Antonio José Martínez Navarro. España cuenta con una larga y rica historia relacionada con el baño y termas a lo largo de los siglos.
El baño ha tenido dos vertientes para los hombres de la Edad Antigua. Así, para los griegos era la continuidad del ejercicio físico, mientras que para los musulmanes el baño era el alivio, el placer, el descanso.
De siempre el hombre observó que el agua corriente servía para que se llevase sus excrementos, los restos de su comida. Es más, en algunos poblados palafitos fueron encontrados toscas viviendas con no menos toscos desagües que procedían de unos agujeros practicados en el muro lo que deja bien probado que aquello eran letrinas primitivas.
No podemos detenernos en los baños hallados en la isla de Creta, otros aparecidos en (Oriente y que se suponen datan de 1700 años antes de Jesucristo) ni los baños públicos existentes de los siglos XII y XIII ya que sus pormenores alargarían mucho esta voz enciclopédica. Por ello, vamos a centrarnos sólo en España y, finalmente, en nuestra ciudad.
La tradición del amor de los españoles por el baño nos la legaron los romanos. Siglos más tarde, vinieron los árabes, no menos enamorados del placer bañístico en agua más o menos templada. Incluso le dieron a varios lugares el nombre de Alhamna, que significa fuente o baño termal.
Aunque se suele afirmar que Europa estuvo más de mil años sin lavarse, ese aserto es un tanto exagerado. Es más, el aseo no era ignorado totalmente por la Europa medieval. Por supuesto se comía con los dedos y cada uno cogía lo que podía metiendo la mano en el puchero, pero era usual lavarse las manos antes de comer. El agua se usaba hasta con pétalos de rosas, pero el jabón no se conoció hasta bien entrado el siglo XV.
Según unos documentos que hablan de un proceso, que se conservan en Londres, se dice que a un tal John de Aibdon le mataron unos bellacos en 1291 al salir de un retrete público cercano a la muralla de Londres.
El alcantarillado también tenía su importancia y desarrollo. Leonardo de Vinci proyectó un alcantarillado donde todas las aguas residuales irían a parar al río. El mismo Leonardo inventó un retrete plegable así como para Isabel de Aragón ideó un cuarto de baño con agua caliente corriente, del mismo modo que para Francisco I planeó una serie de retretes en el castillo de Amboise, todos provistos de agua corriente.
Los Reyes españoles se lavaban la cabeza en una habitación. Las toallas se colgaban en pecheros como ahora e incluso, en forma de rollo.
Y el baño familiar colectivo era relativamente usual, con invitados incluidos. Ganivet, en sus “Cartas finlandesas” cuenta cómo todavía allí, a finales del siglo XIX, era costumbre que el invitado fuera bañado por el ama de casa.
El procedimiento para desalojar las aguas residuales era el conocido de asomarse al balcón y advertir a voz en grito: ¡Agua va…!. Más de uno pagó con su vida el ensuciado a un viandante. Precisamente en nuestra capital, el detritus iba por el centro de la calzada, arenosa. En este sentido, la calle del Agua era llamada así, porque por ella corría el agua cenagosa proveniente de las calles Enmedio y otras limítrofes.
La primera casa enclavada en nuestra ciudad que tuvo cuarto de baño, fue la mansión que los Sundheim mandaron elevar, en 1868, en la Alameda Sundheim, vivienda tan suntuosa que albergó al propio rey Alfonso XII cuando éste giró visita en 1882.
En este punto hagamos mención a los pozos negros que toda vivienda tenía y que tantas enfermedades costaron a los habitantes onubenses. Larga y costosa (y abonada por los vecinos a los que les afectaban) fue la instalación del alcantarillado. Comenzó hacia 1880 y mantuvo las obras hasta casi la guerra civil. Pero retrocedamos algunas décadas. Así, en 1883 abre sus puertas el primer establecimiento que dispuso de cuarto de baño o retrete. Nos estamos refiriendo al célebre y suntuoso Hotel Colón. Dejemos que el diario “La Provincia” nos describa su interior:
<<… Los extremos de este edificio son salientes cuatro metros en una longitud de doce, y para que se forme una idea más aproximada de su configuración, diremos que su planta afecta la forma de una H. La planta baja de este edificio tendrá seis departamentos para familias, los cuatro que corresponde a los cuatro ángulos, constaran de sala de recibir, alcoba, sala de baños, retrete y tocador, y tendrá vista sobre dos fachadas; los de adelante, al parterre y al jardín lateral correspondiente; los de atrás a estos mismos y al jardín central. En medio de estos cuatro departamentos y otros dos, que sólo tienen vista a los jardines laterales y que consta de las mismas habitaciones, excepto la sala de baños…>>.
En los primeros años del siglo pasado, comienzan a proliferar los cuartos de baños en las viviendas. Así, en 1893 se construye la Casa denominada “Santísima Trinidad” (vulgo “Brasil Grande”).
Esta casa mastodóntica, que se ubicaba en la calle Enmedio y fue derribada en 1966 ó 1967, se inspiró en el tipo de viviendas hidalgas común en Castilla: Edificios de dos plantas, la segunda de estructura adintelada; con servicios públicos, un retrete para cada división horizontal y una fuente en el patio para toda la vecindad; problemas de hacinación en la construcción, que, en aquel tiempo no se constituía en grave inconveniente, etc.
En 1907, el gran arquitecto Francisco Monís levanta la Casa de la Bola e incorpora cuartos de baño en cada una de las viviendas. En la planta baja, se proyecta (aunque nunca se destinará como tal) el Hotel “París” que, ¡cómo no…! tiene cuarto de baños. Después, surgen otras viviendas que ya poseen el aditamento de cuarto de baños (el palacete de los Mora Claros, la vivienda denominada “El Castillo”, la casa de don Francisco García Morales, en la Avenida Manuel Siurot…). En la parcela de las economías modestas las viviendas ya tienen retretes (el Barrio Obrero, las casas de vecinos aunque compartido también lo poseen…).
En los años cincuenta del siglo XX surge una ley municipal en nuestra capital que obligaba a que toda vivienda tuviera, obligatoriamente, su retrete o escusado. Se realizan inspecciones y todas aquellas casas que no tenían el citado servicio sufrieron una multa que debía ser inexorablemente abonada. Con el transcurrir de los años las nuevas construcciones (las casas elevadas en las barriadas de la Huerta Mena, la denominad<a barriada del Caudillo, la Orden, del Carmen, del Caudillo, etc.) y las antiguas que no tenían su servicio fueron incorporándolos.
En la actualidad, todas las viviendas tienen cuarto de baños provistos de bañera, bidet, lavabo…En este sentido, el cuarto de baños había triunfado en toda la línea, como no podía ser menos, convirtiendo casas insalubres en higiénicas ciento por ciento.