(Las imágenes y el texto de este artículo, no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva)
Miguel Mojarro.
A Jabugo siempre voy con Marcelo, mi compañero por las rutas casineras, porque es lugar en el que residen muchos de sus recuerdos de joven, cuando acompañaba a su padre en viajes comerciales, en este caso relacionados con los productos porcinos de esta zona.
Y siempre empezamos con el mismo rito: Una sentada en la Plaza del Jamón, que nunca una plaza ha elegido mejor sus compañeros de lugar.
Es una plaza bonita, rectangular y bien adornada con mansiones y edificios representativos de la mayor enjundia popular. El Ayuntamiento, pretende ser representación social y muestra urbana de mansión del mejor postín. Pero se le ha enfrentado un duro rival, el Casino, colocando enfrente una bella fachada para rivalizar en personalidad y estilo.
Pero en Jabugo hay orgullo para los dos y todos los serranos de aquí están satisfechos de ambas sedes sociales. Por eso, Marcelo y yo, elegimos este lugar para sentarnos en uno de sus bancos y dejar fluir los recuerdos y los comentarios.
Nada mejor que esta plaza para sentirse cerca de un pueblo que la pisa para casi todas sus gestiones y para muchos de sus ocios. Del recuerdo general son los variados acontecimientos que con sede en el Casino han jalonado la historia del Jabugo de festejos, ocios de mesa y encuentros para negocios entre los que podían negociar.
Nuestra última visita, hace pocos meses, coincidió con una celebración importante: El cumpleaños del Casino Central, octogenario ya, gracias a sus socios de ahora y de siempre. Porque son los socios quienes hacen posible que estas instituciones permanezcan, sean testigos de tiempos variables y archivos de sus memorias. Hoy queremos recordar aquellos días de la efemérides, porque es algo de lo que se sienten orgullosos el Casino y los socios.
En esa celebración, de aniversario tan significativo, tuve ocasión de estar con mis amigos de Jabugo y compartir con ellos el evento. En uno de los dos preciosos salones de socios, bajo un techo que conserva las pinturas de su origen, fuimos invitados a una disertación sobre los Casinos de Huelva, en la que nos llevamos una agradable sorpresa. No siempre un casino puede presumir de tener en su seno a las fuerzas vivas de la localidad, pero Jabugo sí. Ese día, como curiosos asistentes a nuestra propuesta como ponente, estaban varios integrantes de la Corporación Municipal. Pero sin que de ello tuviéramos noticia. Es bueno que las fuerzas vivas e institucionales compartan con los casinos estas fechas tan señaladas en su evolución.
No conviene perder de vista que durante la vida de estas instituciones del asueto local, muchas han sido las vicisitudes que han buscado hueco en su historia. Sobre todo en los previos y posteriores a la guerra esa que hubo. De cuatro casinos en Jabugo en aquellos años treinta, solamente queda el Central, tras sufrir algunas modificaciones en su estatuto años después, que posibilitó el ingreso en la sociedad de nuevos socios sin las restricciones iniciales.
Pero los caminos recorridos nunca fueron fáciles y hubo momentos en los que la supervivencia fue difícil, como lo demuestra el hecho de que muchos de los casinos de entonces en la provincia de Huelva ya no existen. Por eso estimamos que la presencia institucional en los salones del Casino es siempre una buena noticia para éste.
Pero no sólo esto, sino la existencia de socios que soporten en sus hombros el peso de sacar adelante la nave, incluso con la creación de páginas web propias y la organización de eventos como éste del ochenta aniversario de la fundación.
Por eso Marcelo me comentaba con satisfacción no disimulada:
- «Me he encontrado con amigos de antes pero también he hecho nuevas amistades, que me parecen interesantes, por lo que tienen de savia nueva a este Casino que es parte importante de mis recuerdos de otros años. Gente así es la que se necesita».
Y me cuenta las partidas que ha jugado con Cesáreo, Joselete, José, «Pacos» (Porque son varios con este nombre), José Manuel, Jesús, Rafael, Quino, …
- «Alguno me gana, pero eso no importa, porque lo que vale es estar con ellos aquí. Y si encima me invitan a lo del aniversario …»
Hay algo que no siempre se logra en los casinos, como es la recuperación de documentos que sean la parte fehaciente de la vida propia. En Jabugo, hay actas de fundación con fechas y nombres que acreditan, más allá de la memoria de algunos socios, hitos en la vida de la institución.
Es de un importante valor testimonial la existencia de la página web del Casino, que recoge, no solamente algunas imágenes interesantes y datos de la historia, sino copia del acta fundacional, que no deja de ser documento de alto valor y objeto deseado por todos los casinos, pero no siempre conservados. Aquí, en Jabugo, la desidia y otras malas artes no han podido con un celo demostrado en la conservación de tal documento. Otro motivo de satisfacción, no solamente para el Casino, sino para aquellos que lo han hecho posible.
Por eso interesa especialmente acceder a esta página propia, que debe ser ejemplo de trabajo en aras de la recuperación del tono casinero de siempre: http://www.casinojabugo.com/
Y Marcelo sigue contándome sus charlas con esos amigos de antes y de ahora, con los que comparte a veces partida en la salita, tertulia en los salones o digresiones informales en el bar, ese bar exclusivo que para eso se hizo en lo más profundo del interior. Como si fuera un lugar a esconder o que protegiera de miradas indiscretas. Que para eso los bares de los casinos, en muchos casos, se ubican en espacios privados. Sobre todo en épocas en las que no estaba bien visto que personas de una clase social respetable practicara costumbres no siempre bien entendidas.
Tal vez cuando eran los 40 accionistas fundadores los que estaban en la barra del bar, esto fuera justificable, pero ya se ha superado una cantidad diez veces superior de socios, afortunadamente. Porque hacia 1946 se normalizó la entrada de socios menos ricos.
- «Ahora – me comenta Marcelo – en el Casino se encuentran todas las corrientes sociales y económicas de Jabugo. Incluso los que no eran socios de los primeros tiempos, se han unido a la actividad del Casino. Y es que el sitio invita a ello. La mejor fachada de Jabugo en la mejor plaza del pueblo».
Y queda unos momentos pensativo, para rectificarse a sí mismo de manera contundente:
- «Del pueblo, no. De algo más …»
Con motivo de ese evento importante para el Casino, que celebramos con ellos, no podemos resistirnos a reproducir algunos párrafos que se publican en su propia web, por lo que tienen de curiosidad histórica:
«Era considerada una sociedad apolítica, por lo que nunca se celebró ningún acto de carácter político. El reglamento primitivo así lo prohibía, pero con la llegada de la Democracia, esta reglamentación sufrió un cierto aperturismo.
Se inició con menos de 50 socios. Era un club de acceso restringido integrado por personas adineradas del pueblo, y sus miembros eran los únicos que decidían la inclusión o no de nuevos integrantes. A mediados del s.XX, como consecuencia del aumento de los gastos que originaron un déficit, se abrió el acceso de nuevos socios de clase media. Así, con la suma de nuevas cuotas, pudo sustentarse económicamente.
El carácter directivo era obligatorio, por lo que había que cumplir con los cargos electos. En caso contrario, el socio que se negara a cumplir con su responsabilidad, debía abandonar la sociedad por el mismo espacio de tiempo que estuviera en vigor la junta directiva. Eran expulsados temporalmente pero debían seguir pagando sus cuotas, a modo de penalización. Esta norma perduró hasta 2008, cuando la directiva de aquel bienio, actualizó la reglamentación correspondiente.»
Hemos traído aquí hoy lo que escribimos con motivo de aquel aniversario octogenario, porque estimamos que es momento de sacarlo a la luz, tras una espera motivada por motivos de agenda. Pero ahora tenemos la ocasión de recuperar ese recuerdo y unirlo a lo que en todos los casinos de Huelva proponemos: Que el impulso que acompañó al aniversario, sea solamente el comienzo de un camino que promete logros importantes para el Casino de jabugo.
Y nunca mejor acompañados, porque estamos en el inicio de un logro importante: La Denominación de Origen Jabugo.
Equipo Azoteas
www.fotoespacios.com
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2 comentarios en «Jabugo. Casino Central: La Plaza y su Casino. O viceversa»
Y dice Marcelo – “en el Casino se encuentran todas las corrientes sociales y económicas de Jabugo”.
¡Qué expresión tan afortunada! Realmente ese debería ser o haber sido el sentir de los casinos, y contemplar que aún quedan casinos con ese espíritu, es realmente digno y de alabanza.
Jabugo, ¿quién no conoce sus bondades? No me refiero solo al nombre que da relevancia a su majar gastronómico más preciado, me refiero a su interior, sus calles, sus costumbres, sus gentes y ahora su casino gracias a la buena pluma de D. Miguel y a su amigo Marcelo, buen compañero de viaje.
Jabugo está cerca de todo, bien situado en el centro de la serranía y referente de la provincia. Ahí tengo buenos amigos a los que hace demasiado tiempo que no visito, pero están ahí.
Camino de Madrid suelo parar a comer los “huevos estrellados” aderezados con jamón ibérico, cuando salgo a la hora apropiada, algo que suelo provocar para tal degustación, pero siempre voy con prisa, demasiada prisa y no puedo parar a deleitarme de sus prebendas, como hace mi amigo Miguel, pero pronto alcanzaré el estatus de jubilado y espero reposar la siesta a pie de alguno de los alcornoques o encinas que hay en el camino, si en el casino no me permitieran abrazar a Morfeo, al menos veinte minutos.
Tome Usted nota, Don Benito: La siesta es un don de los Dioses, bajo una encina o en el salón de un casino. Y en Jabugo, como en otros muchos casinos, siempre encontrará una butaca para el descanso bien acompañado. Por cierto, butacas de las que gustan.
Los amigos ya los tiene allí. Es cuestión de localizarlos previamente.
Y, como bien dice, tras haber dado un paseo por sus calles que bien conoce. Ya me gustaría estar allí cuando Usted lo haga. Como siempre digo, todo se andará.
Un abrazo, amigo Benito.