(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)
Miguel Mojarro.
Hoy toca ser descarado. Y presumir de un lugar amigo y de un entorno que enamora. También de entrañables recuerdos escuchados en una mesa del salón del Casino, de boca de socios de siempre y niñas de antaño, de cuando eran hijas de socios y el Casino era su casa para pasarlo bien.
Hoy, con descaro, quiero pregonar mi inevitable militancia en los valores de este Casino y su entorno, porque generan dependencia, como si de bebida se tratara. Es esa dependencia que nos incita a volver pronto y disfrutar de lugares, personas y costumbres.
La Zarza es lugar minero, aunque ya no haya minas. Pero en su historia y en la memoria de su gente, está el sufrimiento en las cortas y la vida casinera que compensaba de tanto sacrificio.
En uno de mis ratos sentado en la esplendida terraza, mirando hacia la loma roja de la corta y el malacate, no pude evitar pensamientos que me llevaron hasta la vieja Castilla y la dulce Galicia. Allí, en las bellas laderas del norte de Palencia, hay restos de vidas que marcaron el carácter de la gente y el rumbo de su historia. En aquellas laderas de montes suaves y ambiente frio, los eremitas crearon una forma de vida peculiar. Y es increíble cómo la vida del siglo X influyó en su modo de entender la existencia y ellos moldearon a su vez costumbres y tradiciones.
En la dulce Galicia, allá por el siglo I antes de Cristo, cuando los romanos estaban todavía sacando el billete para el viaje a la Península Ibérica, unos galaicos miraban el atardecer desde su atalaya de los Castros de Santa Tecla. Tribales, dulces y amantes de la tierra y el mar. Y crecieron en su clima suave y húmedo, modelando así el carácter de una estirpe de precoces pescadores.
En Huelva, por los mismos tiempos, gente curtida en jornadas rojas de mineral, dieron vida a generaciones milenarias de mineros, que conservan dos tesoros: El talante de hijos de la corta y el apego a relaciones entre iguales en lugares propios. Estos lugares desembocaron en Casinos, cuando los tiempos modernos los crearon.
Pero no eran casinos como los demás. Ni sus asociados eran personas como los de otros casinos. Los casinos mineros eran diferentes y peculiares, planos y blancos, amplios y luminosos. Para compensar la oscuridad de la mina y la estrechez de las galerías.
El Casino de La Zarza rezuma calor minero y memoria de historia propia, diferente de la historia de los otros lugares. Distinta del ascetismo de los eremitas palentinos y del apego al mar de los galaicos de Santa Tecla.
En Palencia, el trigo y el duro clima modelan el carácter espiritual de su gente. En la Galicia prerromana, el mar y el Miño dan vida a hombres y mujeres que no son muy distintos unos de otras. En las minas de Huelva, hombres que respiran polvo en las cortas y mujeres que suspiran por verlos regresar, han visto construir su propio carácter desde un trabajo peculiar, unos poblados con personalidad y ocios compartidos.
El Casino de La Zarza permanece en el centro de su poblado y mirando laderas de tierra roja y restos de un malacate que es símbolo. En su salón se juega al dominó, se beben manguaras y se habla con los amigos. Como antes del cierre. Como siempre, aunque el trabajo desapareciera. Como se guarda en la memoria de todos los zarceños, aunque solamente hayan vivido la mina por los ojos de sus padres o abuelos.
La Zarza es un lugar del que uno se enamora cuando pisa por primera vez sus calles de poblado minero y su entorno de tierra que permanece. Y por su gente, que sabe estar en la casa y el Casino, como siempre.
Por eso el Casino de La Zarza es símbolo de un pasado pero también es la sede de una memoria que permanece. Incluso tiene en sus paredes muestras de su pasado rojo. Y gente que juega en silencio una partida o comenta en alta voz su orgullo minero.
Como los amigos de Marcelo, que parecen disfrutar cuando echan un pulso a ver quien recuerda mejores acontecimientos pasados.
– Cuando yo era niña – dice Julia – venia al Casino a jugar con los trozos de tela que sobraban de la mesa de billar, porque mi padre era el que la arreglaba.
Es una amiga de Marcelo, que hoy pone su saber hacer al servicio del Casino, encabezando su Junta Directiva.
– Aquí hemos cantado fandangos – añade Domi – en las fiestas, más bonitos que ninguno de otros sitios.
Y canta por lo bajito una letra que parece un símbolo:
– “Unos tragos de aguardiente, con agua de manantiales, ¡ay¡ si supiera la gente, esos ratos cuánto valen».
Y José Luis sonríe, porque siendo más joven que sus amigas de la Junta, pone su serena capacidad al servicio de un Casino que crearon sus abuelos y que hoy usan sus hijos, con el mismo talante minero que los que lo vieron nacer.
Son tres amigos de Marcelo, los tres componentes de la Junta Directiva, que fue la primera en Huelva que tuvo a su frente una mujer y a otra de mano derecha, mientras el apoyo de los fuertes venía de parte de José Luis, el vocal eficiente y buen catador de los valores casineros.
Los casinos mineros de Huelva son peculiares en su aspecto y en su vida interior. No solamente son lugar de reunión del ocio local, sino que pintan el ambiente de sabor a historia sufrida y carácter modelado por un sacrificio diario, solamente suavizado por tardes en el Casino, junto a otros que han respirado el mismo polvo y han tenido sudores semejantes.
El Casino de La Zarza, dirigido por dos mujeres y un hombre, hace honor a su historia, pero con el añadido de la eficacia de una Junta Directiva que aporta vitalidad, estética y recuerdos a espacios que han permanecido. Y si no, que se lo pregunten a los cientos de zarceños y familiares que llenaron el amplio salón en la fiesta de Santa Bárbara, como en tiempos de la corta viva.
Venidos de todas partes, de Huelva y de Sevilla, de Calañas y de Barcelona, … porque en todas partes hay zarceños que vuelven a su pueblo en cuanto los posibles lo permiten. Para llenar el salón y charlar con todos, como se hacía antes del cierre.
Y para que los que no se hayan ido del pueblo, rememoren días en los que la gente de La Zarza no tenía que salir a buscar lo que en La Zarza ya no había. Es la estirpe de los poblados mineros, que moldearon pensamientos que viven en sus descendientes.
Pero La Zarza tiene calor para los que de allí salieron y para los que desde otros lugares llegamos. Algunos vinimos y nos llevamos el deseo de volver a ver a nuestros amigos, en el salón del Casino, en su terraza magnífica, paseando por la presa o por el malacate muerto.
Podía haber escrito muchas cosas del Casino de La Zarza y de su historia rica, pero hoy me pedía el cuerpo dar la nota sentimental en este lugar, porque aquí escuché uno de los más bellos fandangos.
Y porque La Zarza es lugar para terminar un ciclo que recorra los casinos magníficos de esta tierra increíble de sabores, colores y memorias.
Desde Corrales a Valdelamusa, de Tharsis a Mina Concepción, pasar por todos los Casinos de Huelva, pero terminar siempre en La Zarza.
Y quedarse allí.
Equipo Azoteas
www.fotoespacios.com
www.azoteas.es
4 comentarios en «La Zarza. Círculo Recreativo Deportivo: La Historia y la Vida son amantes»
Como bien dices,la gente de La Zarza es diferente,yo soy de las que marchó hace muchos años, pero sueño cada dia con mi pueblo y cuento primero los meses, luego los dias y por último las horas que me faltan para volver, cada año lo visito,y os aseguro que es una maravilla poder volver a ver ese Casino Minero.
El Casino en La Zarza es un emblema para los Zarzeños,y los Zazeños son gente única,¡Saludos para todos!
Felicidades Rosi, por ser de La Zarza. Algún día tomaremos café en el Casino junto a nuestros amigos de allí, que seguramente son compartidos.
Que D. Miguel diga “quiero pregonar mi inevitable militancia en los valores de este Casino y su entorno” es ya una garantía de que ese Casino debe guardar un secreto extraordinario, siendo él, como es, garante de todos los Casinos de Huelva y el “mundo”, y tras leer detenidamente su comentario percibo el valor que D. Miguel da a esa “gente curtida en jornadas rojas de mineral, que dieron vida a generaciones milenarias de mineros, que conservan dos tesoros: El talante de hijos de la corta y el apego a relaciones entre iguales en lugares propios. Lugares que posteriormente desembocaron en Casinos”. Bella definición, de la que tomo nota para mi uso particular.
Y es que la Zarza, esa bella población, ejemplo del sentimiento minero que se enmarcó en una época dura de la serranía onubense, con poco más de mil habitantes forma hoy parte de esa historia que tuvo su esplendor y que hoy, todavía vive la decadencia de la coyuntura económica y el mal “reparto” de las últimas décadas, pero en la esperanza de que el nuevo resurgir de la minería de la zona vuelva a tocar su puerta.
Percibo que D. Miguel y su equipo de Azoteas se despide con esta última entrega y comparto lo que indica de que “La Zarza es lugar para terminar un ciclo que recorra los Casinos magníficos de esta tierra increíble de sabores, colores y memorias”, pero también es un buen lugar para relajar la memoria e iniciar un nuevo ciclo de comentarios tan enriquecedores como los que nos ha brindado con los Casinos de Huelva, y no nos deje en el olvido. Un abrazo a todo su equipo con mi agradecimiento que seguro es compartido por todos sus lectores.
Amigo Benito: Hoy quiero que mi comentario sea una carta para ti. Pero abierta, como está de moda en ese mudo socio-político que hace aguas por muchas costuras.
Ciertamente, tu perspicacia acierta, una vez más, porque este artículo es el último de una serie, en la que los casinos, uno a uno, han salido a las portadas del periódico Huelva Buena Noticias, en secuencia semanal que ha recorrido todos los salones de nuestro mapa casinero. Para terminar, La Zarza, como debe ser. Como Dios manda. Como ellos se merecen.
Pero los casinos, ese mundo de increibles pisibilidasdes sociológicas, seguirán estando cada sábado en el amanecer de este periodico. pero ya con temas no puntuales, sino de análisis sociológico de algunos de sus aspectos, como ya han sido intercalados en ocasiones en la serie que hoy termina. Claro está, con el permiso de esos amigos que dan vida cada día a este periódico admirable
Por ejemplo, el próximo, víspera de la Navidad, llevará a estas páginas presencias casineras en los salones desde que los casinos dieron vida a la vertiente pagana de estas fiestas.
Y, como siempre, mi asombro de que no haya más Benitos en el disfrute de lo que aquí escribimos y que aporten placer añadido para los que lo escribimos.
Gracias por tu presencia en la vida cultural de Huelva y el abrazo de siempre.