Miriam Dabrio/ Rocío Rodríguez, 29 de agosto de 2014. Con esta palabras de Manuel Pérez González, arquitecto y urbanista cuya figura reivindicamos, junto a los Valores que consideramos únicos y propios del edificio Mercado de Santa Fe de su autoría, por fin abordaremos hoy las posibilidades de intervención en esta construcción que nos ha mantenido ocupados en las últimas semanas en cuanto a su conocimiento. Tras su utilización como Mercado el edificio ha tenido distintos usos, siendo adaptado en 1911 como Escuela de Artes y Oficios por el arquitecto Luis Mosteiro. Posteriormente fue utilizado como Escuela de Capataces de Minas, Biblioteca Popular y Museo de Pintura; finalmente albergó el Cuartel de la Policía Nacional hasta mayo del año 2005, en que fue devuelto al Ayuntamiento, trasladándose esta entidad a una nueva sede. En la actualidad se encuentra en desuso a pesar de su contrastada versatilidad funcional, lo cual ha sabido ser aprovechado en otras ciudades con edificaciones en desuso en situaciones similares, en años precedentes, como veremos.
A día de hoy, la recuperación del uso originario del edificio como mercado ha sido una de las propuestas formalmente presentadas (Proyecto Mercurio, VALLEJO F., 2012).Es incuestionable la significación que podría implicar la futurible caracterización del inmueble como un espacio “gourmet”, distinto y compatible con el Mercado Municipal de El Carmen, recientemente establecido en un nuevo edificio y con notable atractivo por su oferta de calidad en productos frescos. Se fomentaría la revitalización de la actividad urbana del barrio de San Pedro, mediante la incorporación de nuevas actividades de comercio y hostelería de calidad sustentadas en el potencial gastronómico de los productos de Huelva y su provincia, a la vez que se potenciaría la oferta turística mediante un proyecto riguroso, sostenible y competitivo.
Ello incide en un Valor de carácter Etnológico de la construcción que procede del origen del propio edificio, concebido como plaza de abastos en 1899, que a su vez entronca con una remota vocación comercial de este sector de la ciudad. El hallazgo en el año 1861 de una figurilla romana del dios Mercurio, durante los desmontes en la llamada Cuesta Empedrada de San Pedro, espacio hoy contiguo al Mercado de Santa Fe -calle Daoiz-, demuestra que éste sería el lugar de residencia de gentes de Onoba dedicadas a estos negocios, puesto que se trataba de una estatuilla usada para rendir culto privado a la divinidad del comercio (Delgado Aguilar, 2013).
Efectivamente, el Proyecto Mercurio (VALLEJO OSORNO, 2012), iniciativa empresarial de la Academia Iberoamericana de La Rábida, ha resaltado este tipo de valores del Mercado de Santa Fe. Se hace eco de la actual tendencia de rehabilitar estos elementos característicos de la arquitectura de hierro, manteniendo el uso para el que en su día se diseñaron, como mercados, caracterizados ahora por la venta al por menor de productos típicos y de carácter gourmet, a la imagen y semejanza de otros ejemplos de recuperación de mercados tradicionales para la ciudadanía ampliando su uso a la cultura del ocio y del turismo.
No obstante, el tamaño y superficie construida del Bien (1849m²c más semisótano 510m²c), su puesta en marcha y la inversión que requiere dadas sus dimensiones y actual estado de conservación, debe ser proporcionada a la demanda que, un Mercado Gourmet tendría en la ciudad de Huelva. Ejemplo coetáneos por su actual ejecución es la rehabilitación del Mercado del Barranco en Sevilla, con destino Mercado Gourmet pero ampliamente menor en superficie construida (sobre 700 m²c en planta principal) e inversión precisa, con una demanda limitada aún en una ciudad como Sevilla, eminentemente turística. Consultados los gestores de esta reciente concesión administrativa, concuerdan con nosotros en concluir que, el Mercado de Santa Fe requeriría probablemente una hibridización de sus contenidos, para diversificar demanda y oferta, buscando siempre una economía de gestión rentable.
El Mercado del Bom Sucesso de Oporto rehabilitado, incluye en su interior una diversificación de ofertas que resulta ejemplarizante por la optimización de sus espacios: mercado tradicional en planta inferior; mercado gourmet-turístico en planta principal; hotel y restaurante “CINCO JOTAS” en cubículo edificatorio interior al volumen principal. Parece que en el país vecino son plenamente conscientes de potencialidad de la oferta gastronómica procedente de la provincia de Huelva.
Otro ejemplo quizá más cercano en dimensiones es el El Mercado del Este recibió este nombre por encontrarse en la zona de ensanche que en ese momento avanzaba hacía en este del casco antiguo, y por su posición relativa al otro gran mercado de la ciudad, el Mercado de la Esperanza, situado detrás del Ayuntamiento de Santander, en la Plaza de la Esperanza.
El mercado tiene una única planta de geometría rectangular, de 40 metros de ancho por 60 metros de largo, lo que dan una superficie de 2.400 metros cuadrados. En el año 1986, el Mercado del Este fue declarado Bien de Interés Cultural. En la actualidad alberga diversos negocios relacionados con el sector servicios. En él se hallan, además de una oficina de información turística, cafetería, restaurante, tiendas de diversas índoles (regalos, floristería, productos delicatessen, etc.) y una sala de exposiciones que ocupa toda la planta inferior del edificio
Mercado del Este recibió este nombre por encontrarse en la zona de ensanche que en ese momento avanzaba hacía en este del casco antiguo Mercado del Este de Santander (suponen 2400 m² c de planta principal), que recibió su nombre por la zona de Ensanche hacia la que avanzaba el casco antiguo de la ciudad, alberga en la actualidad diversos negocios relacionados con el sector servicios: oficina de información turística, cafetería, restaurante, tiendas de diversa índole y sala de exposiciones que ocupa toda la planta inferior del edificio.
La transformación del Mercado de Santa Fe en una suerte de Centro Comercial Abierto vendría a redundar en el carácter cultural de este patrimonio histórico a la vez que permitiría su rentabilización, vinculándolo a un sector de actividad económica que se encuentra en alza hoy en día. Se ofrecería de este modo al consumidor una atractiva alternativa de consumo a la vez que se resalta el valor arquitectónico y artístico del edificio. Este ejercería una labor social como sede privilegiada para el fomento e instalación de estos pequeños negocios, que ya cuentan con destacados ejemplos en el centro de Huelva. Unido a la capacidad de todo mercado para atraer clientela hacia sus inmediaciones, podría ser auténtica locomotora de su zona urbana, generando sinergias de aparición de comercios en sus inmediaciones. Este tipo de centros comerciales constituyen un nuevo referente para la sociedad que busca más que un espacio de compras, un lugar de esparcimiento, ocio y cultura, aunque ello requiere cierta previsión urbanística y en política de movilidad.
En muchas otras ciudades estos inmuebles se han rehabilitado con gran acierto. El Mercado de Colón, en Valencia y el Mercado Central, en Zaragoza, son ejemplos. En Madrid, el de San Miguel fue uno de los primeros en sufrir un lavado de cara muy favorecedor, y el Mercado de San Antón en el barrio de Chueca. El ejemplo quizá más canónico de este tipo de mercados es el de de Sant Josep, en la famosa Rambla de Barcelona, popularmente conocido como el Mercat de la Boquería, donde aún perviven los puestos tradicionales junto a locales muy animados con un espíritu más actual. Además de que los edificios han sido remozados, a varios de estos mercados se les ha dado una nueva vida, pues se han enfocado con una visión nueva.
La oferta ha cambiado y, en algunos de ellos, en lugar de los productos de la compra diaria, se ofrecen especialidades para gourmets o alimentos cosechados de forma ecológica y natural. El mercado se reinventa y especializa e internacionaliza su oferta, buscando dar a los ciudadanos algo que no ofrecen grandes superficies, pero sin perder su esencia de cercanía y atención personalizada.
Otra gran novedad es que los mercados ya no son sitios de paso, sino ESPACIOS PARA ESTAR, que resultan tan acogedores que invitan a quedarse, degustar allí los productos, acompañándolos. Algunos de los puestos de estos mercados ofrecen la posibilidad al comprador de que elija sus productos y se los cocinen ante sus ojos.
Es tal el cambio de perspectiva con respecto a los mercados, que estos ofrecen incluso actividades culturales, lo que da lugar a espacios reconvertidos y dotados de nuevos usos culturales. El Mercado del Born, en Barcelona, se ha convertido en Born Centro Cultural (Born CC). El Antiguo Mercado del Pescado, en Zaragoza, pasó a ser el Teatro del Mercado. Pero no solo los mercados han cobrado una nueva vida gracias a rehabilitaciones o nuevas intervenciones arquitectónicas, también existen edificios que ya no serán usados nunca para su propósito inicial que han vivido transformaciones. Estos lugares, como el Matadero, en Madrid –que alberga algunos mercados pop-up—, o S’Escorxador, en Palma de Mallorca, en este momento brindan a los habitantes una amplia oferta de ocio y de cultura. Es frecuente también el Pop-Up Market que se celebra en el edificio Hannax, en Valencia. Lo que se vende en este tipo de ocasiones suele ser arte de diseñadores, tanto en ropa como en objetos decorativos o regalos y curiosidades. Pasear por cualquiera de ellos, aunque no se tenga intención de comprar, resulta muy agradable.
El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) , es rehabilitación de la obra modernista antiguo “Mercado de Mayoristas de Málaga” (1938-1943, Arquitecto Luis Gutiérrez Soto), a caballo entre su época más racionalista y la posteriores formas monumentalistas del régimen franquista. Edificio en planta trapezoidal cuasi triangular por su proximidad al río Guadalmedina y trama circundante que ha sabido adaptarse a su nueva funcionalidad expositiva con las más altas exigencias propias del Arte Contemporáneo. En una ciudad como Málaga, donde cualquier inversión de ciudad se entiende como aportación de equipamientos comunitarios en gran porcentaje de sus decisiones, como edificios dotacionales de nueva generación o previa recuperación para la misma. La colección permanente del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga está compuesta por cerca de cuatrocientas obras de artistas nacionales e internacionales de la talla de Jasper Johns, Frank Stella, Miquel Barceló, Susana Solano, entre muchos otros.
Los anteproyectos existentes en esta línea Cultural sobre el edificio de Santa Fe son los de Museo de Arte Contemporáneo (HERNÁNDEZ, 2006; DABRIO, 2009). Lo fueron con carácter previo a las inversiones del Plan “E” como posibilidad dentro de un abanico de estudio de obras susceptibles de acogerse a estas inversiones. En ellos se prima el espacio expositor central por su espacialidad vertical reconocida y flexibilidad de compartimentación según requerimientos de exposiciones. Pero también hay lugar para aulas, talleres de música y plásticas, proyecciones, salón de actos, administración y fondos de almacenaje, de tal forma que pudiera tener lugar la cultura local, autóctona, y la moderna más globalizadora. En espacio estrella junto con el central expositivo se convierte el semisótano, que puede albergar sala de conferencias, cafetería, restaurante o bodega. Incluso sus condiciones higrotérmicas constantes pudieran avalar el almacenaje de obras de arte.
Cualesquiera de estas u otras ideas de rehabilitación como Gran Equipamiento de Ciudad podría entroncar con remotos valores históricos de una zona de la ciudad que ha destacado siempre por su patrimonio arqueológico, también necesitado hoy día de nuevas líneas de puesta en valor. El Mercado de Santa Fe debe ser entendido como una faceta más del patrimonio histórico presente en el sector más antiguo de la ciudad y como lugar capaz de ayudar en la vertebración del resto de bienes culturales existentes en la zona. El objetivo es la potenciación de la oferta turística basada en la gastronomía o la cultura, sumando a ellas la percepción de la historia y el patrimonio histórico de nuestra ciudad.
Para ello resulta indispensable una paralela intervención en los espacios urbanos circundantes, de los cuales en episodios anteriores se destacó su Valor Urbanístico como fusión de Ciudad Heredada y Nuevo Ensanche, así como su Valor Arqueológico subyaciente. El propio edificio en su concepto de nuevo proyecto puede ser a la vez escaparate de productos en su interior, y escaparate de su entorno inmediato como reclamo turístico de doble vertiente.
No obstante, la intervención definitiva en los espacios públicos anexos precisa la apuesta clara por la disminución de circulación viaria excesiva en el entorno de San Pedro dentro de las políticas de sostenibilidad, movilidad y puesta en valor del Patrimonio Arquitectónico y Arqueológico que tan buenos resultados dan a medio plazo en ciudades con esta visión de futuro así planificadas.
Una oportunidad, que, según nuestra opinión, así debiera ser analizada por cuantas personas y organismos queden involucrados durante el tiempo que dure todo el proceso hasta la plena recuperación del edificio. De ahí la necesaria flexibilidad en la aplicación de cuantas medidas condicionen los aspectos constructivos y técnicos, ya que, la dotación completa de un equipamiento de este nivel y su plena puesta en marcha, requerirá de la aportación de ingenio e ilusión que puedan dar con soluciones técnicamente respetuosas a la vez que innovadoras, soluciones que salvaguarden y ofrezcan un contenedor de usos con instalaciones, espacios y prestaciones propios de nuestra época, competitivo y a la altura de los antecedentes históricos del entorno inmediato, fiel reflejo de la evolución urbana de Huelva.
Puntos de vista variantes y variables según la actuación que finalmente se ejecute sobre configuración exterior, e interior, en un Edificio emblemático que puede realmente ofrecer alternativas sorprendentes como MÚLTIPLE CONTENEDOR de usos diversos.
Y de nuevo, apelando a la “voz” de Manuel Pérez González, arquitecto apasionado y adelantado a sus circunstancias, rememoramos las que fueron en un momento sus palabras dentro del Cuestionario del Ministerio de Gobernación (AGA- 44-00043-0001-024), y que hoy mismo pudieran tener, paradójicamente, plena vigencia dada la situación que atravesamos y la que se atravesaba en el momento de la construcción del inmueble: “La realización de las obras enunciadas que a más de contribuir al perfeccionamiento moral y material de la población, proporciona la solución de la crisis obrera por que estamos atravesando que es de las más graves fases, todos absolutamente todos los obreros que se relacionan con el arte de construir están parados desde hace más de dos años. Con el examen del presupuesto a obras de nueva construcción se observa que aplicado a pago de plazos mensuales de obras o a intereses de capital invertido en ellas se soluciona la crisis obrera por que hoy atravesamos.
Huelva 24 Noviembre de 1894”.
Hasta aquí nuestra serie de divulgación de conocimientos adquiridos en nuestro trabajo diario sobre un edificio impregnado de Valores que, capítulo a capítulo, hemos intentado desgranar para vosotros, lectores de huelvabuenasnoticias como parte de una labor que consideramos siempre necesaria en materia de Patrimonio Arquitectónico, Urbanístico y Arqueológico. Ha sido todo un placer.
7 comentarios en «Sobre la aspiración a recuperar el edificio de Santa Fe ( y II)»
Ojalá seamos capaces de conseguir ver esto algún día. Mi única observación es añadir espacios de reposo, discusión o encuentros formales o informales. Los espacios dedicados al arte, no tienen porqué ser diáfanos, pueden por el contrario, ser muy refrescantes si empalizan con el visitante.
«empatizan»
Fantástico trabajo de Miriam y Rocío. Muchísimas gracias, como onubense, por el estudio, que permite albergar esperanzas de que este edificio pueda renacer.
Un trabajo interesante y didáctico, aunque hoy por hoy dudo que pueda ser rentable y desgraciadamente la rentabilidad es el objetivo de esta puñetera sociedad. Personas que durante la guerra civil soñaban otro tipo de país fueron encarceladas en este edificio antes de su fusilamiento. Esto lo escuché de pequeño y cuando en las noches oscuras de los años cincuenta tenía que pasar ante este magnífico edificio lo hacia corriendo, casi sin pisar el suelo, temiéndole a los fantasmas de aquella pobre gente.
El edificio del antiguo mercado de SANTA FE, no tiene ningún valor arquitectónico, empezando por su fachada y terminando por el tejado con las cerchas de hierro y la cubierta de chapa. En Huelva queremos sacar valor arquitectónico de donde no existe. Lo que se debería de hacer es, construir un edificio moderno y representativo para utilización pública, salas de exposiciones para pintores, escultores, etc., pues, tengo entendido que, cuando un artista con pocos recursos económicos desea exponer, las pasa canuta, al no encontrar espacios adecuados para ellos.
Ese es el drama de esta ciudad, querido amigo Miguel, que bajo el argumento de escaso valor arquitectónico se borran de un plumazo los limitados edificios que pueden crear una identidad con cierta consistencia. Desde luego este edificio tiene valor histórico, y en todo caso y tan sólo porque es de recién nacido el siglo XX ya se justifica el que pudiese defenderse. ¿Cuantos edificios quedan ya en Huelva simplemente anteriores a la Guerra Civil? ¿Es que hay que aceptar que esta ciudad nunca tendrá elementos de casco histórico?
Sin atreverme a opinar sobre si se debe respetar o no el legado arquitectónico, si que me atrevo a opinar como ciudadana de a pie y aunque la idea de un mercado gourmet o de cualquier índole tan solo vendría a saturar la oferta con la que ya cuenta la ciudad.
De lo que si carece Huelva,sobre todo la zona centro son tanto de espacios culturales como deportivos.
Creo que se podría compatibilizar cualquiera de estas actividades con el respeto que el edificio merece y aún siendo en principio de baja rentabilidad si que estaría asegurado su uso y disfrute durante muchos años.