La Huelva que nos dejaron

Emilio M. Romero. Desde el año 1873 hasta su venta en 1954, Riotinto se convirtió en una peculiar colonia británica donde llegaron a convivir, separados por un muro, los mineros y el selecto “staff” inglés de la compañía Rio Tinto Company Ltd.

Es a partir de 1873 cuando comienza una etapa singular que arrastrará en su vértigo a toda una comarca y, en general a la provincia de Huelva. Se vio la influencia británica en las construcciones victorianas rodeadas de jardines, cementerio protestante, capilla anglicana, selecto club (hasta no hace mucho tiempo las mujeres no podían acceder a la sala denominada “men only”).

Los ingleses implantan sus costumbres sociales, deportivas y demás, junto a ello, implantan un servicio médico, talleres de bordados, economato, desarrollo técnico, industrial, empleo asegurado, descubrimiento de lugar de descanso (playa de Punta Umbría) y grandes obras como el ferrocarril y el muelle cargadero.

En Huelva se convierte en reflejo de la evolución de una ciudad con la implantación de los Talleres Minas en la zona de El Punto, zona de acopio y carga de El Polvorín, las clínicas de los Dres. MacKay y MacDonald, los hospitales del antiguo colegio francés y la posterior “Clínica de los Ingleses”.

No obstante, la Rio Tinto Company Ltd. se convierte en el motor de la provincia, era la empresa privada con mayor número de trabajadores de todo el país y, contribuye eficazmente a engrosar las arcas del Estado.

Hasta 1954 las minas de Riotinto permanecieron en manos de la Rio Tinto Company Ltd., una época difícilmente olvidable, donde las miserias y las grandezas iban inseparables. Fue un largo y particular periodo que dejó un legado material, otro intangible, pero no menos la peculiar idiosincrasia de un pueblo en el cual se dio la coexistencia de dos modelos de sociedades que en el fondo fueron antagónicas, pero sin olvidar el impulso que supuso para la ciudad de Huelva.