Mari Paz Díaz. Potenciar como enclave turístico los Lugares Colombinos es una de las ideas constantes de la provincia de Huelva, especialmente cuando se acerca una fecha tan especial para la historiografía onubense como es el 15 de marzo, cuando se recuerda el regreso de las carabelas descubridoras, La Pinta y La Niña, al Puerto de Palos de la Frontera en 1493. Un acontecimiento que cambió el rumbo de la historia y que tiene a Huelva como protagonista, aunque hasta hace poco más de dos siglos era un dato un tanto desconocido.
Sí, porque no siempre se había difundido que Huelva era cuna del encuentro entre dos mundos, siendo un lugar que había que descubrir para el visitante de fuera de la provincia. De hecho, tradicionalmente se ha considerado que fue Washington Irving (1783-1859), un escritor y periodista estadounidense conocido a nivel mundial por sus relatos de viajes, el que impulsó por primera vez el turismo a esta zona.
La llegada a España del autor de obras tan conocidas como La Leyenda de Sleepy Hollow o Cuentos de la Alhambra se produce en 1826, llegando a publicar varias obras a través de las cuales daba a conocer en Europa y Norteamérica el papel jugado por los onubenses en el Descubrimiento. No en vano, Irving está reconocido como el autor de la primera biografía de Colón.
Su fascinación por el tema colombino provocó que Irving organizara un viaje a los Lugares Colombinos, es decir, a Moguer, Palos de la Frontera y La Rábida, con el objetivo de documentarse mejor. De aquellos días en Huelva y sus impresiones surgieron varias publicaciones, como fueron A visit to Palos, The life and voyages of Cristopher Columbus y notas en su diario. Todo ello ha provocado, efectivamente, que se piense que este autor fue el primer turista extranjero que vino expresamente a la provincia de Huelva atraído por su papel histórico y cultural.
Sin embargo, ahora, una nueva investigación ha puesto de manifiesto que, si bien Washington Irving fue vital en la difusión de este enclave onubense en todo el mundo, no fue ni mucho menos el pionero, si no que bebió del verdadero impulsor de esta idea: el marino ilustrado José de Vargas Ponce (1760 – 1821).
Un descubrimiento realizado por el investigador Manuel José de Lara Ródenas, tal y como recoge en el artículo titulado ‘El largo recorrido de un proyecto ilustrado. Los viajes colombinos de José de Vargas Ponce y Washington Irving’, que ha sido publicado recientemente en el libro ‘De Colón a la Alhambra: Washington Irving en España’, editado por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), con la colaboración de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas (UNE) y el Ayuntamiento de Palos de la Frontera.
Tal y como expone De Lara, a pesar de que a la entrada del paraje de La Rábida hay una inscripción que recuerda la visita Irving, con anterioridad a ese viaje, el marino gaditano José de Vargas Ponce visitó La Rábida, Huelva, Palos y Moguer. Ocurría en el año 1815, un viaje que tuvo una enorme repercusión en la historiografía colombina, contribuyendo de forma destacada a la difusión universal de las poblaciones donde se gestó el Descubrimiento de América. Una cuestión muy llamativa teniendo en cuenta que otros ilustrados que con anterioridad escribieron sobre Huelva prácticamente olvidaron o pasaron de puntillas sobre el papel onubense en el primer viaje colombino, como puede ser el caso de José Cornide en el siglo XVIII, entre otros.
No en vano, aunque hoy nos parezca una obviedad destacar el papel de Huelva en el llamado Descubrimiento, la reivindicación de la cuestión americanista en Huelva fue un tema prácticamente olvidado hasta finales del siglo XIX, tanto que a inicios de ese siglo el monasterio y su entorno eran lugares abandonados. Tan sólo hay que recordar el episodio que protagonizó el Gobernador Mariano Alonso, cuya actuación evitó el derrumbe del convento rabideño. No será hasta el IV Centenario del Descubrimiento de América de 1892 cuando entre los onubenses se produce un cambio radical en la forma de tratar lo relacionado con América y Huelva.
Por este motivo, en esta investigación de Manuel José de Lara se recoge la sorpresa que los onubenses mostraron ante la llegada del primer turista que arribaba a estas tierras. Fue en el año 1815 cuando Vargas Ponce acude a La Rábida con la intención de estudiar su archivo y conocer el lugar del que partieron las tres carabelas. Y no era extraño debido al interés por la investigación que mostró este polifacético personaje, situado a caballo entre los siglos XVIII y XIX, y del que se conserva un retrato en la Real Academia de la Historia que fue realizado por Goya en 1805. Erudito, marino, periodista, poeta, astrónomo, arqueólogo o comediógrafo fueron algunas de las otras facetas desarrolladas a lo largo de su vida, pues tuvo que abandonar su carrera de marino en 1796 a causa del asma.
A partir de ese momento, se dedicó de forma incansable al estudio de la historia naval, con obras que en muchos casos se encuentran custodiadas en la Academia de la Historia, centro en el que ingresó en 1786. Su proyecto más ambicioso, sin duda, fue la realización de la Historia de la Marina, junto con una colección de viajes españoles. Esta iniciativa recibió el respaldo del ministro de Marina Antonio Valdés en 1792. Un proyecto que comenzó a realizar seis años después con la ayuda de Martín Fernández de Navarrete y Juan Sans de Barutell, recogiendo una ingente cantidad de documentación al visitar los archivos de numerosos municipios repartidos por toda la geografía nacional. Sin embargo, en 1810, con la ocupación francesa, deja de tener el apoyo gubernamental en esta ambiciosa tarea, por lo que continuó trabajando a nivel personal.
A pesar de ello, durante el gobierno afrancesado, ocupó cargos en la administración, siendo diputado en las Cortes, ingresando entonces en la Real Academia Española y siendo nombrado por segunda vez director de la Real Academia de la Historia. Sin embargo, con el regreso de Fernando VII fue desterrado de la Corte en 1814 por su actividad política liberal y radicado en Sevilla hasta su muerte en 1821.
Estos últimos años de vida los dedicó en parte al estudio de la historia naval española y a preparar una biografía de Cristóbal Colón, nunca escrita antes, y de otros marinos como Magallanes. Fue en este contexto cuando acude en 1815 a los Lugares Colombinos para recabar información y consultar los archivos para completar la biografía del marino genovés, al tiempo que recogía la descripción de histórico-geográficas de Huelva, Palos y Bollullos –curiosamente, no Moguer, a pesar de que terminó su viaje onubense en este municipio-, así como las biografías de tres escritores onubenses ilustres, entre los que se encontraron Antonio Jaboco del Barco.
Tal y como continúa recogiendo el profesor Lara, José de Vargas hizo el viaje a Huelva en burra –toda una proeza. Irving vendría trece años después en calesa-, tras lo cual escribiría el manuscrito Discurso histórico-geográfico de la vida de Huelva. En la localidad onubense contaba con la amistad del abogado sevillano Ignacio de Ordejón, en cuya casa probablemente terminaría luego de escribir su Elogio histórico de don Antonio de Escaño, de aparición póstuma en 1852, firmado en Huelva a 29 de mayo de 1816. Es decir, que su visita a la ciudad no fue esporádica. Por cierto que Ordejón ingresaría luego en la Academia de la Historia, al igual que Antonio Manuel Trianes, ambos amigos de Ponce y con residencias onubenses.
Poco se sabe, sin embargo, de las andanzas de este ilustre gaditano por los Lugares Colombinos, salvo algunos detalles, como que “encontró una Rábida notablemente disminuida, sin archivo ni biblioteca, aunque pudo examinar allí el manuscrito del Libro en que se trata de la antigüedad del convento de Nuestra Señora de La Rávida. Después de la dominación francesa y las supresiones de comunidades, el convento se encontraba en el peor momento de su historia: habitado por dos únicos frailes, no podía ofrecerle más que unas pálidas memorias sentimentales”, explica De Lara Ródenas.
A pesar de su esfuerzo, Vargas Ponce no pudo terminar su biografía de Colón ni la historia naval española, pero, a su muerte, sus documentos fueron rescatados por su amigo Martín Fernández de Navarrete, que, entre 1825 y 1837, los incluye en una publicación de cinco tomos llamada Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV. Una obra en la que el nombre de José de Vargas Ponce parece ocultarse en beneficio de Navarrete, que parece situarse como el impulsor de la edición y de la idea.
Una colección que fue precisamente la que trajo hasta Huelva a Washington Irving, que llegó a España en febrero de 1826 con el cometido de traducir al inglés los dos primeros tomos de esta Colección de viajes. Por ello, en agosto de 1828 repitió el viaje de Vargas Ponce a los Lugares Colombinos, decidiendo definitivamente, como recoge De Lara, “no hacer la traducción, sino abordar de manera definitiva la biografía de Colón y la historia de los hechos del descubrimiento”. Sin duda, era un proyecto mucho más atractivo. Tanto que tras la iniciativa de Irving de escribir la biografía de Cristóbal Colón se puso de moda la figura del marino genovés en el siglo XIX.
Del viaje del escritor y periodista americano a Huelva podemos recordar que se desarrolló en tres días en los que no sólo tuvo la oportunidad de conocer sus monumentos, sino también las costumbres de sus habitantes a mediados del siglo XIX. El viaje de Washington Irving a la provincia de Huelva se inicia el 11 de agosto de 1828. Su primer destino fue Moguer, tal y como él mismo recoge en su diario: “Desayuné con John Wetherell y poco después hice un trato con un calesero para que me llevara y me trajese de Moguer por quince duros”. Irving partía así desde Sevilla rumbo a Huelva.
Una vez en la localidad moguereña, su primera parada fue la casa de Juan Fernández Pinzón, descendiente directo de los marineros descubridores moguereños. El segundo día comenzaba bien temprano. Montados en la calesa, Irving y Pinzón iniciaron el camino hacia Palos de la Frontera. Tras el desayuno, el viajero y su acompañante se trasladaron hasta La Rábida, pasando después a la localidad palerma, donde visitaron la iglesia en busca de algún documento sobre los marineros y la gesta descubridora con el fin de apoyar la investigación que estaba llevando a cabo sobre el Descubrimiento de América. Y, al final del día, de regreso a la localidad moguereña, estarían en el Monasterio de Santa Clara.
Sin embargo, Irving quedaría decepcionado por la escasez de fuentes documentales halladas, así como por el desconocimiento que los habitantes onubenses tenían de la gesta histórica que se ha vivido en estas tierras en 1492.
A pesar de ello, el balance que hace Irving del viaje a Huelva es realmente positivo, resaltando la hospitalidad de su gente. De aquel viaje romántico, como hemos apuntado, resultarían varias publicaciones, como un apéndice a la segunda edición de la biografía de Colón o la edición en 1831 en Londres y Filadelfia del relato A visit to Palos (Una visita a Palos), a partir de la cual los Lugares Colombinos fueron adquiriendo un enorme protagonismo entre los escritores anglosajones, algunos de los cuales comenzarían a sentirse atraídos por este lugar, como sucedió con Richard Ford, por citar algún ejemplo concreto.
Y, sobre todo, el convento de La Rábida fue adquiriendo resonancia universal y los Lugares Colombinos se consagraron, a lo largo del siglo XIX, como uno de los mayores destinos de peregrinación histórica, lo que llevaría posteriormente a Mariano Alonso a defender su permanencia frente a las órdenes gubernamentales que ordenaban su derribo en 1851.
Todo ello fue fruto de aquel primer viaje que realizó un pionero como José de Vargas Ponce en 1815, un personaje a pesar de lo cual es una figura casi desconocida y olvidada hoy en día. Así que, tras esta investigación y con el objetivo de hacer justicia con su memoria, la UNIA inauguró el pasado año 2015 -al cumplirse el centenario de aquel viaje- una placa dedicada a su recuerdo en su Sede Iberoamericana de La Rábida en la que puede leerse: “Al marino y director de la Real Academia de la Historia JOSÉ DE VARGAS PONCE en el segundo centenario de su visita a La Rábida, inicio del estudio y conocimiento universal de los lugares donde se gestó el Descubrimiento de América (1815 – 2015)”.
Un homenaje al que hoy queremos sumarnos para que quede constancia y sea conocido por todos los onubenses. Así sea.
4 comentarios en «El olvidado marino gaditano José de Vargas Ponce, el verdadero descubridor de los Lugares Colombinos como enclave turístico»
…como siempre, geniales tus artículos MariPaz…muchas gracias.
Nuevamente felicidades para un artículo tuyo Mari Paz. Eres un lujo para la prensa de esta ciudad o para donde te lo propongas. Mi más cercana enhorabuena amiga.
Enhorabuena Mary Paz por contarnos tantas y tantas cosas de huelva. de su presente y de su pasado.por cierto que escaso eco tiene entre nosotros el regreso de la Pinta y de la Niña
Siento una inmensa alegría por ser tú quien saque estas cosas al conocimiento público que nos enriquece e ilustra acerca de nuestra Historia.