Redacción. Durante los días 21, 22 y 23 de junio, se ha celebrado en Hinojos el tradicional Romerito en honor de la Santa Cruz y la Divina Pastora, organizado desde tiempo inmemorial por la Hermandad de Vera + Cruz.
El viernes 21 de junio, tuvo lugar el pregón del Romerito 2013, a cargo de María José Gallardo, vecina de la localidad sevillana de la Algaba, quien fue presentada por Francis Benítez, hermana de la Hermandad y pregonera del año anterior. Ambas dedicaron palabras a esta incomparable fiesta hinojera, así como a sus sagrados titulares.
La noche del viernes, y como manda la tradición, se abrió la caseta de Vera + Cruz y al ritmo de una orquesta, la fiesta continuó hasta altas horas de la madrugada.
La mañana del sábado, 22 de junio, fue testigo del momento más antiguo de esta romería, ir al campo a coger romero por los montes de Hinojos. Para ello, y con el objetivo de hacer el recorrido organizado y unidos, la Hermandad convocó a sus hermanos a las 10:30 horas en la Venta de los Pinos. A esa hora, el punto de encuentro estaba lleno de remolques, charres, caballos y carriolas llenos de cruceros que se disponían a pasar una mañana de convivencia.
Uno de los momentos más emotivos fue el rezo del Ángelus, a las 12.00 horas, cuando aún permanecían en el campo y, tras la vuelta al municipio, el encuentro con los titulares de la Hermandad. Cuando se alcanzaba el medio día los cruceros ansiosos se trasladaron hacia la ermita, lugar donde en íntima y fervora unión, rindieron homenaje a la Santa Cruz y a la Virgen de la Esperanza, ya vestida de Pastora.
Las Reinas que este año han protagonizado las fiestas, María Rocío Mesa Ruíz, como Reina Mayor, y Esperanza Macarena Ruíz Otero, como Reina Infantil, invitaron y agasajaron a los romeros con un generoso convite, que dejó satisfechos a los asistentes.
La noche del sábado ocupó otro de los momentos inolvidables para las Reinas de la Romería. Tras la salida del Santo Rosario, desde la Parroquia de Santiago Apóstol hasta la ermita, se disponía de una hilera interminable de niñas y jóvenes cruceras ataviadas a la andaluza.
En el Valle se presenció, en primer lugar, la triunfal salida de la Santa Cruz y asimismo la entrega de banda de la Reina Infantil. En segundo lugar, tras la gloriosa salida de la Divina Pastora, se efectuó la imposición de banda a la Reina Mayor.
Ambos pasos de procesión, junto al cortejo de flamencas, directivos y centenares de cruceros se dirigieron de nuevo a la Parroquia de Santiago y en el transcurso se vivió un jubiloso momento cuando un devoto de la Virgen le dedicó unas emotivas sevillanas al unísono de una inmensa petalada por parte del Grupo Joven de la Hermandad. Al mismo tiempo, le acompañaba la intervención musical de la Banda de Música Filarmónica de Bollullos Par del Condado y un castillo de fuegos artificiales.
Tras la entrada de los titulares la velada continuó en la Caseta de Vera + Cruz, hasta la llegada de la alegre y tradicional diana del Romerito, a cargo de la Banda de Música de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja de Sevilla. A las 11:30 horas se celebró la solemne función principal, donde una vez más intervino el Coro de la Hermandad.
A partir de las 18:00 horas se inició el acto más colorido de la romería, desfiles de niñas jóvenes cruceras vestidas con sus mejores galas para recoger a las reinas, quienes a continuación ocuparon su asiento en las carrozas, elaboradas por los propios hermanos de la Hermandad.
A las 20:00 horas se vivió la salida de la Santa Cruz y la Divina Pastora desde la parroquia, a partir de ese momento el recorrido por todo el pueblo con gran bullicio hasta las 01:30 de la madrugada.
Este año, la Santísima Virgen de la Esperanza lucía bellísima tras su reciente restauración, incorporándose algunas novedades a su paso de Pastora. Entre ellas, el estreno de las tres ovejas que le acompañan, así como la roca donde descansa ella y su Divino Niño; ambas piezas han sido esculpidas por un artista joven y multidisciplinar, D. Jonathan Pizarro.
Otro de los estrenos que ha tenido la Virgen de la Esperanza, es el pie que asoma tímidamente bajo su lujosa saya blanca y oro. Esta pieza ha sido una obra del artífice D. Francisco Arquillo, el mismo que ha realizado la restauración.