Juan Carlos Jara. El maltrato que sufre el club decano del fútbol español desde hace cerca de cuatro años anuncia, si Huelva no lo impide, un dramático final. Una sociedad histórica, orgullo de la capital y la provincia por ser la primera de nuestro país en un deporte que mueve y emociona a millones de aficionados en todo el mundo, ha quedado herida de muerte tras la más que dudosa y poco escrupulosa gestión llevada a cabo desde 2012, cuando la entidad, pese a los muchos errores que salpicaron los aciertos de años anteriores, era completamente viable con los ingresos asociados a Segunda División A y el activo que por entonces aún suponía su plantilla de futbolistas y los suculentos derechos generados por diversas vías.
Pablo Comas, que en alguna cita pública ante los medios de comunicación se atrevió incluso a presumir de recreativismo, ha convertido al Decano en un cadáver que, como la hija de Juan Simón en la obra de José María Granada y Nemesio Sobrevila, tendrán que enterrar pronto sus seres más queridos si algo parecido a un milagro no lo remedia. Con Comas dentro o sin su presencia, el Recreativo solo importa a los recreativistas y solo ellos lo lamentarán si finalmente acaba muriendo.
“La enterraron por la tarde a la hija de Juan Simón y era Simón en el pueblo el único enterrador”. Lo enterraron por la tarde al Decano del fútbol español y era el recreativista de siempre su único enterrador. Y poco importará el funeral a quienes ahora permanecen escondidos después de ensalzar al culpable y vanagloriarse una y otra vez, en los últimos años, de su supuesto sentimiento azul y blanco.