Redacción. El día 23 de agosto, se inician las capeas de Beas, en honor al Patrón San Bartolomé, que se prolongarán durante 5 días, desde el sabado 23 hasta el miércoles 27. Son unas fiestas muy tradicionales en Beas, en las que se combinan la lidia de vaquillas por las tardes con la feria de noche.
De mañana, sobre las nueve, los beasinos se dirigen al lugar en el que se va a proceder al embarque del ganado que será lidiado ese día. Allí los grupos de amigos pasan la mañana acompañados de variadas tapas y vino, hasta que llega el momento del embarque, lleno de gran belleza, y en el que las vacas son introducidas en el camión que las llevará hasta el pueblo. Luego, se regresa al pueblo para efectuar la suelta de las vaquillas, que desde el final de la calle San Sebastián partirán hacia la Plaza, en medio de dos hileras de continuas «jaulas», nombre con el que se conocen a las empalizadas construidas en la calle para presenciar la suelta de vaquillas.
Cuando llegan a la plaza, que ha conservado el mismo sabor que tradicionalmente tuvo, construida con empalizadas y ruedas de ejes de los viejos carros, se procederá al encierro del ganado, para que luego las vaquillas descansen hasta la corrida de la tarde. Pero antes, se efectuará la lidia de una vaquilla, a la que se conoce popularmente como la «vaca del aguardiente».
Por la tarde, a las ocho tendrá lugar la corrida, cada una de las 10 o 12 vaquillas embarcadas cada día, serán lidiadas en la Plaza para, luego, ser nuevamente soltadas por la calle de los toros, corriendo los mozos tras ellas hasta el final de la misma, donde serán embarcadas en un camión que las devolverá al campo. Y así durante todos los días.
Las noches de toros son noches de feria, recuerdo de la feria comercial creada en 1783. Hoy son fiestas en la que los beasinos toman sus copas y charlan en los bares instalados en la calle Colón, donde se celebra la feria, y en la Caseta Municipal que anima la noche al son de la música.
El día 24, festividad del Patrón, el embarque del ganado y todos los actos posteriores se retrasan considerablemente. Por la mañana la diana recorre el pueblo anunciando el día grande de las fiestas, tras la función de iglesia, se procede a la procesión del Santo por las calles del pueblo, en un recorrido variable cada año, y en el transcurso del cual los vecinos agasajan a los acompañantes del Patrón, con dulces, tapas y copas de vino, en un ambiente caracterizado por el júbilo generalizado y los continuos vivas al Santo. Al final de la procesión, el Ayuntamiento agasaja al pueblo con una invitación.