Benito A. de la Morena. Guste o no guste, se quiera o no se quiera, se asume que tal día como hoy alumbró María un niño al que se puso de nombre Jesús y se le consideró el Mesías prometido. Desde entonces, cristianos y paganos festejan la Navidad el 24 de diciembre, así como el día de los Reyes Magos, también conocidos como los “Magos de Oriente”, quienes, tras el nacimiento del Jesús, habían acudido desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
Estos «magos», según la creencia católica, eran representantes de religiones paganas de pueblos vecinos y según el Evangelio (capítulo dos, versículos uno al 12, del Evangelio de San Mateo), simboliza que las naciones acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación que se esperaba. Dice la tradición que Melchor era un anciano blanco con barbas blancas que regaló a Jesús oro, representando su naturaleza real. Gaspar, un joven moreno, le regaló el incienso, que representa la naturaleza divina de Jesús y Baltasar, de raza negra, le entregó a Jesús la mirra, que representa su sufrimiento y muerte futura.
Se supone que los reyes eran astrólogos, sacerdotes, o científicos. Se acepta el número de tres, aunque hay quien opina que pudieron ser dos, cuatro, e incluso hasta 12, y que la estrella que les condujo a Belén, no era más que un cometa o meteoro luminoso que coincidió en el tiempo. ¡Qué más da!, lo cierto es sus majestades los Reyes Magos se convirtieron en unos personajes muy queridos por todos los niños y que el día 6 de enero volverán a celebrar la tradición trayendo la ilusión a los pequeños.
Los laicos están adoptando a Santa Claus como “alternativa” a los “magos”, pero hay quien dice que Santa Claus fue San Nicolás de Bari, quien nació en el año 310 después de Cristo, en un tiempo de persecución, donde la enseñanza de la doctrina de Jesús suponía estar en contra del Imperio Romano. Países como Rusia, Turquía y en general, Medio Oriente, se atribuyen el privilegio del nacimiento de este personaje del que se dice era de gran generosidad, especialmente con los niños. En tiempos del emperador Diocleciano, San Nicolás fue nombrado obispo de Myra Turquía, y de ahí el color rojo de su vestimenta. Sus restos descansan en la Basílica de San Nicolás, en Bari, Italia, desde el año 1087.
La imagen que conocemos actualmente del clásico Santa Claus fue modificada por el inmigrante alemán, recién llegado a Nueva York, el protestante Thomas Nast, quien lo ilustra para el semanario “Harper”, en 1864, mostrándolo con el traje rojo las botas, un gran saco de juguetes y entrando en una chimenea.
En cualquier caso, los hijos pequeños de los “adultos” católicos y protestantes, laicos y ateos del mundo occidental, celebran estas fechas inmersos en un espíritu de ilusión contagioso, incluso para sus mayores más arcaicos y retrógrados empeñados en modificar el sentido natural de las cosas. Cuando estos “mayores” recobren la ilusión de la infancia que también tuvieron, tal vez la vida sea mejor en el planeta Tierra.
¡¡¡Feliz Navidad!!!
1 comentario en «Santa Claus y los Magos de Oriente»
Hay cosas que suceden porque toca. Hoy ha tocado percibir la presencia de sentido común a mi alrededor. Benito se encarga de ponerlo en valor. Porque el sentido común es algo que molesta cuando la estupidez y la codicia atascan el natural curso de la sociedad.
Sentido común es lo que Benito luce en dos de sus cualidades como comunicador: Historicismo que engancha y sensibilidad ante la belleza ilusionante.
Y de tanto buscar el poder, hemos olvidado la enorme riqueza que atesoran nuestros valores contrastados.
Un amigo mio decía: «Está bien eso de buscar el progeso, pero no es progreso avanzar destruyendo lo que existe, olvidado los placeres que ya tenemos, ignorando nuestra herencia en aras de conquistas efímeras, …»
Otro amigo mio defendía su difícil posición ante la tecnología: «En mi mesilla de noche hay libros que huelen a viejo. Y en mi bolsillo del traje de faena hay un móvil que me amplía el horizonte de mis posibilidades».
Gracias Benito, porque tu reflexión nos sirve a muchos para no sentirnos solos con nuestra fidelidad a nuestras cosas. Aunque amemos lo que la ciencia nos trae como regalo de reyes cada año.
Una canción preciosa dice algo así: «Amar a dos y no estar loco …».
Amar a dos.
Gracias Benito.