María Mascareña. Acabo de abrir un ojo y veo que la luz del sol entra en mi cuarto. Oigo los pájaros cantar, siento el movimiento de la gente en la calle, me doy cuenta de que el día ha comenzado y yo sigo aún acostada. ¿Me levanto o sigo disfrutando del placer que me da remolonear en la cama? Sé que tengo mil cosas que hacer en el día de hoy, pero aún no tengo ganas de moverme, quiero descansar… Sin embargo me pueden las obligaciones, así que decido levantarme, sin prisa pero sin pausa.
Voy a la cocina y abro el frigorífico, pues me apetece desayunar pero… ¿Y qué me preparo? ¿Hago café o mejor una infusión? ¿Tostadas con mantequilla o con aceite y tomate? …
Por fin me dispongo a desayunar y quiero ver algo en la tele, así que cojo el mando pero no se qué poner… hay tantos canales y tantas posibilidades que no sé bien cuál elegir… y en ese momento me doy cuenta de cuántas cosas tengo que elegir en mi vida desde que comienza el día.
Elegir es escoger, elegir es decidir, elegir es un regalo que nos ha dado la vida y un gran aliado para conseguir aquello que necesitamos, nos gusta o nos hace felices.
La mala noticia es que elegir implica una gran responsabilidad. La responsabilidad de reflexionar bien sobre las decisiones que tomamos, sobre los caminos por los que andamos, sobre las metas que nos marcamos. La responsabilidad de entender que todo lo que elegimos tiene consecuencias, no solo para nosotros sino también para el mundo que nos rodea. La responsabilidad de asumir que todo lo que hemos elegido ha sido por nuestra propia voluntad y que no podemos “echar el muerto” a otro.
Y ahora pensarás que me he vuelto loca, que no tiene ningún sentido pensar que esto tiene algún beneficio para nosotros, que más allá de ser un regalo es un fastidio, una carga. Pero… ¿Te has parado a pensar en los beneficios que obtienes cuando eliges?
Cuando te pones en pie después de un fracaso estás eligiendo continuar con tu vida. Cada vez que dices “no” a aquello que no deseas estás eligiendo mirar por tí, por tu bienestar. En cada momento que antepones tu familia a tu trabajo estás eligiendo priorizar el tiempo que pasas con tu familia sobre otras actividades. Estudiar una carrera universitaria, ser madre o tener un determinado estilo de vida es fruto de elecciones diarias. Cada segundo de tu vida estás eligiendo un camino en función de la meta que pretendes conseguir, si tienes bien clara cual es tu meta todo es muy fácil, porque CADA DECISIÓN QUE TOMES EN TU VIDA DEPENDE SÓLO Y EXCLUSIVAMENTE DE TI. Y ese es el enorme beneficio que tiene elegir, que no depende de nadie, que no depende de factores ambientales ni es fruto del azar, sólo y exclusivamente depende de tí.
Elegir es tener poder, es poner atención a lo que queremos en cada momento, supone estar al mando de nuestra vida y cambiarla cuantas veces queramos. Elegir es un regalo que nos permite conseguir la felicidad allá donde nosotros deseamos.
¿Y tú, eliges el camino que te lleva a la felicidad?
María Mascareña
Psicóloga y psicoterapeuta del Centro Kambalaya