Una nueva bacteria para la ciencia recibe el nombre de Bacillus onubensis

La bacteria Bacillus onubensis fue hallada en la Gruta de las Maravillas.
La bacteria Bacillus onubensis fue hallada en la Gruta de las Maravillas.

Cristina Morales. Junto a nosotros habitan millones de bacterias desconocidas, microorganismos que pululan por el mismo aire que respiramos. Algunos científicos aseguran que no se conocen más del 1% de ellas, aunque se realizan múltiples estudios y proyectos que tratan de incluir nuevas especies en las bases de datos científicas. Con estas investigaciones se intentan aportar nuevos seres a los existentes, para conocer quienes viven en nuestro mismo ecosistema, además de buscar su interés para la ciencia y la industria farmacéutica.

Un equipo de investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), descubrió una nueva bacteria en el interior de la Gruta de las Maravillas, en el marco de un proyecto de investigación sobre el aire de las cuevas andaluzas, en el que se estudiaron aquellas que presentaban un mayor número de visitantes. Uno de los miembros de este grupo, el profesor de investigación emérito, Cesáreo Saiz-Jiménez, nos cuenta más detalles sobre este hallazgo. Previamente, ya habían estudiado, tanto el aire como las pinturas, de diversas cuevas como Altamira o Leascaux (Francia), que mostraban la invasión de bacterias y hongos.



Bacillus onubensis.

Los grandes volúmenes de visitas de estas zonas bajo tierra hacen que, debido al aire que entra del exterior, se introduzcan microorganismos que comienzan a vivir en su interior. La Aerobiología es, precisamente, la ciencia que se encarga del estudio del aire y de su composición. Un proyecto encargado por la Junta de Andalucía a este grupo de investigadores del IRNAS, se centró en el estudio de varias cuevas andaluzas que, por su número de visitantes, debía llevar un control más exhaustivo del aire, al entrar del exterior. En los años de duración del estudio (del 2009 al 2013) el equipó analizó el aire de la Cueva de Ardales, la Cueva del Tesoro (ambas en la provincia de Málaga) y la Gruta de las Maravillas en Aracena, durante las cuatro estaciones. Aislaron un elevado número de bacterias y hongos, que fueron identificados a nivel de género y especie. 

Tras el estudio exhaustivo del aire de una cueva, según nos cuenta Cesáreo Saiz-Jiménez, se pasan todas las muestras halladas a la base de datos de todas las especies de bacterias que tiene identificadas la ciencia. Si no aparece es que se trata de un descubrimiento «la primera gruta en la que hallamos esta bacteria fue en la de Aracena, aunque luego encontramos la misma especie también en Málaga. Su nombre es Bacillus por ser su especie, aunque teníamos que buscarle un apellido y optamos por onubensis, ya que nos gusta llamarlas en función de dónde hayan sido descubiertas». Tras su identificación se estudia si son patógenas para los humanos o si pudieran ocasionar algún daño a la gruta, así se determina la actuación que debe seguir al estudio. Algunas incluso son propias de esas cuevas, debido a sus peculiares condiciones de temperatura y humedad. 


Puerto de Huelva

Un grupo de investigación del IRNAS firma el descubrimiento.

Precisamente, Bacillus onubensis fue hallada en lo que se considera el exterior de la cueva, ya que fue exactamente en el pasillo de salida, una cueva ambiental que está en la zona. Su posición plantea la incógnita de si está creciendo en el interior o simplemente entró desde fuera y se quedó en el mismo sitio. De momento, solo se ha datado su existencia en la Gruta de las Maravillas y en la Cueva del Tesoro de Málaga. La razón de estos estudios es la de descubrir los distintos seres que cohabitan con nosotros aunque, en gran medida, se investigan para que puedan prestar servicio a la ciencia y, en particular, a la medicina. En la actualidad, se están desarrollando algunas bacterias inmunes a los antibióticos, por lo que se trata de crear nuevas medicinas a partir de otras especies que sí puedan ejercer efecto sobre ellas.

Cesáreo Saiz-Jiménez, uno de los científicos que realizó el hallazgo, es precisamente onubense al igual que la especie que él mismo bautizó. Es profesor de investigación emérito, jubilado pero en activo, ya que sigue investigando y tiene la posibilidad de continuar con su trabajo otros 3 años más. Nacido en La Palma del Condado, estudió biología en la Universidad Complutense de Madrid y presentó su doctorado en el año 1974. Sin embargo, buscaría nuevas áreas para especializarse y en 1987 se volvería a doctorar en la Universidad de Delft (Holanda), en el área de Ingeniería Química y Ciencias de los materiales. Precisamente este año cumple 50 años en el IRNAS, medio siglo al servicio de la ciencia y la investigación. Además, atesora otras experiencias como varias estancias en el extranjero, en países europeos y en Estados Unidos, así como el haber trabajado en la Agencia de Medio Ambiente. Desde hace años forma parte del grupo de investigación ‘Microbiología Ambiental y Patrimonio Cultural’, unidad que ha descrito un total de 22 nuevas especies de bacterias y 5 de hongos.

Se realizaron estudios en las cuevas con más visitantes.

El proyecto, que dio como resultado el descubrimiento de Bacillus onubensis junto a varias especies de bacterias y hongos en distintas cuevas, se desarrolló entre el 2009 y el 2013. Los hallazgos deben ser depositados en las colecciones europeas, con el objetivo de fomentar su estudio entre la comunidad científica. La especie onubense está registrada en varias colecciones (la española, la belga y la alemana), para que los científicos de estos países puedan acceder a ella y buscar una posible aplicación en las distintas industrias, es una manera de colaborar con la ciencia.

Aunque el estudio es de hace varios años, hace tan solo unos días que se ha sabido del hallazgo ya que, los investigadores deben hacer múltiples análisis y recabar numerosas pruebas para que pueda publicarse el descubrimiento en una revista científica, señal de que está contrastado y verificado el hallazgo. El último número de Systematic and Applied Microbiology, ha integrado el artículo sobre este estudio del aire de las cuevas andaluzas más visitadas. Además, este mismo grupo, presentó en el mes de marzo un proyecto europeo con la Universidad de Évora y la Universidad del Algarve (Faro), con bacterias encontradas en cuevas y minas de España y Portugal, con el fin de identificar bacterias que generen nuevos antibióticos.

Se estudia su posible aplicación para desarrollar nuevos antibióticos.

Un descubrimiento para la ciencia que llevará por siempre el gentilicio ‘onubense’, seña de identidad de nuestra tierra y, a partir de ahora, de una nueva especie de microorganismo. La aportación que este hallazgo puede realizar al mundo científico va más allá de la identificación de nuestro entorno, podemos encontrarnos ante un agente que pueda ser imprescindible para combatir alguna enfermedad o para desarrollar algún producto que haga nuestra vida más fácil. No sabemos a ciencia cierta todo lo que nos rodea, está claro que no estamos solos.

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