El sobrecogedor silencio del Calvario impregna de solemnidad el Lunes Santo onubense

Paula Crespo. Pasaba apenas un minuto de las 21.00 horas cuando, aún con mucha luz natural, se abrían las puertas de la capilla Jesús del Calvario. El Silencio se hacía por completo en la abarrotada calle homónima para dejar espacio a los únicos sonidos que caracterizan a la Posconciliar Hermandad y Seráfica Cofradía de San Francisco de Asís, Nuestro Padre Jesús del Calvario y María Santísima del Rocío y Esperanza, la Hermandad del Calvario.

Tras los primeros cuerpos de nazarenos con túnica marrón franciscana, los cirios de respeto de color marrón oscuro anunciaban la llegada del misterio. Desde las puertas se veía al fondo de la capilla, sobre monte de lirios morados y con los cuatro faroles encendidos, a nuestro padre Jesús del Calvario portando la cruz en el hombro izquierdo en la imagen de León Ortega. Comenzaban los primeros acordes del habitual trío de capilla Virgen de Consolación que precedían a los tres golpes de llamador con los que a las 9.10 horas el misterio del Calvario realizaba la primera levantá de esta Semana Santa de 2014.

A las órdenes del capataz José Toscano que pedía elegancia a su cuadrilla, Jesús del Calvario iniciaba su salida procesional mientras escuchaba la saeta que El Peca le dedicaba desde la puerta. Como es habitual y característico de las hermandades del silencio, el misterio hacía la salida y la revirá de corrido para enfilar ya su calle en dirección a Tendaleras.

Envuelven a esta hermandad silencio, rigor y solemnidad solamente rotos por la voz del capataz,el racheo de los pies de los costaleros y el sonido de las cadenas de los penitentes que portan la cruz, igual que Jesús del Calvario, con el asta hacia delante. Todo se impregna de ese recogimiento que caracteriza a una hermandad que es sin duda el contrapunto del Lunes Santo onubense.

Sin apenas respiro comenzaba a salir el cortejo que precede al palio con la cruz parroquial al inicio del mismo. Bacalao y nazarenos con cirio de respeto blancos antes de la presidencia de este palio de cajón, uno de los tres de este tipo que procesionan en la Semana de Pasión onubense, de María Santísima del Rocío y Esperanza, que el año pasado estrenaba su parihuela.

Rosas blancas en el exorno floral del paso dirigido por los capataces Rengel y Larrarte, que se estrenaban en la guía de este palio cuya imagen es obra de Sebastián Santos. La música de capilla también del trío Virgen de Consolación dejaba paso al característico sonido de la levantá completamente a pulso del palio de la Virgen de Rocío y Esperanza.

Emoción contenida en la salida de este impresionante paso ante el que los onubenses se agolpan, para tocarlo, para sentirlo de cerca, prácticamente lo arropan y lo acompañan en su caminar hacia las calles del centro de Huelva.

Terminando de salir el palio, el misterio de Jesús del Calvario que representa el momento en el que Jesucristo asume su destino, su calvario, racheaba por la calle Padre Jesús Nazareno con la vista puesta en la carrera oficial, que alcanzaría rozando las diez de la noche.

Tras el paso festivo de Tres Caídas, la Hermandad del Calvario continuaba su recorrido, uno de los más breves de la Semana de Pasión de Huelva, con ese rigor y esa sobriedad que le caracterizan, no solo en el trabajo de los costaleros bajo los pasos, sino en los cortejos que procesionan con una limpieza y un sentido del orden únicos.

No en vano, la creación de esta hermandad en la Huelva de los años 70 fue un revulsivo para la Semana Santa onubense, a la que ha aportado madurez y otros aspectos distintos en la manera de hacer no solo al procesionar, sino también en sus cultos y sus actos. 

 El Calvario, en imágenes

Datos de la Hermandad