HBN. La planta de generación y tratamiento de pasta es una infraestructura que empezó a operar en la empresa minera MATSA, titular de los derechos de explotación de las minas de Aguas Teñidas, Magdalena y Sotiel en la provincia de Huelva, en 2010 y supone la innovación más importante desde el punto de vista ambiental que se ha introducido en el sector minero español.
Javier Lázaro es el jefe del departamento de la Planta de Pasta y Gunita de las minas de Aguas Teñidas y Magdalena desde el año 2013, un ingeniero de Minas licenciado en la Politécnica de Madrid que posee una amplia experiencia en operaciones mineras, muy especialmente en el mundo de los túneles y las operaciones a cielo abierto. Es por su amplio currículum que la compañía decidió concederle la responsabilidad de encargarse del área de relleno, muy vinculada a estos ámbitos en los que había trabajado previamente.
Como bien explica Javier Lázaro, para alcanzar a comprender la relevancia de la planta de pasta es necesario saber qué ocurría antes con los residuos en las explotaciones mineras. El mineral que se extrae de las mismas pasa a la planta de concentrado y, en este proceso, se obtiene un residuo o subproducto denominado estéril que, históricamente, no se aprovechaba y que se depositaba en unas balsas o diques con el consiguiente impacto ambiental que ello conllevaba.
Con el tiempo, se pusieron en marcha distintos sistemas rudimentarios y costosos para buscar una salida o utilidad a estos estériles, pero ha sido MATSA la empresa que ha logrado instaurar en España una tecnología que permite su aprovechamiento de manera completamente sostenible.
Según señala Javier Lázaro, en la planta de pasta este subproducto se mezcla con cemento y se vuelve a introducir en la mina mediante un sistema de tuberías, rellenando los huecos vacíos resultantes del proceso de la explotación minera. Es decir, se devuelve a la mina el mismo material que ha salido de ella, previamente tratado y ya aprovechado, consiguiendo de esta manera dar una utilidad medioambiental a los estériles y evitar que se queden cavidades en la estructura del yacimiento tras la extracción de los minerales.
Para que este sistema funcione es necesario ir ampliando, conforme se abren nuevas cámaras, la red de tuberías (ya de varios kilómetros), que es la que permite que la pasta alcance los espacios vacíos. Por estos tubos, unidos y concatenados a varios niveles, los mismos que los de explotación, se introduce la mezcla de estériles y cemento y se conduce hasta el espacio a rellenar. En este sentido, cabe destacar que esta infraestructura tiene también su propio mantenimiento, ya que cuando se producen paradas productivas, se lavan con agua y aire a presión para que no queden taponadas por restos de pasta y puedan volver a ser utilizadas cuando así se requiera.
Tras realizar el proceso de relleno de pasta -el cual no tiene limitaciones de volumen ni de profundidad-, se espera un mes a que ésta se compacte, adquiriendo una resistencia que le confiere una enorme solidez, siendo capaz de soportar la sobre excavación del espacio que se encuentra alrededor del hueco rellenado sin que haya posibilidades de que se destruya. Como apunta Lázaro, «obtenemos una pared rígida de pasta seca con cemento y entonces podemos continuar con la explotación abriendo cámaras en zonas adyacentes o superiores sin temor a desprendimientos. Es un sustento, algo que nos ayuda a sostener el yacimiento como si fuera una pared de hormigón. Rellenamos un hueco que iba a estar vacío para que la excavación del macizo no provoque un daño en la macro estructura del mismo«.
En suma, la inyección de pasta en las cavidades permite recuperar los pilares que soportan el yacimiento, convirtiéndose, en los cimientos para poder seguir explotando cámaras junto o por encima de otras cámaras. Si no se rellenaran estos huecos, la estabilidad del macizo mineral quedaría debilitada y no habría seguridad suficiente para continuar con las extracciones. «Los bloques del macizo caerían y habría mayor pérdida de mineral», apunta el responsable de la planta de pasta.
Así pues, lo conseguido por MATSA técnicamente gracias a este sistema es que la pasta esté integrada de manera eficiente en el proceso, logrando a la par una alta producción en la secuencia de explotación de la propia mina. Un método revolucionario en su sector, con un control exhaustivo del proceso de fabricación y gran optimización de la calidad y la producción.
En resumen, Javier Lázaro pone de relieve la importancia de la planta de pasta a nivel medioambiental. Asimismo, también señala que el método de explotación exige la extracción de una parte del mineral, dejando otra parte como sujeción del macizo rocoso, logrando gracias a la pasta, «recuperar casi el 90% el macizo mineral sin necesidad de dejar pilares, porque la propia pasta rellena los huecos y permite la recuperación de los mismos. No dejamos ningún mineral en la mina. Optimizamos al máximo el yacimiento minero».
En conclusión, MATSA sigue avanzando, gracias a la innovación y a la tecnología, en su secuencia de explotación, poniendo en práctica métodos que no sólo son altamente productivos, sino que suponen verdaderas soluciones medioambientales, estableciendo los mecanismos oportunos que sirvan para corregir las huellas mineras del pasado haciendo de su actividad una operación sostenible, compatible e integrada con el medio natural.