Mari Paz Díaz. El Museo del Panteón Nacional Haitiano (Mupanah) es un centro situado en la capital haitiana de Puerto Príncipe, destinado a recoger la historia de los protagonistas de la independencia de Haití y la cultura haitiana. Un espacio cultural, inaugurado en 1983, que se puso en marcha para proteger el patrimonio de la isla y difundir la identidad nacional. Una cuestión que, en principio, nos puede parecer que poco o nada tiene que ver con Huelva. Sin embargo, aunque muchos onubenses lo desconozcan, el también llamado Museo Nacional de Haití alberga objetos históricos de gran atractivo, como sucede con el ancla de la nao Santa María, la carabela que fue comandada en 1492 por Cristóbal Colón.
El tema, ya de por sí llamativo, genera aún un mayor interés si nos preguntamos, ¿porque este ancla, recuerdo de la gesta del Descubrimiento de América, se encuentra en Haití y no en la provincia de Huelva, cuna de este acontecimiento histórico? Se trata de una cuestión que, aunque pueda sorprender, no es novedosa, puesto que ya estuvo de plena actualidad en los años treinta del pasado siglo XX. Porque, según ha difundido el investigador onubense Rafael Muñoz Gómez, «en enero de 1932, Haití comunicó al Ayuntamiento de Huelva la negativa a la devolución de esta pieza para su integración en el Museo de la Rábida«. Sí, el Consistorio capitalino pidió hace unas décadas que le fuera devuelta el ancla, pero no lo consiguió.
Hay que recordar que la Santa María fue, junto a La Pinta y La Niña, una de las tres embarcaciones empleadas por Cristóbal Colón en su primer viaje hacia el continente americano en 1492. Era la mayor de las naves, de ahí que fuera nao, siendo propiedad de Juan de la Cosa. A diferencia de las otras dos carabelas, la nave nunca regresó a España debido a que sufrió un naufragio en la isla Española en diciembre de 1492 por una fuerte tormenta. Después, sus restos sirvieron para construir el Fuerte Navidad, el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo.
Ya en mayo de 2014 saltó la noticia a nivel internacional de un equipo de investigadores, que aseguraba haber hallado la carabela Santa María. Un trabajo liderado por el estadounidense Barry Clifford, que localizaba los restos de la embarcación en el fondo del mar, frente a la costa norte de Haití. Todos los indicios apuntaban a que el hallazgo era verdadero, convirtiéndose en uno de los descubrimientos arqueológicos submarinos más destacados del mundo.
Sin ir más lejos, hace unos días, en Punta Umbría, la Diputación Provincial de Huelva y la Fundación Cajasol han firmado un acuerdo con la Fundación Nao Victoria para la construcción de una réplica de la misma Santa María en el marco del 525 Aniversario del Descubrimiento de América del próximo año 2017. Un proceso constructivo que tendrá lugar durante 15 meses en los astilleros puntaumbrieños, estando prevista la botadura del casco para octubre de 2017. Esta nao recorrerá los puertos de todo el mundo, permitiendo una gran promoción de la provincia de Huelva.
Por todo ello, en el marco de esta conmemoración del 525 Aniversario, parece recobrar aún más interés este tema del ancla, sobre la que existe una interesante documentación, que ha sido facilitada a Huelva Buenas Noticias por el propio Rafael Muñoz Gómez, que nos cuenta que el origen de esta historia se produce cuando aparece en las costas de Haití un ancla que, por sus características, parecía pertenecer a la nao Santa María. Un hecho que fue narrado del siguiente modo en un documento del siglo XVIII:
En las costas de la parroquia de La Limonade, á tres leguas del Guarico, se encontró una de las anclas de la Santa María, que naufragó en los escollos de Caracol el 24 Diciembre de 1492, en la finca de Madame Bellevue (…). El lugar del naufragio distaba media legua de la bahía, á cuya orilla se condujeron todos los efectos de la nave; y que si el ancla no fue llevada por los indios tierra adentro, habrá perdido el mar novecientas toesas en aquel sitio, pues esa era la distancia a que se encontró. La clase de terreno prueba la gran cantidad de tierra que han arrastrado las aguas desde la montaña hasta el sitio del hallazgo en el espacio de trescientos años. Asimismo fué en estos terrenos que construyó Colón la Navidad; y es sabido que en la finca Montholon estuvo la embocadura del río San José, cuyo cauce desecado existe todavía, uniéndose sus aguas á las de otro, y según la relación del Almirante en su segundo viaje, llegó el 27 de Noviembre de 1493 á la boca del dicho río. En toda la colonia se daba el nombre de castillo de Colón a las ruinas encontradas en la hacienda Montholon (…).
Así contaba L. E. Moreau de Saint-Méry la aparición en 1781 de una de las cinco o seis anclas que llevaba la nao Santa María, sepultada por los sedimentos de los aluviones del Grand Riviere du Nord, en la isla de La Española, actual Isla de Santo Domingo.
Sobre las circunstancias y el lugar en el que fue localizada el ancla, los datos existentes aseguran que «el ancla se encontró sepultada a 1,20 metros de profundidad y a unos 1.800 metros de la costa. Un hecho que tuvo tanto impacto en Haití que, en los años 30, se colocó un monolito en el lugar donde se halló el ancla. Sin embargo, el río vierte una gran cantidad de sedimentos y el monolito está siendo tapado hasta el punto que, en una fotografía de los años setenta, se mostraba que ya se había enterrado más de un metro», recoge este onubense.
Tras esta aparición, tal y como cuenta Muñoz Gómez, lo primero que hubo que comprobar es si realmente el ancla recuperada en el año 1781 en Haití era auténtica, si había pertenecido a la nave descubridora. Una cuestión que pareció resolverse de forma positiva en dos análisis llevados a cabo al efecto en 1892 y 1933. En ambos casos, por las características de su factura y morfología, se aseguró que sí era una pieza de la época de Cristóbal Colón. De hecho, la comunidad científica ha apoyado estas versiones, considerándose de forma generalizada que realmente se trata del ancla de la Santa María, lo que llevó a Cesáreo Fernández Duro, constructor de la réplica de la nao Santa María en 1892, a imitar esta pieza. Incluso, se piensa que podría ser el ancla que apareció en la playa cuando Colón regresó en su segundo viaje, en 1493.
Otras fechas destacadas en este ámbito se registran en el año 1991, cuando un equipo multidisciplinar de investigadores, formado por Alfonso Maldonado, Enrique Lechuga y María Luisa Cazorla Poza, realizó un completo estudio con el propósito de localizar el punto exacto donde se encontrarían los restos de la nao Santa María. Para ello, estos expertos compararon mapas de la zona de todas las épocas, hicieron cálculos con los vientos predominantes y las corrientes marinas y, especialmente, analizaron la evolución del crecimiento de la costa en la desembocadura del Grand Riviere du Nord, con su gran aportación de sedimentos, sin olvidar los textos que relataban los pormenores del encallamiento de la Santa María.
Tras estas gestiones, tal y como ha podido conocer Rafael Muñoz, se comprobó que la costa había ganado terreno al mar, lo que hacía que el lugar del encallamiento se hallase ahora tierra adentro. El resultado fue la más que posible localización de los restos en un lugar acotado en un pequeño trozo de terreno de unos 300 metros de radio, cerca del lugar donde se levantó La Navidad y de la zona donde apareció el ancla. Sin embargo, cuando estaba a punto de comenzar las excavaciones de los restos de la Santa María, un golpe de estado en el país caribeño impidió que continuara el proyecto. Un deseo que, sin embargo, se retomó el pasado año en el punto en el que fue suspendido.
Sobre la posibilidad de que ahora el ancla venga a Huelva, debemos recordar que esta pieza ha salido en otras ocasiones de Haití. Lo hizo en los años cincuenta por un desfile celebrado en Italia, así como en 1931, cuando fue mostrada en La Exposición Colonial de París. Y fue precisamente a raíz de este acontecimiento de carácter internacional cuando Huelva llamó la atención sobre los derechos de esta provincia sobre este objeto de tanto valor histórico.
Tal y como ha comprobado Muñoz, el Ayuntamiento de Huelva pidió entonces la entrega del ancla a Haití para destinarla al futuro Museo de la Rábida, un centro que finalmente no vio la luz, pero que estaba en proyecto en esta época. Aquella petición del Consistorio onubense fue denegada por el gobierno haitiano, tal y como le comunicaba mediante un oficio al efecto el Cónsul General de la República de Haití, según consta en el Acta Capitular del Ayuntamiento de Huelva de 16 de enero de 1932.
Además, aunque este ancla custodiada en el Museo de Haití sea la más conocida, Rafael también llama la atención sobre la presencia de una segunda ancla de la nao Santa María, que se encuentra en el Arsenal del Faro a Colón, en Santo Domingo, donde permanece desde finales del siglo XVIII. Sobre la misma, este investigador onubense aclara que «en un dibujo del siglo XIX se observa cierta similitud con la de Haití, por lo que no se puede descartar que fuesen dos las anclas recuperadas de la nave descubridora».
El quid de la cuestión sería dilucidar a quién pertenecen los derechos de propiedad de las dos anclas. Desde Huelva se argumenta que si la expedición colombina fue patrocinada por el Reino de Castilla, en el caso de restos subacuáticos, las leyes parecen decantarse a favor del Estado o entidad privada que sufragara la expedición. Asimismo, el tratamiento del caso sería distinto en función de si el hallazgo se produce en aguas internacionales o en aguas nacionales. En esta ocasión, el ancla procede de una expedición estatal, pero el lugar donde apareció ya no está bajo el mar, sino en una capa de sedimentos, en tierra firme.
Ante estos hechos, «serán los juristas los que puedan determinar este punto, si se consideran restos subacuáticos o forman parte de un yacimiento arqueológico. En todo caso, es el Gobierno español el competente para reclamar o no los derechos que le pudieran corresponder, tal y como hizo con el caso de la empresa Odissey y la fragata Nuestra Señora de las Mercedes», concreta Rafael Muñoz.
Con todo ello, a raíz de la difusión de esta investigación, están surgiendo muchas voces en Huelva que apoyan la iniciativa de realizar las gestiones necesarias para recuperar al menos una de las anclas de la Santa María, como sucede con la que se expone en el Museo de Haití. Una cuestión que resulta especialmente llamativa ante la cercanía de la conmemoración del 525 aniversario de la gesta descubridora. Sería un momento idóneo para que el ancla de la Santa María regresara a Huelva, a La Rábida, aunque fuese una cesión con carácter temporal.
En este sentido, habría que tener en cuenta que Haití firmó la Convención Unesco para la protección del patrimonio subacuático, lo que posibilitaría un buen entendimiento con España, por lo que las autoridades españolas, y especialmente los organismos onubenses y los de carácter colombino, pueden tener un argumento muy sólido para iniciar los trámites para que la provincia de Huelva pueda disfrutar de este recuerdo histórico.