Juan Drago, 70 años de vida

El cerro de los ánsares. Un lugar de creación de Juan drago.
Juan Drago.
Juan Drago.

Juan B. Fdez. Sánchez. En una pequeña estancia de mi hogar, espacio multifuncional de juegos y despacho, se establece el caótico rincón de mi biblioteca. Entre los montoncitos de libros agrupados horizontal o verticalmente, para aprovechar los huecos de las estanterías, no se aprecia orden coherente alguno, salvo en los ejemplares de algunas materias. Todo lo demás es un aparente caos.

Un caos ordenado en mi cabeza, en el que solo yo se desenvolverme para encontrar la ubicación de cada uno de ellos. En esta habitación llena de libros y papeles, que recuerda a la guarida del mago Merlín, existe un grupito de libros que están en un lugar privilegiado, al margen del aparente desorden. Son las obras de mi amigo Juan Drago.

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En este año que va terminando, se han cumplido siete decenios del nacimiento de uno de los escritores onubenses más preclaros de la segunda mitad del siglo XX. Quizás las nuevas generaciones no hayan descubierto aún la lucidez de su obra, que no deja impasible a ninguno de sus lectores.

Juan es capaz de despertar las emociones con su precisión de adjetivos, relatando los paisajes, lugares y situaciones que se muestran en sus obras, paisajes en los que ha desarrollado su vida, todos en nuestra provincia, desde Huelva a Doñana. La palabra de Juan hace que el lector identifique los sentimientos percibidos en un determinado lugar ante una concreta perspectiva, con una precisión que difícilmente sea superable. El autor tiene la capacidad de describir la subjetividad de las sensaciones, de tal manera que uno puede advertir un dejá vu, sintiendo algo ya vivido u oído ante la lectura de sus obras.


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El cerro de los ánsares. Un lugar de creación de Juan drago.
El cerro de los ánsares. Un lugar de creación de Juan drago.

Independientemente de calificar la obra de Juan como prosa, verso, o prosa lírica, todo en Drago es poético. Pero lo verdaderamente trascendental, es la emotividad en sus descripciones, la sensación de que te introduces en el momento y situación representados, por la precisa utilización de la palabra.

En mi caso, quizás sea más fácil reconocer esas sensaciones, porque hemos vivido en épocas diferentes en los mismos espacios, así muchos detalles que refleja en su obra, aún perduraban cuando los conocí.

Desde la infancia en Rociana hasta los veranos en Mazagón, extensión afectiva del pueblo que se une por un cordón umbilical llamado Camino de la Mar, atravesando los cotos hasta el Océano Atlántico, donde existía en la Playa de Castilla, un paraíso de dunas y barrón, médanos y camarinas, que Juan describe emotivamente en su obra De la Luz en el Agua (1981).

Durante mi juventud en Rociana siempre escuché hablar del poeta local Juan Drago, aunque no convivimos en la misma época en la localidad, ya que hacía tiempo que Juan se había trasladado a Huelva con su familia.

El destino hizo que a comienzos de la década de los 90 comenzara a trabajar en la refinería de petróleos, donde Juan llevaba un par de décadas. Allí lo conocí personalmente pudiendo comprobar el talante de hombre bueno en la amplia extensión de la palabra, prudente en extremo, querido por todos sus compañeros, excelente trabajador, que desarrollaba una labor paradójicamente muy alejada de su actividad creadora.

Nos une el nexo común de pertenencia al mismo territorio que habitamos, sobre el que discurrían nuestras charlas, aparte de temas de historia, materia que le apasionaba, y compartíamos impresiones sobre libros que habíamos leído.

Recuerdo la etapa en que Juan, cada lunes en refinería, me relataba sus experiencias durante el fin de semana en Doñana, donde permanecía realizando los trabajos que darían fruto a la obra Doñana: Interiores (1999), de la que fue coautor. Durante aquellas jornadas en Doñana, Juan residía junto a sus compañeros en el Palacio de Marismillas, o en el del Rey, y visitaba los distintos parajes. Me refería sus experiencias en el Cerro de los Ánsares, o del Trigo, sus paseos por La Vera, o El Inglesillo; paisajes que más tarde descubrí, pudiendo rememorar las representaciones de estos lugares que Juan me había hecho.

Cercano a su jubilación, anhelaba el momento para poder dedicarse plenamente a la creación, en su paraíso, al que llamaba “La mazagonia”, refiriéndose a la playa de Mazagón. Por avatares de la vida Juan no ha podido cumplir sus sueños y volver a escribir, pero existe una obra importante que deberíamos conocer.

Debemos adentrarnos en la obra de Juan Drago y vivirla como parte de nuestro patrimonio, en especial de los hijos de la comarca de Doñana. Desde su ópera prima Cartas a Nadie (1968) hasta su última antología Si amanece mientras caminas (2007), podemos disfrutar de la inigualable sensibilidad del autor.

En estos días que acaba el año, es una buena ocasión para descubrir su singular escritura, o para releerla los que ya la conocemos. Animo a todos a que lean y conozcan la obra de Juan Drago, seguro que ninguno quedará impasible ante la sensibilidad de su creación.


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1 comentario en «Juan Drago, 70 años de vida»

  1. Estupendo articulo, he leido «El diván de las mensajeras» y «Orfeo encuentra el mar», y la verdad es que se refleja en su obra lo que escribes sobre el autor. Saludos.

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