La Naya

Juan García Muñoz. El pasado domingo, día 20 de octubre, nos concentramos en La Naya más de 190 personas, la mayoría antiguos vecinos de esta aldea minera, que desapareció en 1973. No se esperaba tanta gente a la convocatoria que nos hicieron un grupo de amigos, que siendo niños vivieron en aquella aldea. Una feliz idea que hizo posible que nos viéramos después de muchos años de ausencia. Vinieron de Madrid, Barcelona, Sevilla y Bilbao incluso. Los encuentros y los abrazos fueron enternecedores después de más de 40 años. Algunos ancianos los vi llorar de alegría.

El encuentro se tuvo en las ruinas de La Naya. Muchos buscaban el emplazamiento de su casa añorando tiempos de infancia feliz. En aquel terreno lunar brillaban sonrisas y anécdotas. En un paisaje, todo agreste, no estaba el alma perdida, sino bien encontrada en el fuerte abrazo de familiares y amigos.

La Naya fue una aldea minera de Rio Tinto, derruida en 1973. Haré una pequeña reseña de su historia que incluso muchos de nosotros desconocemos.

En 1873 el Estado Español vendió las Minas de Río Tinto a un consorcio de capital extranjero que una vez constituido en Londres daría lugar a Río Tinto Company Limited (RTCL), que explotó Riotinto hasta 1954. Era necesario el ferrocarril para transportar el mineral y el cobre desde Río Tinto a Huelva. El territorio que ocuparía Naya sirvió como punto de aprovisionamiento y logística para los operarios del ferrocarril, así para 1876 contaba ya con viviendas y una cantina-almacén, ligada al Almacén nº 2 para el despacho de víveres y productos de primera necesidad para los empleados de la compañía que residían allí y los trabajadores del ferrocarril. En 1882 se construyan 28 viviendas, cuatro de ellas para capataces. Mas tarde, entre 1908 y 1909 se construyeron 50 casas. Las viviendas de obreros se dispusieron en hileras concretamente ocho paralelas y tres perpendiculares a las anteriores. Estaban dispuestas en una sola planta, disponían de tres o cuatro habitaciones y una superficie media de 45 metros cuadrados construidos.

La principal ocupación de los habitantes de La Naya fue la clasificación y organización de convoyes ferroviarios, hasta que a partir de fines de los años ochenta del siglo XIX fue el tratamiento y transformación del mineral, con la instalación de plantas de procesado de mineral, como Lavadoras y posteriormente con la construcción de la Fundición de Cobre en 1903 y el Concentrador, a lo que habría que sumar que a partir de 1912 la construcción del túnel nº 16 donde Naya determinará que todo el mineral procedente de Filón Sur, Norte y Masa San Dionisio (Corta Atalaya) fuera procesado en la zona de Zarandas-Naya. Esto determinó que desde principio del s. XX La Naya volviera a crecer para albergar los operarios adscritos a la zona de tratamiento de mineral (Fundición, Concentrador, Lavadoras, Planta trituradora, Planta de Sulfato Ferroso, etc.).

La Naya contó con una Ermita, una Escuela con dos estancias para niños y para niñas y un patio de recreo. El Casino minero. Un Cuartel de la Guardia Civil. Y los alimentos y productos de primera necesidad se adquirían en el Almacén de la Compañía.

También dispuso de lavadero público, pues no todas las casas dispusieron de agua corriente, para tal fin se construyó a cincuenta metros del pueblo en las cercanías de la Estación, de donde tomaba el agua.

El final de Naya estuvo ligado a los intereses de la Compañía Minera y se debe principalmente a dos factores. El primero es que gran parte de sus vecinos empleados en la fundición y en la fábrica de ácido fueron trasladados entre 1969 y 1970 junto con las instalaciones a Huelva, donde se le asignaron viviendas en la barriada de “Patiño”. El segundo factor es que la normativa de principios de los setenta obligaba a la “Compañía” a instalar una red de saneamiento y agua potable moderna, por lo que fue más barato y útil para la misma realojar a los habitantes de Naya en el actual pueblos de Minas de Riotinto, en las nuevas viviendas de Los Cantos o en el Alto de la Mesa. Con ello consiguió también concentrar la población cerca del nuevo centro de trabajo ubicado en Cerro Colorado. Una vez desalojado Naya en 1972-1973, fue derruida en 1973.

Y vuelvo al encuentro. Después de los saludos y abrazos tuvimos una comida compartida en un Restaurante de Riotinto.  Y allí continuaron las narraciones de los recuerdos y anécdotas. Al final de los postres, se le hizo un reconocimiento a dos sacerdotes que por allí pasaron: Manolo Martín de Vargas y Antonio Bueno. También a dos maestros: Fernando Espinosa y Manuel Garcia Carmona, este último ya fallecido. Sus hijos vinieron de Barcelona para recoger el reconocimiento.

Solo queda agradecer a  los a los que tuvieron la magnífica idea de convocarnos: Ernesto Moreno y Luis O. Frigolet. Y también la información histórica que me pasó Alfredo Moreno.

Prometo ampliar este recuerdo de Naya, con la experiencia que tuve de mi estancia allí por el año 1967-68 al lado de mi compañero y maestro Manolo Martín de Vargas. Merece una página aparte.