -un gran tipo, otro pedazo de profe que tuve-, me la mencionó. Y, bueno, a día de hoy, yo creo que siguen bastante sorprendidos con el tema. Yo llevo ya un año aquí y todavía no me lo creo…

-¿Te has marcado algún nuevo objetivo?
-Comer de mi oficio. Nada más y nada menos.

-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-La gente y la comida.

Anima a los onubenses a consumir cultura.

-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
-¡Todo el mundo al teatro! Consuman cultura de la manera que sea, pero, por favor, consuman cultura y apoyen las iniciativas locales. Huelva, así como España entera, necesita aprender a valorar lo que tiene en materia de cultura. Valorar la cultura, consumirla, disfrutarla y cuidarla. No sólo para que quienes nos dediquemos a esto nos podamos quedar en nuestro país, sino porque no saben ustedes lo que se están perdiendo, sin menoscabo de la lista de éxitos de Spotify, a los 40, al Top Fiesta y toda esta gente. Amigos y amigas del sur y de España entera, recorte tras recorte y payasada mediático-política tras payasada, nos están convirtiendo en la Florida de Europa. Tú te bajas aquí del avión en el JFK y lo primero que te encuentras anunciado son los espectáculos que acoge la ciudad en Broadway, en el Carneige Hall, Jazz at Lincoln Center… Y está por todas partes: en el metro, en las paradas de autobús… Lo lógico. Sin embargo, te bajas del tren en Sevilla y lo primero que te encuentras anunciado es el Ron Barceló o cualquiera de estos, que aquí no te venden en un supermercado tan alegremente, sino en una tienda de licores, y no te la venden por menos de 30 y tantos dólares. Igual que no te venden un paquete de tabaco por menos de 15. Tenemos tantísimo talento y tan poco público que duele. Duele muchísimo cuando sales fuera y ves a gente pagando 10-15 dólares por entrar a un bar a escuchar a chavales tocando música de la que no ponen a todas horas en la radio ni en la tele, y aquí en Huelva no somos capaces ni de llenar el auditorio del único conservatorio que tenemos ofreciendo conciertos a entrada libre. De verdad, no saben ustedes lo que se están perdiendo.


Puerto de Huelva

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