Redacción. La enuresis nocturna, o incapacidad de controlar la micción durante la noche, afecta a cerca de 10% de los niños de seis a ocho años. Sin embargo, son pocos los casos en los que se acude a la consulta de un especialista, en la mayoría de los casos por vergüenza o desconocimiento. La incontinencia urinaria puede tener su origen en patologías del aparato urinario o de la médula espinal, así como en algún tipo de diabetes o incluso en alguna alteración del sueño.
“El hecho de considerar la enuresis como un proceso benigno con escasa repercusión orgánica y con resolución espontánea hace que algunas familias sean tolerantes a la situación y que no se adhieran fácilmente a tratamientos que requieren motivación por parte tanto de la familia como del niño”, advierte la doctora María José Peláez, especialista en Pediatría, con formación específica en Nefrología Pediátrica del Hospital HLA Los Naranjos de Huelva.
Según la doctora Peláez, “la enuresis nocturna es la incontinencia urinaria durante el sueño en niños con una edad mínima de 5 años que han alcanzado el control de esfínteres diurno”. Puede implicar problemas funcionales o enfermedades crónicas como causa de la incontinencia nocturna. Esta alteración funcional “puede ser primaria, en la que no hay control de esfínteres al menos durante seis meses o secundaria, cuando aparece tras un mínimo de seis meses de control urinario nocturno”. En este último caso, la enuresis “se asocia con mayor incidencia a eventos estresantes o cambios en la familia, como la separación de los padres, el nacimiento de un hermano ola separación del niño de sus padres.
En muchos de los niños con enuresis hay historia familiar. Dos padres enuréticos elevan el riesgo de padecer enuresis al 65-85%”, asegura la doctora, mientras que “si solo uno de ellos lo era, el riesgo es del 45%”. La frecuencia de los episodios es variable, considerándose incontinencia infrecuente, cuando suceden uno o dos episodios a la semana, o moderada, entre cuatro y cinco. Mojar la cama todos los días se evalúa como enuresis grave.
Según la nefróloga pediátrica de HLA Los Naranjos, la enuresis también se puede clasificar en “monosintomática, que no asocia síntomas diurnos sugestivos de un trastorno miccional” y la “no monosintomática”, que es la menos frecuente, ya que “se estima que menos de la mitad de los niños que mojan la cama corresponden a esta categoría”. En el primer caso, el tratamiento se puede manejar de inicio en atención primaria, derivando al nefrólogo en caso de no mejoría. En el resto, hay que tener más cuidado. “Todas las enuresis secundarias y las no monosintomáticas se deben derivar al especialista, para descartar comorbilidades asociadas o sospecha de alguna enfermedad de base, como nefropatía, diabetes mellitus o diabetes insípida”advierte la facultativa.
Causas orgánicas
Es en este punto cuando la consulta médica se convierte en imprescindible. “Existen diversas causas orgánicas que pueden conducir a una enuresis”, alerta la doctora Peláez. Desde “patologías nefrourológicas, como infección urinaria, vejiga hiperactiva o uréter de implantación ectópica, hasta las neurológicas, como las malformaciones de la médula espinal, pasando por las endocrinológicas, como la diabetes”. A juicio de la especialista, también es conveniente “recoger información sobre las características del sueño y la capacidad para despertarse del niño, así como de la presencia de trastornos de este, como parasomnias, trastornos de movimiento durante la noche o síntomas sugestivos de apnea obstructiva”. Según sus datos, entre los pacientes enuréticos “se presentan alteraciones del sueño, casi dos veces más que en niños sin enuresis”.
El tratamiento de estos casos corresponderá con el de la patología de base que cause la enuresis. Si se detecta la diabetes, será farmacológico, mientras que en pacientes con uréter ectópico o malformación medular, se precisará la intervención quirúrgica. Además, en todos ellos, se darán las recomendaciones básicas a seguir en todo paciente enurético: alimentación adecuada, ingesta apropiada de líquidos, higiene miccional, correcto hábito intestinal y rutina del sueño.
Cuando no hay patologías asociadas, unos hábitos de vida saludables pueden ayudar a prevenir la enuresis. La doctora Peláez recomienda una alimentación adecuada para cada edad, evitando la ingesta excesiva de sal y abuso de proteínas, especialmente en la cena. Los padres también han de fomentar la ingesta abundante de agua durante el día, lo que facilita la restricción moderada de líquidos durante la cena y antes de ir a la cama, evitando las bebidas gaseosas y con estimulantes”. Finalmente, la doctora señala la importancia de una buena educación de los niños a la hora de ir al baño, evitando interrumpir las micciones, hábitos retentivos y tratando el estreñimiento si existiera.
Sobre HLA Grupo Hospitalario
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