La Palmera de La Rábida (I)

Imagen de la emblemática palmera de La Rábida, ya desaparecida.
Imagen de la emblemática palmera de La Rábida, ya desaparecida.

Francisco Martín Acosta. En el conjunto de elementos naturales y singulares que poblaron el recinto rabideño, sin género de dudas se encontraba el ejemplar de Palmera datilera (Phoenix dactylìfera), citada con frecuencia en muchos textos publicados relacionados con el propio Monasterio de La Rábida, pero tratada de forma puntual y desde un perfil literario o periodístico, siendo la información botánica al respecto escasa.

En un principio, la primera cuestión que se nos plantea es el origen de la palmera en aquel paraje. Para ello, podemos contemplar dos posibilidades: una que naciera de forma natural a partir de las semillas de otros ejemplares ubicados en este lugar, cultivados o naturalizados, y, por otra parte, de que fuera implantada por la mano del hombre a través de la siembra o la plantación. Con anterioridad a la aparición de dicha Palmera, ya existían otras por los alrededores del edificio monástico, su cultivo se remonta pues desde épocas antiguas. Por lo cual, nos hace pensar en base a ambos planteamientos que la Palmera es descendiente de estos ejemplares que habitaron en el paraje de la Rábida en tiempos pasados.

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Siempre se ha relacionado con la época de Colón, pero no es cierto.

En cuanto a su antigüedad, son variadas las interpretaciones que se han hecho al respecto, la más divulgada eran las relacionadas entre Colón y la Palmera, dándose por hecho durante muchos años de que era de aquella época.

En diferentes ediciones encontramos alusiones en este sentido. Por ejemplo, R. Becerro de Bengoa en su libro La Rábida (1890), cita: “una veterana y gentil palmera, que el buen deseo supone contemporánea de los días de Colón”. La Sociedad Española de Historia Natural. Anales (1891): “….hay una palmera gigantesca de 25 mts. de altura próximamente y tronco poco grueso, y que se sabe positivamente que existía cuándo Colón estuvo en el convento”. En La España Forestal. 1918. El Convento de La Rábida: “…la palmera de Colón”, ya en el siglo XX la publicación El Monasterio de La Rábida, entrega oficial a la Comunidad Franciscana (1920), nos ofrece «…alzáse en medio del camino una magnífica palmera, más de cuatro veces secular…; porque la tradición no interrumpida y constante asegura que existía en tiempos de Colón”.


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El origen de la palmera parece encontrarse en el siglo XVII.

En base a estas y otras exposiciones, y de ser así, la Palmera hubiera tenido más de 400 años de edad antes de ser abatida por el viento, ya en el siglo XX. Algo impensable, pues esta especie de palmera, y en casos excepcionales, no suele superar los 300 años de vida y los 30 mts. de altura. Para conocer la edad de una palmera en principios es difícil de determinar y aún más cuándo la información de partida es pobre y el ejemplar ya no existe como es nuestro caso, pero con la aplicación de parámetros botánicos si se puede realizar una estimación real de su edad. Si tenemos en cuenta, el sexo de la planta, la altura total antes de su caída, entre 25-26 mts., el año en que ocurrió el suceso 1922 y aplicando un valor medio de crecimiento en esta especie de palmeras y otras variables que intervienen en el mismo, nos lleva a considerar que la palmera podía tener una edad biológica de alrededor del cuarto de siglo y datarse de entre mediados y el último tercio del siglo XVII.

Siempre fue una imagen asociada a La Rábida.

Y ya no es hasta el XIX cuando tenemos conocimiento sobre la presencia física de la palmera en este paraje, así dejan testimonio en sus publicaciones W. Irving, A. de los Ríos, P. Fr. José Coll, R. de Lorgues, etc y las recogidas en prensa. Creemos que durante casi todo este tiempo, la palmera tuvo un desarrollo vegetativo óptimo, dentro de las características propias de la especie, y no es hasta finales del siglo XIX y principios del XX cuando empieza a presentar un aspecto de envejecimiento y progresivo deterioro. 

Desapareció en el año 1922.

Con el paso de los años, estos síntomas fueron más acusados, también su grado de inclinación. Y, consecuentemente, se recurren a elementos auxiliares para mantenerla recta, (postes, abrazaderas, vientos de alambres) debido a la preocupante falta de estabilidad mecánica de su tronco por el peso de su corona foliar. Resistió, pero no sirvió de mucho, pues años más tarde, el 1 de enero de 1922 fue abatida por los efectos de un huracán, su estípite se fragmentó a una altura de unos 6 mts. desde el suelo. El tronco que quedó en el terreno se conservó durante años, quizás esperanzados que brotara de nuevo o de mantener el espíritu colombino a través de la simbología que representaba y, en este sentido, hubo, incluso, propuestas para la exposición del trozo derribado en un Museo.

No transcurrió mucho tiempo cuando se efectuó una nueva plantación con la misma especie vegetal y alineada al antiguo ejemplar.

(Continuará)


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