Rosa Mora. Podríamos definirlo como un verdadero embajador de Huelva en el exterior, puesto que presume de la ciudad que le vio nacer allá donde va. Con buen sentido del humor confiesa echar de menos la reconocida gastronomía onubense «una buena ‘pimentá’ con boquerones fritos, un puchero con su pringá y una cervecita en Pablo Rada», las vistas de las marismas desde el Conquero y, a nivel más personal, a sus sobrinos llamándolo «Tito Nano».
Al marcharnos dejamos en nuestro lugar de origen a personas queridas. Digamos que es el precio a pagar cuando decidimos hacer las maletas persiguiendo alcanzar nuestros sueños. Graduado en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, el onubense Estéfano Rodríguez Peláez reside en la ciudad francesa de Niza desde septiembre del pasado año.
Habiendo realizado el máster en Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas en la Universidad de Huelva, y el máster en Enseñanza de Francés como lengua extranjera, segunda o materna [que cursó en Francia], este joven de 24 años de edad trabaja en la actualidad como lector de español en la Universidad de Niza Sophia Antipolis.
Sus aspiraciones en la vida son dos, y las tiene clara: ser profesor y seguir siendo feliz. Retos que marcan su día a día. Huelva Buenas Noticias ha tenido la oportunidad de conversar con este onubense que ha regresado a Francia después de que ya disfrutara también su Erasmus en el país galo y durante 2014/2015 trabajase como auxiliar de conversación en una pequeña ciudad de la Bretaña francesa llamada Carhaix- Plouguer.
– ¿En qué momento y por qué decidiste trasladarte a Francia?
– Sinceramente, creo que supe que tenía que venirme a Francia desde que empecé a estudiar este idioma. Tuve la suerte de estudiarlo en un instituto que ofertaba un plan bilingüe de francés, con un buen profesorado. Desde entonces, siempre me ha encantado este país y esta cultura. Forma parte de mí. Decidí que tenía que ir a Francia porque quería vivir algún año en el extranjero y porque quería perfeccionar el idioma.
– Cuéntanos, ¿Dónde trabajas actualmente?
– Trabajo en la Universidad de Niza. Soy lector, que aquí es casi lo mismo que ser profesor. Doy clases de expresión oral, de traducción y de español comercial. Es un trabajo muy exigente porque tengo más de 300 alumnos y la mayoría tiene casi mi edad. De hecho, esto es quizás lo más complicado: dar clases en la universidad con solo 24 años.
– ¿Siempre quisiste dedicarte a la docencia?
– Sí. Siempre lo he tenido claro. Mi padre ha sido profesor de latín y de sociología en el instituto en el que estudié y mis tres hermanos se dedican a la educación formal o no formal (dos de ellos son profesores en Huelva). Desde pequeño me gustaba jugar a ser profesor. Me encanta enseñar y si es un idioma, todavía más. Creo que es la profesión más bonita del mundo y que los profesores tenemos un papel muy importante en esta sociedad de hoy en día. Somos el principal motor para educar en tolerancia.
– ¿Estaba en tus planes trabajar fuera de España?
– Bueno, sí. Al menos, por unos años. Me gusta vivir fuera de España y conocer otras culturas. Al mismo tiempo, hoy en día, es necesario. La situación en España, y sobre todo en comunidades como Andalucía, no nos deja muchas oportunidades a los jóvenes. Además, sé que lo que me hace más feliz en la vida es hablar francés, así que tenía que buscar esta felicidad.
– No es tu primera experiencia en el país galo, ¿Cómo valoras tus anteriores estancias?
– Maravillosas, enriquecedoras, únicas. Mi primer año en Francia fue en Niza también como Erasmus, ¡qué experiencia! Lejos de mi familia, de mis amigos, de todo. Afortunadamente, vine con mi mejor amigo, también de Huelva que hizo que esta experiencia fuera única. También conocí a muchos amigos italianos, alemanes y franceses con los que sigo en contacto ahora. Fue ese año cuando creo que maduré de golpe. Mi segunda experiencia en el extranjero fue en una pequeña ciudad bretona, Carhaix. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a ser tan feliz en una ciudad con 9000 habitantes? Es sin duda la Galicia francesa. Los bretones me acogieron maravillosamente, guardo muy buenos recuerdos y sigo en contacto con ellos. De hecho, ya volví el verano pasado y vuelvo de nuevo este verano, los echo mucho de menos. Es una región sublime con gente con un corazón enorme.
– Resides en Niza, ¿es una ciudad agradable para vivir?
– Es un paraíso. Cerca de los Alpes, a media hora de Italia y de Cannes e incluso a menos de Mónaco. Niza tiene un encanto especial, desde el primer día hace que te sientas como en casa. Por eso, el atentado del pasado 14 de julio me afectó muchísimo, fue un atentado a una de mis ciudades francesas, a mi gente, a mis amigos. Pero, ningún evento tan triste puede dañar esta ciudad. Es cara, pero sinceramente, uno paga lo que tiene.
– ¿Algún rincón favorito?
– Difícil decidir un solo rincón favorito, porque cada rincón tiene su encanto. Creo que no puedo decidir entre dos rincones: la “Promenade des Anglais” y la cascada de las ruinas del castillo. Desde ambos sitios se pueden contemplar las distintas tonalidades de azul que tanto caracterizan esta costa a la que este color da nombre. No me canso de mirar ese azul. Me enamora.
– ¿Cómo es tu día a día?
– Me levanto muy temprano normalmente para ir a trabajar. Después como sobre las 12 (horario francés) y vuelvo a trabajar. Después del trabajo, intento ir a tomar algo con mis amigos o a dar una vuelta antes de cenar. Como estoy estudiando mi segundo máster este año, muchos días tengo que intercalar horas de estudio, y como sabéis, el trabajo de un profesor no acaba en el aula. Después tengo que corregir, preparar clases y contestar a muchos emails de alumnos.
– ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de la vida en Francia?
– La cultura se valora mucho más en Francia que en España. El cine cuesta lo mismo -que teniendo en cuenta la vida en Francia, es como si fuera más barato en España- y la ópera para los estudiantes solo cuesta 5 euros. Sí, una ridiculez. En España es imposible que cueste tan poco. También, aunque no es igual de importante, me llama la atención el precio de algunos alimentos en el supermercado, nunca entenderé porqué el jamón de york cuesta tan caro en Francia, de verdad, parece un lujo en Francia.
– ¿Algún aspecto al que te haya sido complicado adaptarte?
– La educación francesa, la politesse. Aquí vas a comprar el pan y te pasas la mitad del tiempo agradeciendo que te den una barra de pan y deseando un buen día. Así que cuando vuelvo a Huelva me doy cuenta de que soy “muy educado”. Sin embargo, pienso que es algo positivo que gano en mí. Nunca está de más ser educado.
– Sois muchos los españoles que habéis tenido que emigrar, ¿Has coincidido con muchos otros en Francia?
– Sí, en muchas ocasiones. Me alegra mucho. Aunque me encante este idioma y esta cultura, sentir el calor de algunos españoles siempre gusta. Tengo compañeros de trabajo, amigos y conocidos que vienen de otros rincones de España y que me ayudan en mi día a día. Creo que todos asumimos el papel de padre, madre y amigo de otro español que está en el extranjero con nosotros.
– ¿Qué valoras de forma más positiva tu experiencia en el extranjero?
– Viniendo al extranjero es como se abre verdaderamente la mente. No hay que buscar lo mismo que tenemos en casa. Lo que hay que hacer es entender la diferencia de las otras personas y valorarlas. Yo, que soy ateo, he podido conocer aquí a judíos, musulmanes y cristianos maravillosos a los que no les importa pertenecer a diferentes religiones si pueden ayudarse. Eso es estupendo. Olvidar todas las diferencias y centrarse en lo que nos une.
– Y tu familia, ¿qué pensó cuando tomaste la decisión de marcharte?
– Por una parte, se entristeció. No estar en Huelva en el día a día a veces es duro. Perderme eventos familiares es quizás lo peor. Tengo dos sobrinos preciosos que tienen cinco y tres años y les noto mucha diferencia física cada vez que los veo. Para ellos soy el tito que vive en Francia. Mi sobrino no para de preguntarme todos los días si me he cruzado con el jugador francés Pogba. Vengo de una familia humilde y venirme a Francia siempre fue un gran sacrificio, pero mis padres me apoyaron desde el primer día e hicieron todo lo posible para que saliera adelante, cuando yo no tenía ningún recurso económico. Siempre les estaré agradecido.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Quiero ser profesor. No sé dónde ni cuándo. Me voy a preparar las oposiciones para ser o bien profesor de francés en Andalucía o bien profesor de español en Francia. Ambas opciones me llaman mucho la atención. Pero, sobre todo, quiero seguir siendo feliz. La vida es muy corta para no serlo.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Nunca olvidéis de donde venís. Porque la vida da muchas vueltas y no sabemos dónde acabaremos. Mis amigos de aquí dicen que estoy muy orgulloso de Huelva y es verdad. Ser onubense no es para menos.