Miguel Mojarro
Cortegana es un lugar con un castillo y dos casinos. De los varios casinos que hubo, quedan dos, que resumen la vida del asueto de todos los sectores.
Desaparecidas las características socio-laborales de sus predecesores, los dos casinos se han convertido en joyas de la arquitectura, la cerámica y la estética de sus salones.
Y en sus libros de actas, socios que repiten, porque no quieren perderse las ofertas de ocio de “arriba” y de “abajo”, como decimos los casineros, seamos o no de esta Villa con enjundia.
Uno tiene amigos en ambos y conserva el sabor seductor de las manguaras de los dos salones. Ante la magnífica chimenea vestida de historia de “abajo” o sentado “arriba” en ese salón que invita a leer, a pasear o a charlar, que todo eso se hace en este lugar.
Pero en estos días, el Casino de “Arriba” se viste de acontecimiento importante y abre sus puertas a sus fieles y a los que no lo son, para compartir el brindis más deseado por los casinos: El Centenario bien ganado, día a día, años tras año, crisis sobre crisis.
Porque los casinos tienen crisis, además de otras “cualidades”. No se privan de nada y hacen bien.
El Casino de “Arriba”, mirando a la iglesia de soslayo, como debe ser, se planta orgulloso en una plaza que recupera antiguos hábitos y enseña ventanas nuevas de esas que apetece usarlas de fuera adentro. Porque uno no sabe si buscar la bella plaza desde dentro del Casino o regodearse de la estética del salón, mirando desde fuera.
Y se llenó ese espacio magnífico, para escuchar la voz informada de José Francisco González Vázquez, un joven que no lo parece, porque tiene música de Historia en sus propuestas.
Allí estaban los fieles y los infieles, los mayores y las jóvenes, maridos y mujeres, asiduos e invitados, directivos e infiltrados, … y hasta gente del Grupo Azoteas que no querían perderse este acontecimiento.
Y Antonio, el Presidente, presentó a José Francisco, con la sencillez que lo caracteriza, desapareciendo después entre el público, para dejar todo el protagonismo a la Historia que nos ofrecía el ponente.
En un artículo nuestro de hace unos meses, decíamos que “uno de los apoyos en que se sustentan los casinos, es la figura del Presidente. De su actividad e implicación depende en gran medida la evolución de un casino. Su adaptación o su receso. La poltrona de un casino no es lugar desde el que se ejerce al servicio de intereses personales, sino que es estrado que obliga a levantarse cada mañana con ideas que sirven al casino”.
Hoy lo recordamos, porque este Centenario viene a evidenciar que un Presidente, Antonio Martín Fernández, está para servir y no para servirse. La prueba es todo lo que se está haciendo en este Casino en pocos meses, en aspectos que no se aprecian porque no son lucidos, sino necesarios para la conservación del Casino.
Y otros, para el desarrollo de ofertas a colectivos que no están precisamente integrados en la vida casinera, como son los sectores más jóvenes de la localidad. Ideas y ganas no le faltan a este Presidente. Falta por ver si los apoyos que se necesitan están. Porque son muchos los que harán falta en esta tarea imprescindible de abrir horizontes a nuevas generaciones.
Por eso, en este Centenario, unas Jornadas Culturales dan el aldabonazo a otras acciones que vendrán, en beneficio de un Casino que tiene una historia, una fachada y un salón, que lo convierten en uno de los más atractivos del Sur.
“Sociedades y Casinos en Cortegana”, “Teatro, pro Sociedad Gran Casino”, “Homenaje a los socios mayores”, “Concierto”, “Degustación de bacalao”, “Cena Huelva capital Gastronómica”, “Sardinada al carbón”, “Degustación de vinos”, son algunos de los actos que llenarán julio y agosto.
Pero, para empezar, la presentación, con la palabra interesante y rigurosa de José Francisco. Allí estaban Sebastián, Ana, María Ángeles, Pepe, Saura, … todos los que querían escuchar el sabio mensaje de José Francisco, que puso en la pantalla retazos de la Historia local, antes y después de los casinos. Y en ellos, que son parte de la vida no escrita de Cortegana, pero recordada por la memoria histórica de sus más antiguos.
En otro lugar decíamos: “Los casinos son un patrimonio social único, porque en la memoria de sus socios está todo lo que no se escribe en los documentos. Cuando un casino desaparece, se pierde la memoria histórica que se almacena en la mente de sus socios”.
El Casino de Arriba, de Cortegana, cumple cien años. Cien años de recuerdos y de ocios añorados. Cien años que pueden ser el inicio de otros cien igualmente atractivos y valiosos para la Villa.
Todo empieza en lo anterior, pero continua en el presente. Un presente que esta directiva afronta con primeros pasos bien dados. Un centenario no es final, sino el comienzo del siguiente.
Mientras haya Directivas como la del Casino de Arriba, de Cortegana, los centenarios son legítimos y posibles.
Y motivadores.
Grupo Azoteas
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