HISTORIAS DE UN MINERO DE BIEN

La Guerra y la Mina

Emilio Romero comparte con nosotros una de las charlas que tuvo con el valdelamusero José María Romero, 'minero de bien'.

Últimos años en Lomero-Poyatos (Foto Antonio Pérez Cruzado)

Emilio Romero. Hoy continúo compartiendo ese traslado en el tiempo al que me llevó José María Romero Silva, el ‘minero de bien’. Proseguía su relato de vida, «alguna vez te habré contado que en 1936 el hermano más pequeño de mi padre, mi tío José, se incorporó al Ejército de la República. Sólo tenía 19 años. Recuerdo perfectamente, ese día que, desde Los Acebuches de Almonaster la Real, vino hasta Valdelamusa a despedirse de mi padre. El tiempo que estuvo en casa recuerdo perfectamente que me tuvo cogido en sus brazos. A partir de ese día nunca más se supo de él ni donde pudo morir.

Archivo Guerra Civil Salamanca.
Centro Documental de la Memoria Histórica (Archivo General de la Guerra Civil Española). Salamanca.

Pero es mi hijo el que me transmite esta tarde desde Salamanca, donde se encuentra estos días de Semana Santa, que ha encontrado la ficha y parte de la documentación de su estancia en la guerra y hasta en el batallón que estaba inscrito. Y lo que más me ha emocionado ha sido saber la edad en que murió (24 años). Por mi mente han pasado esta tarde, mi abuela Josefa, mi abuelo José María, mis tías Julia, Josefa y María y como no, mi padre, que murieron todos sin llegar a saber dónde estaría el cuerpo del hijo más pequeño de la casa. ¿Qué, me he emocionado?, pues claro que sí¡¡, fueron muchas las veces que le oír hablar a mi padre de su hermano José, que con 16 años estaba en las Juventudes Socialista de Almonaster la Real«.


Festival de Cine de Huelva

Hoy 14 de abril, desde que he puesto los pies en el suelo, mis recuerdos han sido para mi padre. Mi padre fue la persona que en todo momento estuvo dispuesto ayudar a todo aquel que lo necesitara. Su profesión, minero y que hasta los 64 años no pudo jubilarse. Solo disfrutó de su jubilación 8 años. Sufrió los avatares de la guerra. Estuvo preso en la cárcel de Huelva. Padeció un Consejo de Guerra y dejo de ver al más pequeño de sus hermanos cuando este solo tenía 19 años, porque con esa edad se fue voluntario para defender la Republica antes de que lo hicieran preso en Almonaster la Real. Murió mi padre sin saber dónde habría muerto su hermano.

Hoy gracias a mi hijo, como comentaba anteriormente, sabemos dónde murió, aunque no sepamos donde está su cuerpo. Conoció que sus hijos con sólo 10 años tuvieron que irse al campo a guardar cabras y ovejas. Fueron meses los que estuvo sentado en una silla totalmente inflamado por el hambre, viendo como sus hijos siendo unos niños se desplazaban hasta Almonaster o Cortegana a robar higos o castaña en vez de estar en la escuela. Todas las noches le quitaba tiempo a su descanso para enseñarles a sus hijos lo que él de niño había aprendido.


Puerto de Huelva

Lomero Poyatos años 50
Vista de la mina Lomero-Poyatos hacia los años 50 (Foto Jacquec Perrin)

Fueron muchas veces las que le oír decir que el año 1931 recibió doble alegría en su vida, y que nunca lo iba a olvidar. La contestación que siempre daba cuando le preguntaban porque esa alegría, era: ‘porque en 1931 nació mi José María y porque ese mismo año, fue proclamada la Segunda República‘. Papá nunca he podido, ni he querido olvidarte, todo cuanto me enseñaste lo mantengo porque todo, incluso los ‘coño’ que decías eran bonitos, y yo son muchas las veces que digo ‘coño’. Y decirte, por último, que tanto mis hermanos como yo, hemos seguido el camino que siempre nos enseñaste. ¿Se puede olvidar esto?, nunca se pueden olvidar las lecciones de un padre y menos cuando hoy después de haber pasado tantos años, lo mismo mis hermanos como yo sabemos que aquel camino que nos indicaste era el camino correcto«.

En cuanto a la mina, claro que he vivido huelgas siendo minero. Y las he vivido cuando no estaban permitidas. Como también he vivido durante 15 días a una pareja de la Guardia Civil en la boca del pozo de entrada en la mina. Y también he vivido la llegada del Delegado Provincial de Trabajo a la boca de la mina y decir a la totalidad de la plantilla que, si no tirábamos de los vagones estipulados y autorizados por la Delegación de Trabajo, podíamos ingresar todos en la cárcel. Y seguimos negándonos, sin miedo de ninguna clase, a hacer el trabajo al que la empresa, con la autorización de la Delegación Provincial de Trabajo, nos obligaba.

Recuerdo también haber vivido el desplazamiento de trabajadores -esquiroles- de otras minas para hacer el trabajo que nosotros nos negábamos hacer, y seguíamos sin realizar. Si, eso hicimos durante mucho tiempo los trabajadores de minas Lomero-Poyatos, que fue donde yo trabajé. Y lo hicimos en tiempos muy difíciles. Porque eran tiempos donde no había libertad reconocida, pero había una unión entre todos los mineros de Lomero-Poyatos, que me llena de orgullo haber pertenecido a esa plantilla de grandes hombres, y poder contarlo ahora, y que ahora en plena democracia no seamos capaces de defender lo que es nuestro.

Como también tuvimos el valor de estar 15 días encerrados en el interior de la mina y el resto de la plantilla en la boca de la mina noche y día sin ir durante esos 15 días ni uno solo a casa. Todo en defensa de los puestos de trabajo, que en aquel momento peligraban. Y se salvaron los puestos de trabajo. Y también viví durante esos 15 días de encierro en la mina, a las mujeres de los mineros manifestarse y parar el tren de viajeros de Huelva a Zafra, y con la Guardia Civil pidiéndole que abandonarán la manifestación, y decirle ellas a la Guardia, ‘De aquí no nos moverán hasta que los mineros nos digan que nos vayamos‘».

 

«Esto que te acabo de contar, lo he vivido en mi etapa de minero. Y, de todo, lo más emocionante fue ver a todas las mujeres de Valdelamusa paralizar el tren para ayudar a sus compañeros los mineros. Y lo último que he vivido y del que me siento orgulloso fue el encierro en la Iglesia del pueblo de los parados de Valdelamusa, pidiéndoles a Matsa trabajo en la mina de Aguas Teñidas.

De momento solo me queda por decir que, siendo yo alcalde de Valdelamusa, les ofrecí el Ayuntamiento a un grupo de trabajadores del Patrimonio Forestal del Estado, para que se encerraran como protesta por haber despedido a un compañero, y yo coger el camino de Huelva, para presentar mi protesta, por el despido injusto que se había llevado a efecto. Y, para terminar, decir que ya se tenían que está preparando otras movilizaciones porque, sin movilizaciones, nunca conseguiremos lo que es nuestro. Nunca nadie le ha regalado nada al trabajador. Más bien lo contrario, quitarles sus derechos para enriquecerse otros.

Es verdad que fue muy duro trabajar en la mina en la década de los 50, 60 o 70. Sobra decir para ver la dureza del trabajo que el transporte del mineral desde la zona de arranque hasta la boca del pozo de extracción, con una distancia superior a los 300 metros, se hacía a mano, en vagones transportados por el hombre. Este trabajo se hacía por gente joven y completamente descalzo, pues con el agua de la mina las alpargatas no te duraban más de 2 horas.

Esta era la manera de trabajar de los “zafreros” que hacíamos este trabajo en mina Lomero-Poyatos. Fue ahí donde dio comienzo mi primera lucha sindical. Y si digo lucha sindical, es por el solo hecho de ser muy dura la conquista de que al minero se le concediera la ropa y el calzado que necesitaba para desarrollar su trabajo. Mereció la pena que los mineros iniciarán aquella lucha, porque conseguimos darles calzado y ropa a todos los trabajadores.

Otra de las luchas duras e ilusionante fue la construcción de duchas donde poderse duchar una vez terminado el trabajo, porque era de pena ver al trabajador llegar a su casa, con la misma mierda que cuando salía de la mina, y con el agravante de que en sus casas tampoco disponían ni de duchas ni agua corriente. Fueron años muy duros, pero muy ilusionantes. El compañerismo era especial, porque podíamos decir a los cuatro vientos que, si el trabajo era duro, más duro era el comportamiento del minero defendiendo lo que en justicia le correspondía.

El Cerro del Andévalo.

Tú como minero sabrás de la vida de los mineros, aunque no llegarías a conocer la de aquella época. Por eso te cuento todo esto y los buenos recuerdos que tengo de aquella época que viví siendo minero. Y los recuerdos tan bonitos que mantengo de aquella amistad que todos me regalaron. Cuando digo todos, es porque fueron todos los que me demostraron que en sus cuerpos lo que circulaba era la sangre del minero, impregnada de amistad y de valor, que es lo que siempre le sobró al minero. Que suerte tuve con haber sido minero, porque gracias a la mina, por donde quiera que vaya, lo que recibo son muchos abrazos. A todos los mineros quise, y a todos sigo recordando por muchos años que pasen.

Hoy en la tertulia que mantengo con un grupo de amigos en el ‘Bar Palenque‘ de El Cerro de Andévalo, hemos hablado de aquella época. Recordamos que a los mineros de Valdelamusa pertenecientes a la Sociedad Francesa de Piritas de Huelva, el trabajo se le pagaba con unos vales que la empresa hacia. Solo servían para comprar en el economato minero.
Este era también propiedad de la misma. Hablar de aquellos tiempos es hablar de lo más horrible que se hizo en la posguerra con el minero. Podemos decir, y así lo digo, que fue la gran humillación que el minero sufrió. Tan dura y sangrante fue aquella época que, aun siendo yo un niño, nunca la he podido olvidar.

Se puede decir que el minero trabajaba en el fondo de la mina, por un trozo de pan y un guiso de arroz que le daban de racionamiento, pero que el trozo de pan no se lo comía el minero porque este lo dejaba para sus hijos, ya que eran solo 200 gramos de pan los que le daban de racionamiento al minero, y ni un solo gramo para el resto de la familia.

Y lo más penoso es que todo esto se hacía con el consentimiento de las autoridades locales y provinciales, que cerraban los ojos o se tapaban los oídos para no saber nada del abuso que el minero venía sufriendo por una empresa francesa y, además, consintiendo de que aquel que tenía dinero, cambiase los vales por dinero legal, pero cobrando por este cambio el 25%. Lo que quiere decir que mi madre le daba 5 pesetas en vale y esta persona solo le daba a mi madre 4 pesetas en dinero corriente.

Esta ha sido otra de las etapas duras que el minero sufrió, y otras muchas más que es posible que siga contando, con el objeto de que se sepa de dónde venimos y donde nunca debimos estar. Con coraje y unión aquella etapa fue vencida, y donde me gustaría que nunca más se conociera, como también que el minero siga con coraje defendiendo lo que es suyo y los sindicatos defendiendo al trabajador, que fue para lo que fueron creado«.

1 comentario en «La Guerra y la Mina»

  1. Mi padre fue minero en Río TINTO y en el año 50 tubo un acidente que por poco muere.Pero vivió asta el año 64 que con 37 años murió
    Quedo muy mal tenía el mal bronceado y Adison .Para lo que son minero de ante saben que es .Mi madre le quedó mu poco y le daban el vale y las mojan para comer SOMOS tres hermanos
    Yo recuerdo a mi padre muy mal y cuando tenía 9años una tarde del mes de Julio se fue a la cama y murió
    Me quedo eso muy dentro pues yo estaba a su lado abrazandolo .Es aún y me toca mi corazón ? ?
    Perdí a mi padre con 37 años
    El vecino nuestro Frugencio también tubo un acidente en la mina pero por desgracia se quedó y dejo viuda y tres hijos
    Leer ahora este escrito me e emocionado y al mismo tiempo triste pues estamos en unos momentos en Mal España
    Saludos y Dios Bendiga ? a los Mineros

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