Antonio Martínez Navarro.
Reloj en el Ayuntamiento
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Si el Ayuntamiento era el dueño y señor del reloj y estaba obligado moralmente a mantenerlo en perfectas condiciones, era lógico que quisiera tenerlo instalado en la fachada de su propio edificio como ocurría en numerosas poblaciones.
La primera referencia histórica que nos ha llegado sobre la existencia de relojes de rueda está fechada en el año 1300. El primer reloj instalado en una torre acaeció en el año 1393, en la catedral de la Ciudad Condal. Antes del siglo XVI los relojes murales estaban ubicados en catedrales, monasterios, abadías, plazas públicas y en Ayuntamientos cómo ocurrió en nuestra capital, que estaba instalado en el edificio municipal que se encontraba en la Plaza de San Pedro.
La primera referencia que tenemos en nuestro Archivo hace alusión a la existencia de algunos datos de un relojero, que tenía un sueldo de cien reales al año y su residencia en Trigueros (Sesión municipal del día 6 de febrero de 1604):
<<Acordóse en este Cabildo que porque no ay (¡) reloxero, que se procure una persona que lo aderece y que por quanto en la villa de Trigueros está un maestro que se mande a llamar y se concierte con él concierto…>>.
Se deduce que las gestiones no resultaron positivas ya que, en el Cabildo del día 26 del mismo mes y año, se dice:
<<…Por quanto esta villa padece por falta de reloxero (¡), que se llame a Juan Estevan (¡), vecino desta dicha villa, para concertar (¡) el aderesarlo y aviendo (¡) se trató con él que lo aderece de todo lo que fuera menester y que le pondrían dos oficiales, uno por parte del Cabildo y otro por parte del dicho oficial…>>.
Segundo edificio de Ayuntamiento de Huelva (1840-1949) que no disponía en su fachada de reloj (Segunda fachada a la izquierda del lector).
En la sesión municipal del día 6 de septiembre de 1604 se reunían varios relojeros para ver lo mejor para la villa de Huelva en la citada cuestión. En esta reunión se dejaba ver bien claro que las obras de albañilería y carpintería corrían a cargo del Cabildo onubense:
<<…En este se llamó a Juan Fernández Moreno aviendo (¡) venido el dicho Lucas, Sr. Teatino, persona que hace reloxes y se le mostró el relox que el dicho Juan avía (¡) hecho por mandato de este Cavildo (¡) y por parte de este y del dicho Juan se pasó al dicho teatino (1), y aviéndolo (¡) visto y toda la obra que ha hecho en él declaró en su conciencia que merece 221 ducados aviendo (¡) `primero hecho el dicho Moreno unas advertencias que están de vista en poder del Cavildo (‘) y que la obra de albañilería y carpintería no entrasen en esto, sin que el Cabildo (¡) lo aderece a su costa…>>.
Este hombre pudo pertenecer a una Orden religiosa cuya misión primordial consistía en acompañar al patíbulo o lugar de ejecución al reo de muerte o, bien, ¿era su apellido?
La sesión del Cabildo onubense del martes, 19 de agosto de 1608 nos afirma que el reloj estaba en el Ayuntamiento:
<<…En el Cabildo se acordó que por que Juan a (¡) trabajado (¡) en hacer las letras de la tabla del relox y adobado las puertas de este Cabildo y por ello se le manda pagar veinte reales de que se le dará luego libranza en la tesorería atento a que es pobre…>>.
En la sesión municipal del día 9 de noviembre de 1615 se nombra oficialmente un relojero público:
<<…En este Cabildo se trató que atento a que no ay (¡) quien aderece el relox ni quien sepa gobernarlo, se acordó se nombre para ello a Moreno, cerrajero para que tenga cuidado de aderecarlo y quede obligado a aderesarlo, dándose por el citado trabajo cien reales cada año y una arroba de aceite…>>.
En el verano del año 1650 muere el relojero y se busca con rapidez a un sustituto (Sesión municipal del 10 de septiembre del citado año):
<<En esta se acordó que por quanto la persona que aderezaba el relox de esta villa se murió, y covieneaya (¡) persona que cuide del y para ello y para ello sus mercedes… en cada un año de salario a Rodrigo Alonso, cerrajero desta (¡) dicha villa, 18 ducados, los quales (‘) se les paguen de los propios…>>.
Siempre en busca de un relojero que atendiera para que el reloj público de la villa funcionase con toda normalidad. Así, en la sesión del Cabildo del 22 de octubre de 1674 se le asigna el sueldo:
<<…Acordaron que servía de aderezar el relox Fernando García cerrajero y ponerlo en orden y le señalaron el salario en dinero que a los demás se ha dado y que correa desde el primero del presente mes de octubre y asimismo se le libre tres ducados por quenta (¡) de su salario y dose (¡) rreales (¡) de una serradura (¡) que hizo para la puesta del Relox…>>.
Advertimos que veinte años más tarde desempeñaba el puesto de relojero de la villa otro distinto al de la referencia anterior (sesión municipal del 31 de marzo de 1670):
<<…En este Cabildo Gonzalo Hernández, cerrajero vezino (¡) desta (¡) villa, presento petición pidiendo se le manden pagar treinta reales de aderezo del Relox que por de su merced dicho Corregidor aderezó y vista dicha plaza sus mercedes mandaron se le libre…>>.
Con la llegada de un nuevo siglo, XVIII, los problemas continuaron para el Cabildo onubense en lo referente a darles información a sus ciudadanos sobre la hora en que se vivía (Cabildo del 19 de octubre de 1714):
<<…Se dixo (¡) que aviéndose (¡) desconsertado(¡) el relox, sin embargo de diferentes aderezos que se an (¡) hecho en él y que Manuel Franco de Oses y Antonio, cerrajero, se obligan a tenerlo corriente por tiempo de un año que a (¡) de cumplirse a correr desde el día primero de noviembre deste año y fenecerá otro tal el día del año venidero dándole veinte ducadosde vellón y concediéndole la libertad de no pagar derecho alguno,se le conceda la dicha libertad por tiempo de un año y se le paguen los referidos veinte ducados pagados por tersios (¡) y el primero de ellos el referido día primero y por su horden (¡) los demás casos en el que por cuya razón se ajustó con el referido el todo de dicha obra hasta ponerlo corriente en 650 reales de vellón que se obligó el susodicho a ponerlo en dicha conformidad por la referida cantidad para el día primero de agosto próximo que vendrá en este año, siendo del cargo de la villa conduzirlo (¡) a la de San Juan y devolverlo a ésta y así lo acordaron…>>.
En estos años desapareció el reloj al arruinarse la Casa de la Villa en los primeros años del siglo XVIII y vino a entronizarse en la torre de la iglesia de la Concepción, parte llana de la ciudad. Y por el Reloj de la Villa fue conocido a partir de entonces.
Reloj de la Concepción.
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Ya estaba trasladado a la iglesia de la Concepción el reloj público de que disfrutaba la villa de Huelva.
En la sesión del día 2 de julio de 1728, se buscaba el “aliño” del Reloj:
<<…En este se dixo (¡) que por quanto (¡) el relox (¡) de esta villa y que corre a cargo de la villa haze (¡) algunos días que se ha desarreglado y por este horden (¡) padese (¡) el arreglamiento de las horas para el gobierno del común y para que sese (¡) este inconveniente se han hecho unos días para su aliño y aviendo (¡) ocurrido a esta villa Ignacio Roldán Ibáñez, vezino (¡) de la de San Juan del Puerto, maestro cerrajero y de inteligencia en componer el relox y que por este se ha reconocido el defecto que padese (¡) el de esta dicha villa que lo son necesitar de hacerse de nuevo la rueda que llaman de Santa Catalina el piñón principal del volante, dos gujas (¡) en él, calza ala hoy navajas de la agujas y algunos ejes y otros repasos…>>.
El coste del arreglo del reloj le supuso al Ayuntamiento un coste de 650 reales de vellón.
El día 1 de noviembre de 1755 había sufrido Lisboa un terremoto cuyos efectos alcanzaron a muchas poblaciones lusas y españolas, entre ellas Huelva. A consecuencia del seísmo quedó en mal estado la torre de la iglesia de la Concepción que contenía el único reloj público de la villa onubense y que fue demolida varios meses después. A través de la sesión municipal del día 5 de mayo de 1756 sepamos cuáles fueron sus consecuencias en la citada villa:
<<…Que respecto a que de resultas de la ruinas que padeció con el espantoso terremoto del día primero de noviembre del año próximo pasado la iglesia y torre de la Parroquia de Nuestra Señora la Purísima Concepción en la que se halla el relox y que del presente se está derribando, atento a lo qual (¡) y a ser preciso se desarme y quite dicho relox faltando por esta razón el gobierno de tan necesario auxilio para este vecindario, como para el régimen de las oras (¡) de los que se hallan enfermos en esta consideración de la propuesta por los Sres. Alcaldes de … que se está entendiendo dicha obra si discurría algún medio de que quedase en uso el referido relox a coste de algún gasto y que en efecto de esta instancia ha ofrecido al dicho maestro el fabricar en lo alto asoleda contigua a dicha torre que se está demoliendo, dos pilares para poner en ellos una campana a modo de relox dentro de una caja de madera en la propia asoleda para que de este resguardo lo que parece conbiene (¡) de executar (¡) a su costa dándosele quarenta pesos…>>.
La solución se halló provisionalmente acordándose con el maestro que asistía a las obras de fábrica que conducirían a la reconstrucción del templo, en situarse dos pilares en la azoteílla ubicada junto a la torre que se estaba demoliendo para poner en ellos una campana y el reloj, en la misma azotea, dentro de una caja de madera.
Y cesó la tranquilidad del vecindario onubense cuando en la sesión municipal del día 29 de septiembre de 1825 se solucionaba una avería del reloj público de la villa:
<<…Se acordó se pague a don Francisco Herrera sesenta reales de vellón que se le están deviendo (¡) por arreglar el relox que hace días está parado, careciendo el público de saber la hora en que vive, se llamó en el acto al Herrera, quedo satisfecho y concluido el asunto…>>.
En una carta existente en el A. M. H. y dirigida al Sr. Alcalde mayor y (¡) Ilustre Ayuntamiento de esta Villa, que dirige el francés Gabriel Ferchano, éste le hace saber que arregló el Reloj de la Villa en 1829 y estuvo cuidando de que funcionara por espacio de catorce meses, por lo que exige cobrar los citados servicios:
<<…Gabriel Ferchano, súbdito de S. M. el Rey de los franceses, criado del Sr. Coronel de Tellechea al servicio del mismo Monarca y Agente Consular de Francia a V. S. con la mayor veneración y respeto expone: Que habiéndole sido leído el día 30 de noviembre de 1829 un escrito del Sr. Alcalde Mayor dirigido a mi Sr. amo, cuyacopia acompaño marcada con el número uno y en contestación con el número dos sobre hacer yo el reconocimiento del Relox de la Villa que se hallaba parado en aquella época, lo verifiqué dándome mi amo tiempo y permiso para ello; y ha encontrado en el relox tres piezas esenciales de menos las que provisionalmente de madera dura para reemplazar las de bronce, con las quales (¡) tuvo movimiento exacto la máquina por espacio de catorce meses, y hasta que por el uso continuo se gastaron las piezas y paró el relox, en todo este tiempo no he cesado de trabajar para que el relox hiciese el servicio público que tan interesante es; en atención a todo… Suplico a V. S. se me paguen las piezas expresadas construidas por mí, y mi continuo trabajo en todo el tiempo de catorce meses, lo que espera de la justificación del Sr. Alcalde Mayor Presidente y del Cuerpo Municipal. Huelva, 21 de marzo de 1831. Firma…>>-
En la sesión municipal del 4 de enero de 1862 se trataba de que el reloj de la iglesia de la Concepción funcionara por la intervención de una persona que lo cuidara:
<<…Que se nombre una persona facultativa que se encargue del reloj público de esta capital, que existe en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, a fin que cuide del mismo, y pueda hacer las composturas que ofrezcan durante cada año, con la asignación de cuatrocientos reales anuales…>>.
Meses más tarde, con Acuerdo del 28 de noviembre de 1862, el cura elevaba el grito al aire en defensa del reloj que tantos servicios producía al vecindario:
<<…Primeramente por disposición del Sr. Presidente se dio lectura al expediente formado en virtud de reclamación del Sr. Cura de la Concepción para que se componga el reloj público establecido en la torre de dicha parroquia, y visto el informe evacuado por el maestro relojero don Juan Muriano, acordó el Ayuntamiento que se reduzca la obra a la composición del diente de la rueda Catalina, cuyo costo se ha graduado en ciento sesenta pesetas, que sin embargo se dé aviso al otro relojero don Juan Díaz para que emitiendo su opinión, se vea si lo hace más varato (¡), y últimamente que siendo éste un gasto extraordinario, se eleve el expediente al Sr. Gobernador Civil de la provincia, para obtener su aprobación y beneplácito con aplicación al capítulo de Imprevistos…>>.
Dos años más tarde, Huelva que como capital de provincia debía ofrecer lo mejor a sus ciudadanos y a los forasteros que cada vez, en mayor número, se acercaban a ella, el Municipio destinaba una cantidad para que los onubenses tuviesen hora en los sitios más céntricos de la villa (Legajo, número 234 del A. M. H.):
<<Visto el certificado del acuerdo de ese Municipio que me remite con oficio 7 del actual, solicitando se liberase la suspensión de 880 escudos para el pago de dos relojes públicos; como asimismo de los 200 consignados también para la conservación, renovación y riegos de los paseos públicos teniendo en cuenta las razones que aduce para ello he acordado levantar dicha suspensión, pudiendo hacer uso de dichas cantidades en la forma y manera que sea necesaria. Dios…Huelva, 10 de agosto de 1867. El Gobernador interino, Francisco González…>>.
En la sesión municipal del día 29 de noviembre de 1866 el Cabildo acuerda “que en virtud de hallarse parado desde hacía días el único reloj de la población por hallarse inutilizado por su mucha antigüedad, había que ponerle remedio urgentísimo a la situación para lo cual proponía, y se acordó por unanimidad, el encargo de dos relojes nuevos, uno para la Concepción y otro para San Pedro, porque en todo aquel barrio no se oía el que estaba en la de la Concepción”. Una carta, acompañada de un catálogo, de un fabricante de Bilbao le dio alas a la idea propuesta por el Municipio. Así, de la citada ciudad vasca salieron los referidos relojes el 24 de marzo de 1867 con destino a las dichas torres: el día 8 de abril llegaba a la capital hispalense y el 3 de mayo un falucho desembarcaba el otro reloj en el puerto de Huelva.
La génesis del reloj de la iglesia de San Pedro nos la confirma Manuel Jesús Carrasco Terriza en su obra titulada “La iglesia mayor de San Pedro de Huelva”:
<<…Una obra que afectó al aspecto externo de la torre fue la instalación del reloj. El cura de San Pedro, Diego Gómez Mora, solicita, el 19 de mayo de 1967, del Secretario de Cámara y Gobierno que el Arzobispado autorice la colocación de un reloj en la torre, a iniciativas del Ayuntamiento de Huelva. Especifica que nunca hubo reloj en la torre, por lo que era preciso construir el local, taladrar el muro en la parte conveniente de la torre, y servirse de una de las campanas. El Cardenal Arzobispo lo autorizó a los dos días…>>.
En una época floreciente para la Relojería, la Casa relojera de Tomás Foster, de Ingenieros mecánicos, situada en la calle madrileña de Martín de Vargas, números 5 y 7, le enviaba al Ayuntamiento de Huelva un lujoso catálogo con la mayor gama de relojes de pared “Dethu y Roy” y a unos precios muy reducidos. Este es el paso decisivo que conllevaría a que nuestra capital dispusiese de varios relojes públicos de pared.
Los relojes públicos de pared eran obligatorios en las Escuelas de primera enseñanza. Así, el traslado a la nueva Casa de Escuela de Niñas se debió de verificar en los días 21 y 22 de mayo de 1871, pero el menaje o mobiliario de la misma era defectuoso: faltaba, entre otras cosas, un reloj de pared para llevar el control en los exámenes. Así, se lo hizo sentir la maestra, doña Francisca Carrión, al alcalde de la capital, según el Legajo, número 237 del A. M. H.
A partir de estas fechas se van a entrecruzar los datos históricos de los dos relojes existentes, el de la Concepción y el de San Pedro, que estuvieron sin el cuido adecuado, hasta que fue nombrado relojero Francisco Martínez (Legajo, número 238):
<<Sr. don Francisco Martínez. En Huelva, 7 de junio de 1872. El Ayuntamiento de esta capital en sesión del día de ayer ha acordado nombrar a Vd. encargado de los relojes de San Pedro y la Concepción con la retribución de 125 pesetas anuales. Lo que comunico a Vd. para su conocimiento a fin de que se sirva encargarse desde luego de los referidos relojes. Dios…>>.
Nada más ingresar como funcionario, don Francisco observó las malas condiciones de los relojes aludidos:
<<En tomar posesión del cargo de Regidor y cuidar las dos relojes de San Pedro y la Concepción, que el Ayuntamiento de esta capital se ha dignado conferirme, es mi deber hacerle presente que por defecto del tiempo que lleva de uso y de las malas condiciones que para preservarlo del polvo se reúne en los sitios en que están colocados, se encuentran en un estado de suciedad tal, que de no repasar y limpiar en breve todas sus piezas, es completamente imposible la buena marcha y perfecta regularidad. Dios…Huelva, 20 de junio de 1872. Francisco Martínez…>>.
En la sesión municipal del citado día 20 de junio de 1872 se comunicaba de la futura creación de una Comisión encargada de que velase por el mantenimiento y funcionamiento de los relojes:
<<…A virtud de una comunicación del encargado de los Relojes de la villa se nombra una Comisión compuesta don Rafael de la Corte, don Miguel Vázquez y don Antonio de la Corte para que en unión de aquel inspeccionase dichos relojes que necesitaban limpiarse…>>.
En la sesión municipal dada una semana más tarde “Se hace presente el mal estado en que aquellos se encuentran por estar sumamente empolvados y se acordó proceder a la limpieza de los mismos…”.
Comenzando julio de 1874 y en vista de que el reloj de la iglesia no funcionaba, el cura párroco de San Pedro le solicitaba a la Corporación municipal su reparación (Legajo, número 240):
<<Iglesia Parroquial de San Pedro. Las repetidas veces en que ya de tiempo el reloj de esta torre y sus organismos mecánicos no nos presta el servicio a que se destina, ya por pararse frecuentemente, ya por no dar la hora conveniente desde las doce a las tres, me constituye en el deber de hacer un llamamiento a la Corporación municipal de la digna presidencia de Vd. para que envíe de los fondos a su cargo, pueda atenderse a este servicio preferente. Dios…Huelva, 3 de julio de 1874. Diego Gómez Mora…. >>.
En la sesión municipal del día 28 de noviembre de 1875, “Se trata de que el relojero Martínez que ha arreglado el de la Concepción rebaje un poco el precio que ha ofrecido…”.
En el Legajo número 48 de Oficios y Minutas hallamos el escrito que el Sr. Vélez, relojero público, dirige al Sr. Alcalde Constitucional de esta capital en el que acepta llevar adelante el funcionamiento de los dos relojes existentes en esta fecha en la capital:
<<…En contestación a su atenta comunicación, fecha 20 del pasado julio, digo que acepto el cargo de cuidar los dos relojes públicos de esta capital, en la citación que el Ayuntamiento de su digna presidencia, ha tenido a bien acordar. Huelva, 20 de agosto de 1875. José Vélez…>>.
En la sesión municipal del día 26 de junio de 1879 se trataban de varias mejoras para la capital, entre ellas la composición del reloj de la Concepción y el establecimiento de una farola con destino a las Casas Capitulares:
<<…Se concedió autorización al Sr. Alcalde para que de la partida de imprevistos pueda librar los gastos necesarios para la composición del reloj público de la Concepción, para los gastos de escritura del solar adquirido a don José María Trianes y para establecer una lámpara o farola de “Lux Victori” con destino a las Casas Capitulares…>>.
<<…El Sr. Alcalde espuso (¡) de que algunos de los señores concejales desean que se adquiera un reloj de esfera trasparente que se encuentra a la venta en el establecimiento de los Sres. Martínez Hermanos y que se coloque en la torre de la parroquia de la Concepción. Usaron de la palabra varios señores y considerando S. E. útil y beneficiosa la realización del deseo manifestado, se acordó nombrar una Comisión compuesta de los Sres. presidente, Pinto, Corte, García Quintero y Bel a fin de que, hablándose del precio y condiciones y que en el caso de que se adquiera, se instale, el que hoy se encuentra establecido en la iglesia de la Merced…>>.
En 1890 el relojero público era don Juan Conde. Así, en la sesión municipal del día 20 de octubre del citado año se dice:
<<…En vista de un escrito de don Juan Conde, pretendiendo se le aumente la suma que se le tiene consignada en el concepto de encargado de los relojes públicos, acordó S. E. que pasara a informe de la Comisión de Hacienda…>>.
En la sesión del día 26 de noviembre de 1890 se acuerda aumentarle el sueldo:
<<…Se habla de concedérsele dicha bonificación en 25 pesetas mensuales atendiendo al mayor trabajo que le proporciona este servicio y que este aumento se tenga en cuenta al firmarse el presupuesto adicional…>>.
Tenemos que detenernos unos instantes en la figura de Juan Conde. Dirigía una escuela gratuita en la que daba aprendizaje a los más pobres. Así, en la sesión del día 31 de diciembre de ese mismo año solicitaba una subvención para su escuela.
¿Llegó a establecerse la esfera en la iglesia de la Concepción?: Sí. En la sesión municipal del día 13 de enero de 1897 leemos;
<<…Otra de cincuenta pesetas por materiales y jornales invertidos en pintar la esfera del reloj establecido en la torre de la iglesia de la Concepción…>>.
Empezaba el siglo XX y era relojero municipal don Gerónimo de la Corte Gutiérrez. Así nos lo indica la sesión del día 21 de abril de 1901:
<<…Nombrar encargado de los relojes con la gratificación anual de quinientas pesetas a don Gerónimo de la Corte Gutiérrez…>>.
De la sesión efectuada el día 14 de agosto de 1908 se deduce que don Gerónimo de la Corte dejó su plaza de relojero, siendo sustituido por don Juan Conde Gordillo:
<<…Dada lectura al informe que emite la Comisión de Hacienda con vista de un escrito de don Gerónimo de la Corte en el que ofrece hacerse cargo del cuidado de los relojes públicos, incluso su conservación y reparación suministrando el material necesario, por la suma anual de setecientas cincuenta y siete pesetas, solicitud que la Comisión de Hacienda propone que sea aceptada a los intereses municipales, abierta discusión el Sr. Díaz Barreda se opuso a la aprobación del dictamen proponiendo el Sr. Coto que el cargo se provea en concurso.
Puesto a votación el dictamen fue aprobado quedando nombrado encargado don Gerónimo de la Corte Gutiérrez y cesando don Juan Conde Gordillo que venía desempeñando dicho cargo…>>.
En la sesión municipal del 9 de mayo de 1919, se pretendía localizar a un relojero que arreglara la esfera del reloj de la iglesia de San Pedro:
<<…Se acordó invitar a los relojeros establecidos en esta ciudad para que den precio para la venta e instalación de una esfera de cristal para el reloj de San Pedro, a fin de elegir la proposición más ventajosa…. >>.
En la sesión municipal del día 3 de marzo de 1910 elrelojero público solicitaba se le abonasen ciertos servicios especiales:
<<…Se acordó que pase a informe de la Comisión de Hacienda un escrito de don Gerónimo de la Corte solicitando se le remuneren servicios especiales como encargado de los relojes públicos…>>.
Dos meses tardaron en colocar la nueva esfera. Así lo proclaman en el diario “La Provincia” del martes 22 de julio de 1919:
<<Hoy ha quedado colocada la nueva esfera del reloj de San Pedro.
La mejora ha sido bien acogida por aquel vecindario que desde hace varios meses se veía imposibilitado de saber la hora, por carecer de reloj de esfera>>.
El reloj de la parroquia de San Pedro debía estar funcionando. Pero, qué es lo que le pasaba: ¿Qué estaba averiado o simplemente no se le daba cuerda? Ante cualquiera de las dos razones Montero Escalera, reportero del diario “La Provincia”, del día 20 de diciembre de 1933, mostraba su interés para que funcionara nuevamente:
<<Al reloj de San Pedro le ha dado un calambre, un calambre que le ha dejado muy quietecito, inmóvil en su alto pedestal de la parroquia vieja.
El reloj de San Pedro hace unos cuantos días, según nos informan, que no da la hora porque su propia quietud ha dejado sin nervio al martillo que golpeaba la campana sonora de la que se descuelga su propia voz que le dice a los vecinos del barrio alto ahora es la una y ahora son las dos y así sucesivamente.
Hace mucho frío y todo lo que está parado nos produce mucha angustia, por eso nosotros al pasar por la hoy plaza del 14 de abril nos dio repeluco el pobre reloj de la torre de la parroquia vieja y este repeluco fue porque nos lo imaginamos con todos sus miembros metálicos engarrotado sin que pudiera echarse un poco de aliento en sus manecillas condenadas a estar separadas durante todo el día a lo mejor por un imperdonable olvido.
El pobrecillo reloj parece pedirnos un poco de cuerda>>.
En la sesión municipal del 1 de abril de 1936, un relojero solicita el cargo que en tal misión desarrollaba su padre:
<<…Desestimar instancia de don José Conde Díaz interesando se le nombre para el cargo de encargado de los relojes públicos que desempeñó su difunto padre, por no existir consignación en puestos para dicho cargo…>>.
En la sesión municipal celebrada el día 21 de enero de 1937, se recibía “Escrito de don Manuel Molina López, relojero municipal, interesando mejora de retribución” y otro escrito de don Alejandro Cano Rincón y otros vecinos de esta capital, sobre reposición del reloj en la iglesia de San Pedro”.
Nuevamente recurrimos a la obra “La iglesia mayor de San Pedro de Huelva” de Manuel Jesús Carrasco Terriza:
<<…El 9 de mayo de 1919, el Ayuntamiento invitaba a los relojeros de la ciudad a que presentaran ofertas por la mejora de la esfera. Se aprobó el presentado por don Juan Muñoz Beltrán. Fue reparado en 1937 y, tras un largo parón, arreglado de nuevo en 1965, para ser finalmente sustituido por otro electrónico en 1978…>>.
Años de dejación por los acontecimientos bélicos y cuando hubo unos instantes de relax se pensó en la reparación del reloj de la Concepción:
<<…Se acordó aprobar presupuesto para la reparación extraordinaria del reloj de la iglesia de la Concepción, formulado por el Sr. Relojero Municipal, importante quinientas pesetas…>>.
Días más tarde, Comisiones Permanentes del 13 de agosto de 1941, se vuelve a insistir en el mismo tema:
<<…El Sr. Díaz Castro encareció la reparación del reloj público de la iglesia de la Concepción…>>.