B.F. Arriba la medianoche al Horizontal Beach y la brisa rompiera que llega del mar se transforma en un suave velo. Tras él, quizá en la noche más estrellada de este verano, comienzan a sonar unas notas de piano, magistrales y envolventes, que han esperado nada menos que treinta y cinco años de crianza en barrica de vida y arte, la que antecede en este momento a un artista pleno como Joaquín Pareja-Obregón.
El abarrotado Horizontal contrasta en su silencio de tanta gente expectante que ahora, a los sones mágicos del pianista andaluz, sólo tiene que dejarse llevar por el placer de sus oídos y del resto de los sentidos en una velada especial. Le acompaña en los primeros compases una de sus bailaoras, Esperanza Márquez, que adorna la música a la perfección, completando un cuadro que hace las delicias del nutrido público en esta madrugada de verano para recordar. Más tarde Esperanza volvería a bailar a la vera del piano de Pareja-Obregón.
Como sólo sucede en nuestra costa, el jazmín y la dama de noche se funden cuando Carmen, la hermana de Joaquín, pone apasionada voz a la música del maestro. Este dúo familiar llega a El Rompido dentro de un programa de actuaciones conjuntas de ambos artistas. Pero la actuación de esta noche ha sido muy especial. Lo era a priori por ser «la primera» de varios argumentos: la primera vez que actuaban juntos en El Rompido ambos hermanos, después de cincuenta años de estrecha vinculación familiar con la localidad onubense; la primera vez que Joaquín interpretaba en el Horizontal Beach, conectado en el tiempo con la última anterior en El Rompido que fue, precisamente, la primera actuación en público de la carrera del artista; y la primera vez en la que su sobrina, hija de Carmen, ha compartido escenario con ambos.
Se tocaron y cantaron temas compuestos por el propio Joaquín, por su padre Manuel, e incluso por su hermano Arturo. También hubo oportunidad, como no podría ser de otra manera, para baile por sevillanas con arte, tanto de la bailaora como de Carmen, que fue correspondida por Ernesto Serrano.
En el descanso nos detallaba Pareja-Obregón aquella jornada de 1979 cuando su padre, el genial compositor, se oponía a la actuación de su hijo en el bar que sus amigos habían montado a la entrada de El Rompido, el «Capitán Haddcock». No quería que se dedicase a esto de la música profesionalmente.
Afortunadamente, Joaquín desobedeció a su progenitor, quién seguro fue el que posteriormente lo celebró con mayor orgullo. Por eso Carmen en este cuarto jueves de agosto decía también que sentía que su padre estaba allí, en la quinta dimensión del Horizontal Beach, presente, y que percibía de forma nítida esta presencia en su propio hermano, al que califica con una sensibilidad excepcional.
Por si a la combinación de estos dos exponentes de la conocida saga de artistas pudiese quedarle algo para el deleite ajeno, aparece en escena Blanca Blandino Pareja-Obregón, hija de Carmen, que con una voz dulce y potente sorprende a los presentes al calor del piano de su tío, con el que como apuntábamos actúa por primera vez y por el que declara tener fascinación.
Blanca, también aderezada por la luz y la sal de El Rompido, como el resto de su musical familia desde más de medio siglo atrás, culmina en la actualidad sus estudios superiores en artes escénicas, en Madrid, y garantiza en el horizonte y por fortuna más Pareja-Obregón en el este segmento de elegancia artística dentro de la música española.
Noche de magia y embrujo en el Horizontal Beach Club, una más pero única como el arte de esta familia tan vinculada a Huelva a través de El Rompido.