Roque Rodríguez. El artículo de hoy me he permitido titularlo como una frase de mí, o si quieren ustedes de nuestros más candidos momentos infantiles.
Así nos dábamos el grito de animo, y el pistoletazo de salida cuando intentábamos arrancar con premuras para llegar a un determinado cometido. A medio día de ayer domingo, partimos desde la Casa Colón, hacía las carpas Italianas de la avenida de Andalucía.
Un montón de gentes disfrazadas, mientras nos hacían el pasillo, otro montón de gentes sin disfrazar que a priori, y como lamentablemente es casi habitual, nos parece escaso.
Dos carrozas, las portadoras de las Choqueras mayor e infantil. Tanto de las mayores como de las infantiles se desprendían, y se regalaban risas, sonrisas, saludos, y un sinfín de multicolores y contagiosos papelillos, confetis y serpentinas. Las Choqueras (Reinas) y sus cortes dieron el colorido y la talla que seguramente por la estrepitosa crisis que estamos atravesando, le faltaban a las dos bateas.
Quizás en próximas ediciones, las carrozas vuelvan a la brillantes de antaño, pero lo que nunca superarán es la ilusión y el desparpajo de las que en esta edición de 2013 formaron sus cortes de honor.
Cochino el último, la rapidez en todos los momentos del cortejo, nos hicieron recordar, el titulo de esta pagina. En la carpa Italiana, nos estaban esperando, los garbanzos con que la Fopac, nos regala al final del recorrido.
Por cierto felicitar al cocinero por que estaban para chuparse los dedos, o incluso para repetir aunque los dedos tuviéramos que chapárnoslo dos veces. Cerraba el cortejo, una bulliciosa multitud, con acento oberoamericano, que nos regalaban canciones y ritmos ante los cuales es difícil dejar de mover las piernas y caderas.
Por favor cuidemos a estos hermanos Latino Americanos, para que nuestro desfile sea más participativo y multicolor. Un ocho, del uno al diez. Todo es mejorable.