Miguel Mojarro. Junto a tres cortas, que son reliquias de días de gloria y de historia. Porque la historia de Tharsis es una reciente reseña de acontecimientos que han fraguado una leyenda, sin necesidad de siglos de preparación y peregrinaje cultural.
Tharsis es como el producto de un crisol, que solidifica en joya inmediata al líquido caliente. Como aquel oro y la fina plata que dormían en las cortas hasta que las manos de los mineros liberaron la riqueza oculta. Porque siempre son mineros los que arrancan de la Tierra menas para placeres que no serán suyos.
Tharsis, el mito. Pero también el duro destino de una historia que reclama su derecho a ser la sede de tres colores de riqueza. En sus cortas. Tres cortas que arropan al cabezo llamado “Tarse” y que inspiró a Ernesto Deligny cuando escribió a su socio de París: “Llamaremos Tharsis a las minas del término de Alosno”.
Y así comienza el parto que dio lugar a uno de los lugares que más me han impresionado entre los asombrosos misterios sociales de Huelva. Porque en Huelva están, esparcidos y distintos, las pruebas que debió hacer Dios antes de decidirse a afrontar la aventura del humano.
Y allí me llevan inquietudes no controladas cada vez que tengo ganas de beber historia y misterio. Pepe, María, Alonso, José, … y mi amigo el “otro José”, que desde su atalaya de una asociación increíble, saca a la luz y esparce con solvencia valores históricos y humanos de un pueblo que es suyo, pero que también es algo de los que vamos a gozar de sus ofertas humanas y naturales.
En el Casino de Tharsis, en los paseos por los aromos y en las páginas cuidadas y rigurosas de “Amigos de Tharsis”, uno encuentra motivos suficientes para sentirse “de allí”. En Tharsis hay que gozar de un entorno que rezuma historia y belleza. Y no siempre dulce.
Sociedad casinera creada en 1880, cumplió años en 2010: 130 años de presencia discreta en el mapa y un lugar en la historia de Huelva que no siempre se evidencia. Pero si uno se sienta arriba, en la atalaya del cabezo “Tarse”, puede disfrutar de un horizonte amplio que asegura un lugar en el mapa a Tharsis y huellas de un retazo histórico que se mantiene entre las paredes rojas de las cortas.
A sus pies, un casino minero que no fue el primero. En octubre de 1880, surge ese templo del placer minero que en Tharsis se convierte en la casa inevitable y el rincón deseado tras la dura jornada. Si es que por aquel entonces la jornada terminaba…
La Asociación de Amigos de Tharsis, entre sus muchas aportaciones al patrimonio de la zona, incorpora informaciones con encanto y valor histórico:
“A las seis menos cuarto salieron a recibir en el puente al Sr. Director, los Srs. Vicepresidente y Secretario, acompañados de los Srs. Alcalde pedáneo y Jefe de la Guardia civil. Así empezaba la información de La Provincia para referirse a la apertura del Casino Minero de Tharsis, el sábado 2 de Octubre de 1880”.
Los 1000 socios de antaño se han reducido hoy a 300. Pero el Casino mantiene aquel espíritu de compañerismo laboral que le dio vida en sus comienzos. Aunque la creación fuera debida a la iniciativa empresarial. Pero dentro de sus paredes, la sensación sigue estando preñada de ese halo extraño que nace en los sitios de minas.
No es raro que forme con La Zarza y Corrales una mancomunidad minera que comparte origen, empresa y procesos posteriores de lucha por la pervivencia. Hay que recorrer los tres casinos, los tres poblados, las tres sociedades, para entender por qué los puebles mineros, los poblados, fueron y son una comarca que debería estar marcada en distinto color en los mapas al uso. En rojo cobre, que define mejor que el oro el temple de esta estirpe, esclavos de un destino que ellos no buscaron. Pero la historia sí los eligió a ellos.
Hay que estar en Tharsis, sólo, en las laderas del cabezo Tarse, mirar el entorno de casas bajas y blancas, para darse cuenta del parecido que hay entre los poblados mineros: Paridos por la misma idea arquitectónica, urbanizados en las mismas disposiciones, adornados por los mismos casinos, rodeados por collares rojos sin pulir, pero hermosos, … . Pero Tharsis, La Zarza y Corrales, van más allá: Armonizan también historia y recuerdos. Y un ferrocarril minero que recogía suspiros arriba y los transportaba hasta el mar.
Oro, cobre, plata, azufre. Y sentimiento minero que establece un nuevo tipo de sociedad, distinta a cuantas clases sociales se describen en los manuales. La sociedad minera, sea de donde sea, roja de cobre o negra de carbón, ha sido diseñada para ser diferente. Por eso sus poblados son distintos. Por eso Tharsis es sólo como Tharsis.
Increíble y deseada cuando estás lejos. Admirable y entrañable cuando estás en ella. Ignorada para los que no han tenido la suerte de conocerla. O la inteligencia de ir.
Rodeado de pueblos terratenientes, con 2.500 de los 7.000 habitantes que tenía. Cuando en 1992 cerró la empresa, se llevó todo. Solamente quedaron los obreros, con la misión difícil de salir adelante … no se sabe cómo. Pero ahí están. Orgullosos de ser mineros y mirándose en el espejo de un patrimonio increíble.
Por eso asociaciones como la que hay en Tharsis, «Amigos de Tharsis», son necesarias para mantener e impulsar los valores que sustentan la memoria de un poblado minero y para que los que somos forasteros tengamos un referente para admirar y querer a Tharsis.
Tharsis, La Zarza y Corrales. La misma empresa minera y un sentimiento compartido. Por eso mantienen sus lazos de hermandad. Por eso sus relaciones son permanentes y la amistad los relaciona. He visto cómo se le iluminan los ojos al presidente de uno de estos casinos, cuando habla de «su amiga» la presidenta de otro. Y cómo directivos de uno de ellos se brindan para asistir a eventos de otro, a pesar de la distancia que separa esos tres lugares.
Hay una amplia documentación trabajada y divulgada por la mencionada Asociación, que recupera para la memoria tiempos de aventuras admirables.
«Se cumplen por estas fechas el 148 aniversario de la explotación, en la época moderna, de las Minas de Tharsis. Gracias al esfuerzo de Ernesto Deligny. Deligny inicia el recorrido por la provincia de Huelva en Marzo de 1853, con el propósito de reconocer “los grandes escoriales del Alosno”, del que tenía conocimiento. Después escribiría a su socio de París, “llamaremos Tharsis a las minas del término de Alosno”.
El esfuerzo, sacrificio y penalidades por las que pasó, pero hizo posible el comienzo del vasto proyecto que se propuso: levantar un pueblo donde solo había terreno yermo, que llegara el ferrocarril y crear una gran actividad minera.
Sinceridad y gratitud cuando nos dice: “Yo, extranjero, he obtenido el trato de un hijo del país, y siendo para mí un deber el considerar a mis operarios como una gran familia, he procurado siempre hacerlo”.
(Escritos publicados y facilitados por la Asociación «Amigos de Tharsis, Ernesto Deligny, en Junio 2001)
Sierra Bulones, Filón Norte y Filón Sur. Tres monumentos al colorido que parece mineral y es humano.
Y los aromos, recuerdos de la infancia, cuando su olor quedaba grabado para siempre en aquellos que jugaban y moceaban por el paseo, cerca del cine, …
Grupo Azoteas
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El contenido de este artículo, no reproduce nada del libro ‘Casinos de Huelva’.