Redacción. Los vicepresidentes del Grupo de Universidades Iberoamericanas La Rábida (GUILR) y rectores de la Universidad de Huelva y Pontificia Universidad Católica del Perú, Mª Antonia Peña y Carlos Garatea, respectivamente; han participado en un conversatorio, que ha tenido lugar en la Universidad Panamericana de Guatemala (UPANA), en el que han debatido sobre Los retos que enfrentan las Universidades Iberoamericanas en el siglo XXI.
En este encuentro del GUILR, que preside el rector de la Internacional de Andalucía, ha contado también con la participación de los decanos de Ciencias de Humanidades y de Educación Virtual de la UPANA, Elizabeth Herrera de Tan y Miguel Ángel Franco.
La vicepresidenta del GUILR, que actuó también como moderadora, se ha referido a la innovación educativa en países de Iberoamérica, destacando que “hay que explorar cómo las universidades Iberoamericanas están abordando los desafíos y oportunidades de la innovación educativa en el contexto actual: uso de tecnología en el aula, metodologías de enseñanza activa y programas de educación a distancia, entre otros”.
En su opinión, “ya había empezado antes, pero el Covid19 ha acelerado el proceso y no hay que ir atrás”. En este sentido, destacó la importancia de la formación del profesorado y, según dijo, “es absurdo rechazar el cambio tecnológico; hay que saber utilizar las nuevas herramientas y ponerlas al servicio de nuestra actividad docente, porque el formato online tiene muchas bondades: inclusión de colectivos vulnerables, freno al despoblamiento de determinados espacios, etc.”.
Con respecto a los desafíos y oportunidades para la investigación académica en países de Iberoamérica, se han analizado los retos que enfrentan los investigadores en las universidades iberoamericanas, como la financiación, la infraestructura y la colaboración internacional; así como las oportunidades para promover la investigación de calidad y su impacto en la sociedad.
La vicepresidenta hizo alusión a la situación de España, señalando “los salarios precarios y la falta de estabilización de los investigadores, la burocracia asfixiante y la depredación investigadora”, así como la importancia de los valores éticos en la investigación.
Por último, se ha debatido sobre la responsabilidad social y el papel de las universidades en la promoción del desarrollo sostenible, la inclusión social y el fortalecimiento de las comunidades locales; aportándose experiencias sobre proyectos de extensión universitaria, programas de voluntariado estudiantil y colaboración con organizaciones no gubernamentales, y resaltándose las nuevas responsabilidades, desde la cultura, el deporte, las escuelas artísticas y el aula de la experiencia; hasta la inclusión, la igualdad, el voluntariado y la cooperación, entre otras.
Para concluir, se han reconocido tres categorías de universidades: “conservadoras del conocimiento; formadoras de profesionales, y generadoras de conocimiento-investigadoras”.