M. P. D. Aunque paymoguera de nacimiento, Dolores Díaz Vaz es bartolina de adopción, puesto que vive en San Bartolomé de la Torre desde hace treinta años, así que tiene dividido su corazón entre ambas localidades onubenses. A nivel profesional es auxiliar de enfermería, una labor que ha venido desarrollando en diferentes hospitales de la provincia de Huelva, aunque actualmente se encuentra trabajando en la U.E.D. ‘Blas Infante’ de San Bartolomé.
Una actividad profesional que, además, ha querido compaginar con la escritura. Sí, porque esta onubense acaba de publicar su primer libro bajo el título de Retazos. Romances y otros cuentos, un nombre con el que ha querido poner de manifiesto que la obra está realizada con trozos de la memoria de mucha gente a la que ha tenido la gran suerte de conocer.
Un trabajo al que ha dado forma gracias al impulso de Manuel Peña Díaz, profesor en Universidad de Córdoba y director de la revista A.H Andalucía en la historia, creador del proyecto, si bien, también ha contado con la ayuda de su buen amigo Fernando Díaz Ponce, profesor de Lengua del instituto de Puebla de Guzmán, y de Rafael González Palacios, profesor de Bellas Artes de Sevilla.
‘Retazos’ es el libro número 9 de la colección de libros ‘Biblioteca País del Mago’. Una obra que se presentaba al público en general en Paymogo el pasado 26 de marzo, junto a otro libro de la misma editorial, Corazón de Adelfa, de Casto Márquez. Posteriormente, también se dio a conocer en San Bartolomé de la Torre, en un acto celebrado con motivo del Día Internacional del Libro, que contó con la presencia del alcalde bartolino Manuel Domínguez Limón, la vicepresidenta de la Diputación María Eugenia Limón Bayo, y la presidenta de Cruz Roja de San Bartolomé, Isabel Bonaño Gómez. Además, entre los asistentes se encontraron numerosos vecinos de la localidad.
Como escribe en el prólogo el profesor Fernando Díaz Ponce, el libro no pretende ser un trabajo riguroso de investigación historiográfica ni filológica de todos los textos que han podido circular por los distintos grupos familiares o de trabajo del pueblo. Este nuevo título se caracteriza por haber sido elaborado tras una muy cuidadosa búsqueda de dichos textos con el fin de plasmarlos y dejarlos por escrito en una antología de relatos de la tradición oral, recreados en el ámbito familiar cotidiano de la autora. Ésta es, básicamente, su intención, transmitir una experiencia vivida a través de relatos oídos en su infancia en Paymogo y contados como forma de entretenimiento en las reuniones familiares. Éstas han sido las premisas clave en sus criterios de selección y clasificación.
Tal y como explica la autora, «por mi trabajo con mayores -y sabiendo de la inmejorable memoria de algunos, como es el caso de Dominga Rodríguez Pérez- fui recopilando poesías, romances y coplas antiguas que yo recordaba y algunas incompletas que ella me recordaba, dada la similitud del habla y los dichos al lenguaje de Paymogo, además de las de mis abuelos y otros vecinos de Paymogo, como Bartolomé, Antonia y Juana. Todo este compendio de personas tan geniales fueron dando forma al libro». Además, «como dice Ana Pelegín : «En la vida cotidiana de los pueblos, el contar cuentos, anécdotas o chascarrilos, constituye parte de las costumbres y formas sociales.» Para Dolores, este libro es «un homenaje a la trasmisión oral y a los mayores que alguna vez nos dedicaron su tiempo y su memoria».
No hay que olvidar que Paymogo, al ser un pueblo eminentemente agrícola-ganadero, da lugar a una serie de relatos orales que se transmiten en distintas épocas del año coincidiendo con el desarrollo de las tareas propias de cada temporada: apañar aceitunas, bellotas, arrancar monte, la siega, la trilla, la pela de las ovejas… En muchas ocasiones las tareas se acompañaban con canciones que generalmente eran entonadas por cuadrillas de mujeres en el tajo.
La primera parte de Retazos, se trata de composiciones populares en Paymogo, empleadas en las labores agrícolas o de pastoreo, donde prevalecía la trasmisión oral. La segunda parte son coplas y romances diferentes -la mayoría con sus correspondientes autores-, las aprendió la autora de su madre y sus abuelas, de forma oral, y ellas a su vez las sabían por los libros o pliego suletos que circularon por nuestros pueblos desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. Un libro, por tanto, para no perderse.