Hablando solo

Ramón Llanes. Se ha estirado tanto el “informatismo” que casi hasta para hablar solo es obligado indicar la contraseña, índice inequívoco de la esclavitud a la tecnología obligada y consecuencia de una  dependencia atroz a este tipo de apetecibles formas de comunicarnos. Pretendía meterme en el cajón de los ritos para saber cómo ponerle acierto en recibir amigos en casa, ofrecerles lo mejor del hogar, del calor, del trato y que se sintieran de la mejor manera posible, que tuvieran la libertad para bostezar a gusto, probar la lírica de nuestra convivencia y ponerle un encanto fresco y distinto a las creencias nuestras, eso pretendía.

El sol de la calle me hizo un hueco que mi sombra acarició un instante y la cabeza siguió moviendo fichas de la mesa: los cubiertos en su lado, las servilletas  nuevas, un vino escogido, el paisaje desde el balcón; dándole vueltas y hablando conmigo de la incidencia de estos amigos en la armonía nuestra, de cómo hemos mantenido una amistad durante muchos años sin apenas proporcionarles un desatino, de cómo hemos quemado juntos etapas preciosas y nos hemos transmitido el afecto en cada ocasión. Hablaba durante la soledad de la tarde, de frente a la suculencia de un año recién estrenado, con las manos en los bolsillos y el corazón atento a atender para que nada pudiera olvidarse en esta prodigiosa liturgia de recibir en casa a buenos amigos.


Festival de Cine de Huelva

Ni apenas los ruidos se metían a distraer el pensamiento que hurgaba apasionado en los pormenores del encuentro y desembalaba conversaciones como un niño busca detrás del papel su regalo de reyes. Tanto énfasis pusiera el subconsciente que la longitud entre el deseo y la realidad se perdió paso a paso en la avenida de las flores y ocultó en la mente la causa preparada hasta morderla con un gancho de olvido y perder la orientación y el destino en un opaco despiste de la grieta del intelecto solo sostenida por el sentimiento del agrado. Entonces hablaba de otras cosas triviales en nula relación con con el contexto esencial de la pretensión primera. Habían pasado los árboles que señalizaban la entrada a la vida pensada y con la extrañeza del paisaje comprendí la pérdida de órbita aunque no el porqué de la misma. Volviendo atrás recuperé la misión de la llegada de los amigos, con toda naturalidad y me sentí bien.


Puerto de Huelva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mercedes
Huelva Comercio
csif
unia
Ecoembes
matsa
Hospital Quirón
Cocehu
Aguas de Huelva
Las cosas del toro
Atlantic Copper
Ayuntamiento de palos de la frontera
Caja Rural hipoteca joven
cepsa
Diputación de Huelva