Ángel Custodio Rebollo. En esta era de la súper tecnología, cualquier cosa que compres tiene derivaciones electrónicas y por lo tanto es necesario un manual de instrucciones.
Nosotros, los que ya contamos algunos años, para poner en marcha cualquier aparato, necesitamos del manual, algo que la nueva generación no ve necesario, por lo que quedamos admirados como un niño pequeño, por ejemplo tu nieto, te da siete vueltas, por la rapidez y la seguridad que emplea para la puesta en marcha del nuevo artilugio, y todo ello sin dar ni siquiera un vistazo al manual que lo acompaña.
Nosotros tomamos el librito en nuestras manos y, primero intentamos entenderlo, porque lamentablemente traen un castellano muy enrevesado y las oraciones gramaticales brillan por su ausencia. Algo que para nuestra percepción intelectual resulta contraproducente y merma nuestras facultades de percepción.
Le damos vueltas y más vueltas y al final claudicamos y con aire de superioridad nos ponemos en manos del pequeño para ver como lo pone en marcha.
Cuando nos esta explicando lo que hay quehacer, asentimos en todo y fingimos que sabemos como va aquello, pero cuando se ha marchado en chico, no somos capaces de recordar cómo se hacía.
¿A usted no le sucede lo mismo?