Miguel Ángel Nevado. La cubierta de cualquier embarcación es su hábitat natural. Se mueve sobre la plataforma a su antojo sin que los altos y secos vaivenes que produce el oleaje sobre ésta le haga perder un ápice de estabilidad. Sus pies se adhieren al suelo con naturalidad, sus piernas se anclan en el mismo como un elemento más de éste. No le supone ningún trastorno que el cielo esté encapotado, el mar bravo y el viento sople frío, bastante frío.
Gesto serio sobre una cara joven curtida por el mar, marcada por la aventura, por la experiencia que la vida ha ido cruzando en su ya largo caminar y si, en algún momento no se la ha cruzado, él ha salido a su encuentro. No puede vivir sin ellas. Sin la aventura, sin la mar. No entiende de otra vida sin sus compañeras. Y por ello, cuando Miguel Ángel García no pudo continuar sus estudios en el instituto Pablo Neruda, de la capital, decidió sacarse el título de Patrón. Era bastante buen estudiante pero compaginar los estudios con los trabajos familiares en las costas de El Rompido, en las artes artesanales de pesca, en el barco paterno, no era cosa de entender porqué la antigua Logse, privara más la asistencia que la capacidad de trabajo y estudios.
-¿Cómo recuerdas tu infancia en El Rompido, Miguel Ángel?
-Aunque soy bastante joven aún, sólo tengo 31 años, mi playa ha cambiado mucho desde entonces. Era un pueblo muy pequeño, todos nos conocíamos y los que no nos dedicábamos a la pesca lo hacíamos de la hostelería. Pero el turismo de aquí. por entonces, era más bien familiar, de Huelva o algún que otro sevillano, sin extranjería alguna.
-¿Por qué decides marcharte a Ibiza?
-Me marché a Ibiza como pude haberlo hecho a cualquier otro sitio. Lo que ocurrió es que por aquél entonces estaba haciendo en curso de formación, en Isla Cristina, de Ro-Ro, que trata de barcos de pasaje y carga rodada y además trabajaba aquí en las barcas de turismo y conocí a una chica que me habló de lo bonita que eran y de las expectativas que ofrecían las islas.
-Y no te lo pensaste dos veces…
-Efectivamente, hice la maleta y nada más dejarla en el Hostal más barato que encontré comencé a buscar trabajo y lo encontré en San Antonio de Portmaris, en una empresa de actividades náuticas . Primero, durante mes y medio, a bordo de un ferry de pasaje entre islas y después en Parasailing que me hizo descubrir del atractivo de esta actividad. Más adelante, a los dos años de estar allí, en Catamarán de 75 pies, que era una especie de charter hacia Formentera y, por último, en un Jetboat con el que recorríamos las cuevas y lugares maravillosos que existen y se esconden en todo el litoral ibicenco.
-¿Te enamoró Ibiza?
-Ibiza es uno de los mejores lugares de España. Aparte se su imagen y fama posee sitios únicos, increíbles. Es una mezcla de cultura, de nacionalidades en el que todo cabe y nada es apartado, Evidentemente ya está un tanto desgastada por su uso y abuso pero continúa siendo única, como sus montañas y pinares o sus calas de arenas blancas. El agua, su claridad y transparencia. Tú tiras una moneda al mar y la ves caer hasta el fondo. Igualmente otra cosa que te llama inevitablemente la atención es la ausencia de mareas que hace que todo- embarcaciones, mar- permanezca inmóvil. El único peligro de la costa son las rocas. Hay que estar muy atento y conocer muy bien los bajíos porque si no estás atento te puedes encontrar con una en cualquier momento y te rompe el barco en dos.
-Y aparte del paisaje, ¿que te llamó más la atención?
-No te lo vas a creer pero la verdura. Los payeses siguen cultivando a la vieja usanza. Todo muy ecológico. Esas lechugas y esos tomates tienen un sabor distintos, maravillosos. Para eso, el ibicenco es muy conservador. En el interior el nativo conserva sus costumbres y usos sin que el turismo haya podido envenenar su esencia.
-Y después vuelta a la tierra, a crear Océano Soul.
-Yo siempre supe que aquello era algo temporal. Quería aprender, ver y conocer nuevos métodos y actividades náuticas relacionados con el turismo. Además vivir allí es caro y el ritmo de trabajos es muy intenso, no se descansa ningún día y la jornada laboral tan flexible que puede durar hasta más de 15 horas. Así que ,como mi padre me visitaba de vez en cuando y le explicaba las cosas nuevas que él veía y que no existían en nuestro rincón onubense, le planteé que montara algo relacionado con el parasailing , que en Huelva no se había visto nada igual, que en toda la Costa de La Luz era una gran desconocida.
-Y dicho y hecho, ¿no?
-Bueno, mi padre tiene una empresa aquí en el Rompido, Flecha Mar, que se dedica al turismo náutico y eventos costeros, además de trasladar a los turistas a la otra banda de la lengua de tierra. Océano Soul nace como una marca de la empresa Flecha Mar y yo soy un trabajador más.
-¿Y ha encajado este tipo de actividad en Huelva?
-Estamos empezando. Tenga en cuenta que la costa onubense, en materia de Turismo, nos encontramos a una distancia de años luz de otros puntos de España. Aún así aquí se ha crecido en todos los sentidos, hay nuevos hoteles de gran categoría, restaurantes y cafeterías que no tienen que envidiarle nada a las de afuera y un ambiente mucho más cosmopolita. Ahora bien, soy el pionero en esta materia y el primero siempre paga los platos rotos. Pero yo no me desanimo y este invierno seguiré mis viajes para conocer nuevas cosas que traer a El Rompido, mi tierra.
-¿Cómo es tu clientela?
-Muy variopinta. De todas las edades, desde matrimonios mayores o jóvenes con sus hijos pequeños hasta parejas o pandillas de amigos.. Esta actividad es para toda las edades. Yo siempre digo que me he enamorado dos veces del mar. Una, pescando; aprendiendo del mar, de sus colores, de los vientos que le dan vida y traen peligros, del color de las aguas, de sus tonalidades alegres y misteriosas, de los elementos. Y otra, la opción y la suerte de poder hacer disfrutar del mar a la gente. Nuestro lema, en Océano soul es NUESTRA META ES HACERTE SONREIR. Así de simple y yo te puedo contar cientos de anécdotas, de casos realmente emocionantes que nunca se borrarán de mi corazón… ver volar y volver a una niña con autismo, la expresión de felicidad de su rostro es indefinible o al señor italianos en silla de rueda, o a las personas mayores o aquél chiquillo de tres años que tuvimos que subirlo al cielo de nuevo porque éramos incapaces nosotros y sus padres, de hacerlo bajar. En fin, tantas y tantas vivencias que te hacen decir que esto merece la pena.
-¿Y qué se siente arriba, Miguel Ángel?
-Mira quién viene a Ocean Soul no viene buscando algo parecido a la agresividad, a eliminar adrenalina, porque si piensan que se trata de algo arriesgado y peligroso están totalmente equivocados. En el Parasailing está todo absolutamente controlado. Como puede ver, en primer lugar, ponemos un chaleco salvavidas de seguridad y luego un arnés sujeto a las piernas y que te cubre pecho y espalda y este arnés lo ceñimos al paracaídas que, a su vez, está controlado por una cuerda de seguridad a la embarcación que lo va impulsando. Está todo controlado y el usuario no tiene porqué utilizar nada, ni tocar nada, todo lo realizamos desde aquí abajo
-¿Y a volar?
-Exactamente. Lo que diferencia al parasailing con el parapente u otras modalidades semejantes es la ausencia de riesgo. El que viene aquí viene buscando el reposo a través de la ingravidez, sensaciones, tu mente navega y tú te sientes en relación a ella. En paz y concordia. Quizás algunas vez escuches lejanas a las gaviotas bajo tus pies mientras te sientes muy alto y petrificado por las bellezas que te ofrecen estas panorámica.
-¿Y es caro?
-Hay que ver la relación calidad precio. Yo soy de los que digo que antes de subir te sabe a caro pero que, al bajarte, te suena a muy barato. Además tenemos servicios de fotografía y vídeos para todos aquellos que lo soliciten a precios muy asequibles, donde quedan grabadas para siempre esas imágenes tuyas gravitando en el aire que nunca se te van a olvidar.
-Y cuando finalice la temporada veraniega, Miguel Ángel, ¿qué tienes pensado de hacer?
-En primer lugar me tengo que sacar el Yacht Master Offshore, el equivalente a Capitán de Yate, aquí en Santo Antonio, en Portugal, pues aquí no lo hay. Y luego, a mediados de octubre o noviembre, zarparé en el primer barco que salga hacia el Caribe, Sin rumbo fijo ni nada planificado. Una mochila, mis vacunas y mis papeles. De todas formas, por Internet, estoy viendo y conociendo el mapa, la ruta y las posibilidades de trabajo que me ofrecen cada una. En último caso, llegaré hasta las islas de Antigua, Las Barbados, antigua colonia francesa, que se encuentra en pleno corazón del Caribe y es un punto de cambios de barcos y tripulación. En cualquiera de esos puntos que hay afuera existen me que quedaré. Sólo pido que el que sea me ofrezca la posibilidad de aprender, conocer nuevas actividades y métodos que luego poder adaptarlo aquí, en mi tierra, al negocio de mi padre. Es una forma de engrandecerme y de hacer que en Huelva y, en concreto en El Rompido estemos al día en todo lo que al ocio de turismo se refiere.
Lo dicho, Miguel Ángel García Martínez, un aventurero, un explorador de ideas, un emprendedor que no ceja en pensar ni un minuto en el negocio, en tenerlo al día constantemente.
1 comentario en «La aventura equinoccial de Miguel Ángel García Martínez. De El Rompido al Caribe»
Excelente. ¡¡Vivir es apostar¡¡.