Redacción. La navegación a vela y su aprendizaje aportan a sus practicantes, niños, jóvenes y mayores, en buena lógica, los múltiples beneficios que tienen en común con los deportes en general. No obstante, como nos apunta Paco Villalba, director técnico de la Escuela de Vela de Club Deportivo Náutico Punta Umbría, el fomento de la autonomía y la resolución de problemas constituye una de las características más destacadas de este deporte.
‘Cuando el niño tiene que afrontar la responsabilidad, individual, de trimar las velas estando pendiente del timón a expensas de cambios en la intensidad y dirección del viento, esta desarrollando su capacidad autónoma‘. Esto es aún más evidente cuando tiene que achicar la embarcación o afrontar con tranquilidad algún vuelco propio de la vela ligera.
En los últimos tiempos, señala Villalba, se ha puesto especialmente en valor la práctica de este deporte para niños con trastorno de deficit de atención e hiperactividad (TDAH), porque precisamente ese control de la situación, con varios ‘frentes’ a la vez (timón, velas, casco,..) contribuye a fijar la atención y avanzar en el plano organizativo, algo fundamental para este tipo de niños, el 5% de la población infantil.
El director de la Escuela de Vela del CDN Punta Umbría llegó a este desempeño hace cinco años, tras haber pasado una etapa en el Real Club Náutico de Tenerife, mientras estudiaba la carrera de biología marina. Su incorporación a la entidad puntaumbrieña supuso el establecimiento de una mayor regularidad en la formación en vela de la misma, configurándose una escuela permanente.
Nos comenta que los cursos de verano, más populares por razones obvias, sirven para introducir a los chicos y las chicas -por ahora entre 7 y 13 años- en este fascinante deporte. Cuando van cogiendo afición pasan a un segundo estadio, la llamada Escuela de Grumetes, que desarrolla actividad también en invierno pero que aún tiene solo carácter lúdico. El siguiente y definitivo paso en la Escuela de Vela es acceder al Equipo de Regatas, que ya supone una implicación mayor. Actualmente tienen permanentemente ocho regatistas y otros ocho en la Escuela de Grumetes a la espera de dar el salto.
Los perfiles de los alumnos son variados, la mayoría naturales o residentes permanentes en Punta Umbría, y entre 7 y 8 años de edad. Hay algunos, y este es un detalle que Paco resalta, que no tienen tradición de práctica familiar en la náutica, lo que lo hace, si cabe, más interesante y satisfactorio.
El signo distintivo que Villalba atribuye a su Escuela de Vela es la conexión especial que tiene la actividad con la naturaleza y la educación ambiental. La ubicación del club es, en este sentido clave: en la zona de la Peguera y a la vista y acceso de la reserva natural Marismas del Odiel. Aquí las condiciones para la navegación de iniciación son ideales, sin oleaje y con menos corrientes que en otros espacios. A ello hay que sumarle la proximidad del mar, a tan solo 20 minutos de remolque.
Son muchas las actividades que vinculan en esta escuela, como hemos indicado, el aprendizaje de la navegación a vela y la educación ambiental. Hace escasas fechas se concentraron en los residuos flotantes y realizaron su particular campaña de recogida desde las embarcaciones. El navegar por las Marismas del Odiel les permite también recrearse en la contemplación de la infinidad de aves que las habitan, aprendiendo los niños a identificarlas y sus características.
Paco Villalba aprovecha la oportunidad de este reportaje para recalcar que el mito que asocia elitismo a la vela ya está superado, siendo relativamente accesible su práctica (los alumnos de la Escuela de Grumetes no tienen que adquirir ningún material especial, y pagan una cuota mínima mensual) y al alcance de una gran mayoría de la población.
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