S. D. Huelva también tiene un color especial. Y se dejó notar en la mañana de un martes que amaneció algo plomizo, y que fue abriendo poco a poco como estaban los corazones de muchos onubenses, aguardando la llegada de su reina, Carolina Marín, campeona del mundo de bádminton y estrella firme del deporte internacional.
Banderas y pancartas en honor a la campeona en la misma puerta de su casa de toda la vida, en su barrio, con su gente, sus amigos, sus más cercanos, aquellos que la vieron nacer deportivamente, que se sorprendió posiblemente con su arriesgada decisión de marcharse a Madrid a mejorar en este deporte del volante, y que este domingo empuñó una raqueta virtual delante de la televisión, ayudando punto a punto a su querida Carolina ir socavando la resistencia de, no se olvide ni un momento, la todavía número uno del mundo, Xuerui Li.
Su club de toda la vida, el Recreativo IES La Orden -doble campeón de Liga- quiso estar a la altura y programó un recibimiento que sobrecogió a la fácilmente emocionable Carolina. Más de un centenar de personas de todas las edades, muchos de ellos con camisetas albiazules del equipo de bádminton, estaban esperando la llegada de la campeona, que ya palpó lo que le esperaba nada más bajarse del coche.
Con la medalla de oro en su cuello, acompañada de su madre, rompió a llorar de inmediato, al tiempo que daba besos y abrazos a toda la gente que la ha visto crecer en su barrio, que ha entrenado con ella, que en definitiva la han acompañado en este camino hasta la cima del bádminton.
La jugadora del Recre IES La Orden, Haideé Ojeda, le entregó un ramo de flores y con él en las manos atravesó entre aplausos un largo pasillo que habían formado los niños del club con las raquetas en alto. Mientras, se sucedían los cánticos sobre ella, se tocaban palmas y Carolina seguía abrumada con tanto cariño, se hacía fotos, firmaba autógrafos y seguía repartiendo besos y abrazos.
Mucha felicidad en todos, en sus abuelos, sus primos y tíos, técnicos, jugadores y vecinos. Y como no, su madre, Toñi Martín -“lloro de alegría de ver cómo Huelva quiere a mi niña y ella también quiere a su gente y a su tierra y está orgullosa de representarla”, dijo-, para apostillar: “Cuando veo cómo la felicitan siento un orgullo enorme, es un sentimiento especial”, incidiendo en cómo es Carolina: “Siempre se pone el listón muy alto y ha hecho mucho sacrificios para llegar a aquí, pero lo hace con muchísimo placer porque esta es su vida”.
¿Y Carolina? Pues Carolina emocionada, haciendo un esfuerzo increíble -parecido al que tuvo que realizar ante la china probablemente- ante los medios que esperaban sus palabras, calificó de “impresionante” el recibimiento, volvieron a agradecer el apoyo que ha sentido en Dinamarcar “de toda la gente de Huelva”.
Para ella, que reconoció que era “un orgullo pasear el nombre y la bandera de Huelva por todo el mundo”, significaba mucho estar ahora en su barrio, porque “quería ya recibir el abrazo de mi familia y de mi gente”. Carolina dijo que “aún estoy en una nube”, poniendo un énfasis especial en las dificultades que entraña este logro: “Sólo aquellas personas que me rodean saben lo que cuesta esta medalla”, aunque no por ello va a dejar de seguir trabajando para “buscar otros objetivos, igualmente ambicioso, como puede ser una medalla en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro”.