Las nuevas tecnologías cambian la centenaria actividad del comercio de vino en la provincia de Huelva

Ser diferente es un valor añadido cuando se habla de vinos.
Ser diferente es un valor añadido cuando se habla de vinos.
Los vinos del Condado tienen una rica historia.

HBN. La provincia de Huelva es famosa por muchas de sus bondades. Su clima suave, sus bellas playas de arena blanca y fina, la Gruta de las Maravillas, la Sierra de Aracena y Picos de Aroche donde se custodia uno de los mejores jamones del mundo, el de Denominación de Origen Jabugo, su gamba blanca…. ¡y también sus vinos del Condado!

Los caldos de esta zona de la provincia onubense son exquisitos y entrañan una historia y una tradición centenarias. Y es que fue de Villalba del Alcor, según las últimas investigaciones y documentos encontrados en el Archivo de Indias de Sevilla, de donde salió la primera partida de vinos hacia América. La historiadora Águeda Rocío Moreno ha demostrado que esta partida fue comprada en el año 1494 y viajó a Las Indias un año después, en 1495, en las carabelas de Bartolomé Colín, Juan Luzero, Bartolomé de Leza y Fernando Pérez.


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El cultivo de la viña fue introducido en Villalba del Alcor por el maestre de la Orden de Calatrava, Juan Mestre, en 1327 y más tarde, a inicios del siglo XV, las tierras dedicadas a este cultivo comenzaron a crecer en toda la provincia de Huelva y a mejorar sus técnicas de crianza. Así se creó en la zona una industria del vino que aprovechaba los puertos fluviales de Palos y de Moguer para enviar cargamentos con vinos hacia Inglaterra y Países Bajos.

La producción de caldos se distribuyó a través de las rutas atlánticas que comunicaban a los pueblos costeros con los países europeos, según demuestra en un estudio el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Huelva, David González Cruz. De este modo, Inglaterra, Irlanda, Flandes, Francia, Portugal, e incluso Rusia, se convirtieron en los lugares de destino de los barcos que cargaban el fruto de la vid en los puertos onubenses. Como precedente de este tráfico mercantil, basta reseñar que el vino blanco de Lepe ya se conocía en las islas británicas desde el siglo XIV, tal como se reseñaba en los Cuentos de Canterbury.


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En el siglo XXI la manera de distribuir y comercializar el fruto de la vid ha dado un giro de 180 grados. Hoy día las tecnologías lo han cambiado todo y los caldos ahora se pueden comprar desde casa a través de Internet, incluso existen dominios especializados en vino como éste que sirven de ayuda a los empresarios vitícolas y garantizan una comodidad y un servicio puntual en cualquier lugar el mundo.

Las bodegas onubenses se han lanzado a la red, eliminando las fronteras y entrando en contacto con clientes de países muy dispares que ansían probar esos vinos que aún se cultivan y crían siguiendo procesos y técnicas tradicionales. 

De los largos viajes en barco a las entregas en 24 horas se ha recorrido un largo camino en sólo cinco siglos. Quién sabe lo que el futuro deparará a estos vinos que conquistaron América junto a Cristóbal Colón.

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