RFB. Ayudar a los demás es para algunos razón de vida, para otros un ejercicio frecuente y para la mayoría de la gente de buena fe, como mínimo, una aspiración. Pero ayudar a los niños, tratar de contribuir a su felicidad, es algo que se sitúa en otra ‘liga’, que eleva las sensaciones, las emociones a las máximas cotas que se pueden experimentar. La realidad infantil que vivimos tiene lagunas, muchas dramáticas. Pero estas situaciones adversas, como todas con las que se enfrenta lo cotidiano, son oportunidades en la que surge la mejor esencia del comportamiento humano.
Es difícil no emocionarse al ver el vídeo que la asociación Alcores -la que gestiona de forma concertada con la Junta de Andalucía en Huelva los procesos de acogida- tiene en su web titulado ‘historias de vida’. En el Cati y María cuentan su experiencia. Estas dos chicas, hermanas, tras años de internamiento en un centro de protección de menores y ya casi sin esperanza -tenían 12 y 10 años respectivamente-, fueron acogidas por una familia que les cambió la vida haciéndoles conocer aspectos de la felicidad para ellas inéditos.
O con los testimonios de María Teresa y Juan, padres de una familia de acogida en la modalidad temporal de urgencias que ya llevan nada menos que seis acogimientos y que muestran la sonrisa más cálida que una persona puede ofrecer.
La gente en Huelva es solidaria, y prueba de ello es que nuestra provincia lidera las cifras de niños acogidos por cada 100.000 habitantes en Andalucía. En concreto 47 niños acogidos por cada 100.000 habitantes, seguida por Cádiz, con 45 y Málaga, con 33. La lista en la Comunidad la cierra Almería, con 20 niños por cada 100.000 habitantes.
En el conjunto de Andalucía, en junio se puso en marcha una nueva campaña de divulgación denominada «Sé mi familia. Cuento contigo» enfocada a dar voz a los niños, niñas y adolescentes que, en primera persona, buscan la convivencia familiar que les puede permitir establecer vínculos afectivos seguros; un estilo de vida donde haya respeto, consideración y cariño entre sus miembros; y la creación de un sentimiento de pertenencia. En definitiva, un entorno familiar adecuado que no solo facilita el desarrollo personal sino que puede ayudar a reparar el daño sufrido.
En la provincia de Huelva hoy en día hay 280 niños en situación de desamparo, entendiéndose por tal el que no están acogidos por sus propios padres. De ellos 160 se encuentran en centros de protección -hay 23 centros o viviendas tuteladas- y 120 con familias de acogida. Los niños que están en los centros de protección esperan la oportunidad de vivir en un hogar y poder beneficiarse de la cercanía y estabilidad que les puede ofrecer una familia.
A parte de este duro panorama, en el que los niños van creciendo y aumentan las dificultades para encontrar una familia, en Huelva en estos momentos hay urgencia con seis niños o niñas que necesitan una familia de acogida. Tienen entre meses y cuatro años y se encuentran en proceso de tutela.
El acogimiento familiar es una medida temporal que permite a niños y niñas en situación de desprotección disfrutar de un entorno familiar y de estabilidad emocional. Es una medida solidaria que busca normalizar su infancia ya que han sufrido situaciones negativas para su desarrollo. La Asociación Alcores cuenta en Huelva con un equipo de 12 profesionales -psicólogos, trabajadores sociales, educadores y abogados- que se ocupan de esta trascendental faceta de búsqueda del bienestar social.
En paralelo a Alcores hay constituida una asociación de familias de acogida en Huelva, que se llama ‘Acompáñame‘, y que pretende intercambiar experiencias y establecer mecanismos de ayuda mutuos entre estas abnegadas familias.
Nazaret Gómez, trabajadora social de Alcores, admite que es un trabajo duro, con respuestas complejas a situaciones extremas, donde aspectos tan dramáticos como la violencia, los posibles abusos sexuales o el alcoholismo se encuentran detrás de unas realidades que ningún niño merece vivir. Paliar esas experiencias negativas y ofrecer una mano abierta para acompañar a los niños a conocer otra forma de vida es la misión que tienen encomendada. Nazaret nos apunta que ‘la experiencia para las familias de acogida es una complicación de vida maravillosa, que permite ver una realidad distinta, ofrecer a los niños valores tan necesitados por ellos como protección, amor y seguridad.’
En este plano tan singular del acogimiento familiar la pena y el dolor es un punto de partida porque hay situaciones de niños y niñas tremendas, pero precisamente esta tristeza inicial multiplica la satisfacción cuando se consigue abrir la vida para unos pequeños que sin ser responsables de nada nacen en un entorno hostil. Comentaba Nazaret que ha conocido niños que venían de una experiencia tan dura como que no sabían ni besar ni abrazar. Verlos aprender a hacerlo y evolucionar de forma natural es algo único.
Hay varias modalidades de acogimiento familiar:
Acogimiento Temporal: Un tipo de acogimiento que se estima de corta duración ya que existe posibilidad de recuperación de la familia biológica a corto plazo, o bien es inminente una decisión sobre su futuro a través de una medida más estable. Más dirigido a menores de 0 a 7 años, pero abierto a todas las edades.
Acogimiento Permanente: Se trata de un acogimiento más largo, según las circunstancias de su familia o de la edad del niño o niña. eminentemente se trata de acogimientos de niños y niñas mayores de 7 años.
Acogimiento de Urgencia: Un tipo de acogimiento simple destinado a niños y niñas de 0 a 7 años que evita que entren en un centro de protección, pasando de la familia biológica directamente a la acogedora. Tiene una duración máxima de 6 meses.
Acogimiento Especializado: Una ayuda a menores con algún tipo de necesidad especial de tipo físico o psicológico.
Con posterioridad a los procedimientos de acogida los niños pueden volver con sus progenitores o son adoptados. Aproximadamente el 60% son adoptados y el 40% se reintegran en su familia original. La relación entre las familias de acogida y los padres biológicos o los adoptivos, según nos señala Nazaret, suele ser buena, lo que permite mantener el contacto con los niños. El agradecimiento en grado superlativo suele ser el sentimiento más extendido en los padres de los niños, porque son conscientes de que esas familias de acogida han permitido una vida normal a los niños y han contribuido a su buen desarrollo físico y emocional.
Cada persona es un mundo, cada vida es única, cada niño es especial. Que los más pequeños puedan vivir situaciones tan injustas no se comprende, pero las esferas más oscuras de nuestra sociedad al final terminan haciéndolos víctimas de algo que se escapa de su entendimiento. Las familias de acogida ayudan a que haya más justicia, ayudan a que nazcan las sonrisas en quienes las tienen más bonitas, los niños.