El Casino de Rociana: Casinos y reposteros

(Las imágenes y el texto de este artículo no corresponden a los contenidos del libro «Casinos de Huelva»)

Miguel Mojarro. En Rociana tenemos un amigo que siempre es el primero que visitamos y el último del que nos despedimos, en nuestras correrías por esos caminos casineros de Huelva. Antes, un aviso por teléfono, para saber sus horas de estar en el bar. Y una vez confirmado esto, la arribada al Casino de Rociana, para dar un abrazo al amigo y que nos ponga en el mesa sus mejores fritos y su mejor sonrisa.

Porque Eduardo es así, excelente cocinero, enamorado de sus pescados y amigo con el que solemos charlar, una vez solos en este precioso bar de este ejemplar Casino.

Porque aunque su directiva se empeñe, el Casino de Rociana no es sólo el ágora que se pretende, que también, sino que, para muchos de nosotros, es el referente de los bares para comer a gusto, descansar de la ruta y dar uno de los abrazos más sentidos que se puede pretender.

El Casino de Rociana es lugar admirable, pero su bar es sitio entrañable. Por estética y por sabor. Por calidad y por amistad. Cuando no está Eduardo, en su lugar están Mari o Ioana, que han sabido recoger bien su estilo de saber estar.

Tenemos muchos amigos entre el gremio de los reposteros de casinos. Son muchos años de deambular por las carreteras de Huelva, de comer en sus casinos y tomar café con los amigos. Son muchos los que están en nuestra agenda y a los que de vez en cuando nos acercamos para estar con ellos un rato, con el pretexto de comer o descansar. Pero hay uno, que, desde el comienzo de la andadura, está en la primera página de nuestras preferencias, por sus cualidades como persona y su valor como profesional: Eduardo Rodríguez Camacho.

Conocí a Eduardo allá por 2010. Cuando mis primeras llegadas a Rociana, en trabajos de campo para el proyecto de Casinos. Desde entonces, Rociana se convirtió en parada y fonda en la que descansar y disfrutar al mismo tiempo de los mejores platos. Allí empezó mi afecto, compartido con él, con aquel amigo que siempre me recibía con el abrazo que tanto agradecí.

En nuestra publicación sobre los Casinos de Huelva, ya tuvo protagonismo Eduardo. Porque, como repostero de postín, inspiró algunos de los párrafos. Así decíamos en uno de los capítulos del libro: «La figura del repostero adquiere especial significación en los casinos. … en sus manos está generar valores que sirvan de atracción y bienestar en el uso de los locales. La eficacia y la atención de un repostero pueden, por sí solas, incentivar la presencia de socios e, incluso, motivar para un incremento de ellos.

Un repostero que haga agradable la estancia a los socios y ofrezca el atractivo de un buen producto en el bar, es una garantía de casino apetecible. Muchos son los casos en los que el bar del casino es el más frecuentado de la localidad y el que más prestigio tiene…

… Marcelo, ajeno a mí, anda de palique con alguien, al otro lado de la puerta que separa salón y bar. Entro en el recinto del bar y allí los veo, a Marcelo y Eduardo, el Repostero, como si solo ellos existieran. El bar es tan espléndido como el salón, y atractivo por el ambiente logrado con un mostrador que es una joya de diseño, colocación y luz«.

Ya por entonces, por aquel 2012, Eduardo estaba en nuestra mente al escribir sobre el Casino de Rociana. Ya era amigo entrañable. En el capítulo dedicado a este Casino, profundizábamos en la figura de nuestro amigo: «Al fondo, una barra engalanada de madera y vestida con gusto de buen repostero por Eduardo, alma y sonrisa del Casino de Rociana.

Marcelo me apunta: «Cuando conocí a Eduardo empecé a distinguir los sabores de las cosas pequeñas del mar del Sur…. . A Eduardo no hay que decirle lo que se quiere, sino dejarlo que él elija. Sabe lo que tiene en la cocina y sabe lo que el socio quiere».

Eduardo sonríe con una mezcla de complacencia y modestia herida. Con ojos de astuto, gesto de buena gente y con la edad justa para saber qué quiere el mundo.

Marcelo aprovecha una momentánea ausencia de Eduardo para dejar una muestra de su afecto por él: Eduardo es … “el tercer pilar” del éxito del casino. Sabe lo que hace y sabe cómo hacerlo.

Si los casinos tuvieran reposteros así, algunos no habrían desaparecido. Unas buenas tapas y un repostero que “sepa”, son lo mejor para un casino. Y para los socios».

Posteriormente, el 25 de enero de 2014, escribíamos en Huelva Buenas Noticias: «…han sido muchas las veces que he traspasado su entrada de aspecto humilde, en busca de los actos que convoca el Casino cada semana. Pero, al mismo tiempo, he aprovechado para una de las actividades casineras más entrañables para mí: Dar un abrazo a mi amigo Eduardo, repostero de lujo en los casinos de Huelva y tomar alguna de sus tapas provocadoras. No elijo, dejo que lo haga él, porque sabe bien lo que me gusta. Y siempre acierta, porque a su afecto de amigo se une una profesionalidad admirable.

Cada vez que voy a Rociana procuro estar a esa hora primera de la tarde, en la que el Casino está vacío. Sin actividad alguna, salvo la presencia de Eduardo, Marinela (María para los amigos) o Ioana en la cocina, preparando alguna de sus especialidades magníficas».

En tres ocasiones hemos escrito sobre el buen hacer de Eduardo y de su magnífico talante. Tres veces hemos dejado constancia del afecto personal que nos profesábamos, temiendo últimamente que tuviera fecha de caducidad.

Aunque los amigos de este tipo se marchen, el afecto nos llevará siempre al bar del Casino de Rociana, a recordar con los amigos de allí, que son muchos, los magníficos fritos de Eduardo y su sonrisa permanente.

No sé cuál es la forma más contundente de decir algo que es realidad constatada durante cinco años de trabajo en los casinos de Huelva, pero lo vamos a intentar: Eduardo es el mejor ejemplo de calidad entre los reposteros del sur y por eso su aportación al progreso y buen nombre del Casino de Rociana es un valor para agradecer. Y para recordar.

En Azoteas tendremos siempre el nombre de Eduardo como referente de calidad humana y profesional. Su presencia en el Casino de Rociana es un valor añadido a nuestro patrimonio casinero.