Redacción. Algunos de los profesores del Ceper Miguel Hernández Gilabert, ubicado en el Centro Penitenciario de Huelva, realizaron un curso de formación sobre patrimonio onubense organizado por el Centro de Profesores de Huelva-Isla Cristina y conocieron como ponente al arqueólogo Diego González Batanero, apoderado y director de Proyectos de la empresa de arqueología Ánfora. Meses más tarde decidieron invitarlo a impartir una charla sobre arqueología a los alumnos del Ceper en las instalaciones del Área socio cultural del Centro penitenciario de Huelva a lo que accedió muy gustosamente.
Asistieron los alumnos de los niveles superiores y del Club de Lectura que llenaron el aula polivalente. Diego con una documentación fotográfica muy amplia y conseguida dio un repaso a los primeros descubrimientos casuales de los que se tienen conocimiento en la ciudad de Huelva, el primer ídolo oculado de la provincia que fue posteriormente donado al Museo onubense por la familia de la persona descubridora, el conjunto de 400 piezas de bronce en su mayoría armas, encontradas en la ría de Huelva en 1923 por la draga Cinta junto al cargadero de mineral de la Compañía de Tharsis, así como el famoso casco griego encontrado en 1930 también en la misma ría, las deidades orientales encontradas por un marinero de Punta Umbría, etc. etc. para continuar con la arqueología científica, parándose obviamente en los descubrimientos de la necrópolis del Cabezo de la Joya realizado por el profesor Juan Pedro Garrido Roig, con sus tumbas principescas, así como el túmulo del parque Moret también descubierto y excavado por el mismo arqueólogo y terminando en el impresionante espacio que representa el descubrimiento del Seminario-La Orden con la gran importancia de sus ídolos oculados y por ser el primer espacio de cultivo de vid de Europa… Dos horas de conocimiento que mantuvieron a los internos absolutamente embelesados en los que recibieron una lección de historia y de procedimientos arqueológicos.
Para terminar el brillante arqueólogo recibió un regalo realizado por los propios internos en los talleres terapéuticos del Centro Penitenciario, como recuerdo de su paso por el mismo, despidiéndose a continuación con la promesa de volver siempre que se le solicitara.