Antonio M. Infantes recrea en ‘El trono de Dios’ un relevo pontifical marcado por asesinatos y sociedades secretas

El onubense Antonio Manuel Infantes.
El onubense Antonio Manuel Infantes.
El onubense Antonio Manuel Infantes.
El onubense Antonio Manuel Infantes.

Ana Rodríguez. El bollullero Antonio Manuel Infantes (1977) acaba de sacar a la luz su primera novela, El trono de Dios, un libro de suspense e intriga en formato digital que ha supuesto para el onubense todo un reto. Infantes, cuyo pseudónimo literario es Russell Swayzak, es técnico superior en Administración y Finanzas y también cursó estudios de Historia en la Universidad.

Su formación le ha servido también para abordar este trabajo novel, un thriller histórico que sitúa al lector en la Ciudad del Vaticano en torno a los días previos a la muerte de Juan Pablo II. A partir de ahí, el autor sumerge de lleno a su interlocutor en esta ficción, que muestra el proceso de sucesión del Papa, la celebración del cónclave y las sociedades secretas que emergen en este punto de inflexión de la historia pontificia.



El mismo Infantes nos cuenta cómo se ha lanzado al mundo de las letras.

– ¿Siempre ha querido escribir?
– No siempre. Antes de la adolescencia, como cualquier otro niño, quise ser muchas otras cosas, desde piloto de helicóptero hasta meteorólogo. Lo primero se me quitó de la cabeza rápido, ya que desde temprana edad siento pánico a las alturas. En cuanto a lo segundo, lo que me llamaba realmente la atención de ello eran los rayos, los tornados, los huracanes y demás fenómenos de características similares, así que me terminó aburriendo ver al hombre del tiempo de pie con un mapa detrás.


Puerto de Huelva

– ¿De dónde te viene esta pasión?
– Desde pequeño, y teniendo como punto de partida la apertura de la Biblioteca Municipal de mi ciudad, Bollullos par del Condado, descubrí en los tebeos primero, y en los clásicos infantiles y juveniles posteriormente, que leer me gustaba y me entretenía más que los juegos habituales de la infancia. Fue en la adolescencia temprana donde, por otra parte, empece a tener claro que lo que me gustaban eran la Historia y la Geografía, y comencé a sentir una especial curiosidad por las artes escénicas, el cine, la locución y el doblaje de las películas. Las lecturas empezaron a ir por esos derroteros de la Historia en general, y la del siglo XX en particular. Mis padres además me llenaron la biblioteca de ejemplares y enciclopedias. Después de un par de veranos leyendo libros de filosofía, empecé a escribir poemas y reflexiones en los clasificadores de los compañeros de instituto. Aún así, lo hacía de una forma anárquica y sin guardar copia escrita para mí, hasta mediados de 1998 que ya empecé a hacer acopio de lo que iba escribiendo. Aún entonces no me planteaba la posibilidad de escribir con una finalidad semejante a la actual.

El onubense ha repartido varios carteles promocionales por diferentes puntos de la provincia.
El onubense ha repartido varios carteles promocionales por diferentes puntos de la provincia.

El Trono de Dios es su primera novela pero ya ante había hecho algunas incursiones en el mundo literario, ¿no es así?
– Lo es. Antes de escribirla, mi faceta literaria se resume en un poemario que comprende algo más de 80 poemas, reflexiones y alguna que otra canción que me atreví a redactar para un proyecto de grupo de rock con un par de amigos, que no llegó ni siquiera a ponerse en marcha. A lo anterior he de añadir varios relatos cortos, entre los que se encuentra un guión literario para un cortometraje. Todo lo que precede a mi primera novela permanece, de momento, inédito.

– ¿Cómo se decidió a escribir esta obra?
– Precisamente a raíz de la escritura del guión para el cortometraje. Me encanta el cine y el mundo del medio audiovisual. He hecho locución en radio y también algunos cameos en Canal Sur y producciones del ámbito formativo en Sevilla. Eso se une al hecho de que mi mejor amigo, José María Salas, es un profesional del medio audiovisual y, como realizador de cine y vídeo, y junto a otro amigo también del sector, Rafael Díaz, me propusieron en el verano de 2005 la realización de un cortometraje cuya dirección artística recaería en los tres. La idea nos seducía. Ellos contaban con los medios técnicos y me pidieron, en vista de que siempre estaba leyendo y que me gustaba escribir algunas cosillas, que escribiera el guión literario en base a una idea original que me propuso José María. Me senté en casa y me puse a ello aquella misma tarde. Al día siguiente les presenté el guión, con una extensión de nueve carillas. Rafael lo leyó y se asombró. El guión lo escribí como un relato corto que titulé El pasaje.

Aquella misma noche de verano, mientras hablaba con José María del desarrollo que haríamos entre los dos para convertir el relato en el guión técnico del cortometraje, éste me comentó que quizás debería de atreverme con algo más amplio, una novela. Lo remató diciendo que él me veía capaz. De alguna forma, fue lo que me empujó a lanzarme a escribir El trono de Dios.

Portada del libro digital 'El trono de Dios'.
Portada del libro digital ‘El trono de Dios’.

– ¿Cuál fue su inspiración? ¿Qué le movió?
– En aquellos momentos la narrativa de misterio, intrigas vaticanas, conspiraciones, etc. estaban en boga. Hacia 2003 creo recordar que se había publicado El código da Vinci y el éxito comercial de dicha obra creó una tendencia en los escritores del género. Como muchos otros, yo solía leer libros de ese tipo, además de policiacos, novela negra, libros de historia y biografías. En abril de ese año, en el que el verano y la escritura del relato El pasaje me hicieron sentir capaz de afrontar el reto de una novela, se dio la circunstancia de la muerte de Karol Wojtyla, el Papa. Por mi edad, contaba 28 años por entonces, era la primera vez que asistía, en el continuo despliegue informativo de las televisiones, al proceso de sucesión mediante el cónclave de los cardenales. La importancia del evento y las consideraciones sociopolíticas que conllevan me dieron la idea sobre en torno a qué podría girar el borrador de mi primer manuscrito en forma de ficción novelada.

– ¿De qué trata El trono de Dios?
– El argumento sitúa la trama de la novela en torno a los días previos a la muerte de Juan Pablo II y lo prolonga en el tiempo hasta que se hace efectiva su sucesión con un nuevo pontífice. Durante esos días y con el trasfondo de la realización del cónclave para la elección del sucesor, tendrán lugar una serie de asesinatos cuyas víctimas serán los llamados a ser favoritos del Colegio Cardenalicio para ocupar la vacante de Wojtyla. El asesino parecerá guardar relación con un complot para cambiar las estructuras vaticanas, estableciendo con ello un nuevo orden mundial, e irá siempre por delante de los encargados de pararle los pies, los miembros del Servicio Vaticano de Seguridad, con la ayuda de un sacerdote experto en sociedades secretas, ocultismo, etc., asignado por el mismísimo Papa agonizante. Después están las personalidades del protagonista y el antagonista, igual de importantes para la trama, puesto que ambos tienen, desde sus posiciones, sus momentos de duda sobre su función y sobre lo correcto de sus decisiones y sus actos.

– ¿Cuáles eran sus intenciones cuando escribió esta novela?
Mi intención con la idea para la novela era crear una atmósfera donde el lector situara la importancia que tiene el hecho de que sea elegido como Papa un cardenal u otro. La Iglesia Católica es una institución donde hay luchas de poder entre sectores más conservadores y otros con un sentido más aperturista. Eso inquieta no sólo a las propias estructuras del Catolicismo, sino también a las potencias más influyentes, ya que la religión católica cuenta con algo más de mil cien millones de seguidores y adeptos en los que la figura del Papa influye directamente con sus directrices, sus encíclicas y cualquier opinión que exprese sobre la masa de creyentes más importante de Occidente.

Infantes confiesa que desde niño le ha apasionado la lectura.
Infantes confiesa que desde niño le ha apasionado la lectura.

– ¿Cuánto tiempo le ha llevado el libro?
– Sumando el proceso de documentación iniciado a finales de 2005 al de escritura del primer borrador, que comencé en los primeros días de septiembre de 2006 y concluí justo al final de ese mismo año, algo más de un año, sobre los 14 meses aproximadamente, momento en el que llevé ese borrador al Registro de la Propiedad Intelectual para llevar a cabo el procedimiento de Depósito Legal y proteger mi autoría sobre la obra.

– Al leer la sinopsis me ha venido a la cabeza Ángeles y demonios de Dan Brown. ¿Está su novela en esta línea de obras que crean un ambiente de misterio tomando como excusa reminiscencias del pasado?
– Sí, aunque Ángeles y demonios no es el principal modelo de estructura narrativa en el que me sumergí para afrontar la escritura de El trono de Dios. La novela retrocede en el tiempo para buscar la génesis de la evolución durante los siguientes cinco siglos de unas sociedades secretas surgidas tras las fuertes discrepancias y acusaciones de herejía hacia el hesiquiasmo por parte del monje humanista Barlaam di Seminara, enfrentando sus tesis con Gregorio Palamás, hecho que provocó un cisma con la Iglesia de Bizancio.

En la búsqueda de una estructura sólida para la trama de mi manuscrito me sirvieron como inspiración otros libros y autores cuyos trabajos me parecieron más interesantes en sus particulares complejidades. Es el caso de Iacobus y El último Catón de Matilde Asensi; Las siete iglesias, de Milos Urban; El Necronomicón nazi, de Vicente Álvarez; El círculo Octogonus, de Peter Harris; La biblioteca de los muertos, de Glenn Cooper; y por encima de todas ellas, una novela que es precursora en el tiempo en el tipo de narrativa de intrigas vaticanas, publicada en 1990, Assassini, de Thomas Gifford.

– ¿Ha tenido que documentarte mucho para escribirla?
– Mucho más de lo que pensaba en un principio. Conocer el funcionamiento del cónclave para la elección de un nuevo Papa, a pesar de lo visto en televisión, resulta complicado. Desde el momento en el que se declara la sede vacante y se procede a la correspondiente destrucción del Anillo del Pescador con la preceptiva liturgia que certifica la muerte del Papa, la figura del camarlengo, el proceso electoral en la Capilla Sixtina, la estancia de los cardenales en la Casa de Santa Marta, la historia de los distintos concilios acontecidos en la historia, los distintos Papas, el entramado de las calles y los monumentos, hoteles, aeropuertos y carreteras de las ciudades que aparecen, y por supuesto los personajes, porque además de los que responden a pura ficción, hay otros que, aunque aparecen con nombres distorsionados, son reales y representativos de la jerarquía vaticana, de la política o de la historia en sí misma por sus actos, sus logros o sus deméritos.

La novela está ambientada en la Ciudad del Vaticano.
La novela está ambientada en la Ciudad del Vaticano.

– Hoy en día es muy difícil que una editorial apueste por un autor, ¿cómo ha sido tu experiencia a este respecto?
No ha sido fácil. Y sigue sin serlo. En 2008 mandé por primera y única vez el manuscrito en papel a una gran editorial. Me lo devolvieron, al menos, acompañado por una carta que decía que lo sentían pero que el tipo de novela que les había mandado no entraba en su línea editorial. La fecha del matasellos de correos se correspondía con el mismo día en el que lo habían recibido. Conclusión extraída: no lo habían leído. Si acaso hojeado unos segundos. Tras esa decepción me lo planteé de forma distinta, me hice con un amplio listado de agentes y agencias literarias. Por cultura editorial, opté por agentes de Barcelona y elegí a una de ellas para empezar. Lo hice a la americana. Le mandé los primeros capítulos por correo electrónico. Y al poco me pidió más, el manuscrito al completo. Se lo envié por correo electrónico de nuevo y esperé un tiempo hasta que se lo leyera. Cuando volvió a contactar conmigo me dijo que mi novela no desmerecía de otras que tenían buenas cifras de ventas y que quería que firmara un contrato de representación con su agencia. Se trataba de quien hoy es mi agente, Ángela Reynolds.

– Y al final ha salido en edición digital…
– Sí, este año mi agente me planteó la posibilidad de que firmáramos con Leer-e, la editorial pionera y precursora en España del libro digital. Con el cambio y la adaptación a los nuevos tiempos, los grandes autores también comercializan ya sus obras en formato ebook. Mi editorial ofrece en su catálogo a muchos de esos autores. Después de sopesarlo, di el paso y firmamos, con la seguridad de que este nuevo paso no inhabilita la posibilidad de que, si surge la opción, se podría combinar la publicación digital con la tradicional en papel, para la que mi agente sigue buscando editorial. A día de hoy, El trono de Dios está disponible no sólo en mi editorial, sino también en otros sellos editoriales importantes y en otros continentes en lengua española, pagándose sus descargas en euros o en dólares.

– ¿Con qué sensación crees que se queda el lector tras leer la novela?
– Bueno, espero que con una sensación grata, no porque el libro sea el nuevo descubrimiento literario, sino porque le haya ofrecido buenos ratos de lectura y entretenimiento. En definitiva, que en líneas generales le haya gustado. Hace poco, Antonio Diego, un lector, me comentaba que tras la descarga había leído la novela en muy poco tiempo, que le había gustado mucho y, sobre todo, que había aprendido aspectos históricos y detalles que no conocía o por los que no se había interesado nunca. Ese era el objetivo que me planteaba como escritor, además de tener lectores que me leyeran, ya que, en mi propio caso como lector, lo que hace que me enganche con un buen libro es aprender y descubrir cosas nuevas, o simplemente poder plantearme o discutir ciertos preceptos o hipótesis de los cuales ya tengo una opinión formada.

El escritor está preparando ya dos nuevas novelas.
El escritor está preparando ya dos nuevas novelas.

– ¿Qué acogida está teniendo su novela?
– Creo que, de momento, y teniendo en cuenta que no se puede competir con grandes autores ni con los medios promocionales con los que cuentan, no me puedo quejar. Mi editorial difunde todo lo que puede y yo también estoy implicado en el proceso promocional al cien por cien. A primeros de noviembre o de diciembre supongo que me pasarán el primer avance de cómo van las ventas. Muchos me han confirmado descargas, y al estar comercializada por sellos editoriales importantes como Leer-e, Casa del Libro, Amazon, Fnac, Apple, Google, Barnes & Noble, Nubico, Kobo y otros muchos, tanto para el lector en español europeo o americano, espero que el boca a boca y las nuevas tecnologías ayuden. Además, a nivel local y provincial, mis conocidos me dan muestras de reconocimiento, se alegran por la publicación y difunden cualquier información sobre la misma aprovechando los medios a su alcance.

– ¿Tiene nuevos proyectos en mente?
– Sí, ahora ya no me veo dejándolo nunca. Tengo una libreta con datos e ideas para casi una decena de nuevas novelas. Actualmente estoy con el borrador de la segunda, bastante avanzado, y que me gustaría tener listo para principios de 2014, para que mi agente pueda empezar a opinar sobre él y, llegado el momento, empezar a moverlo en busca de editorial en papel, ya que en mi horizonte siempre estará conseguir tener el libro en los dos formatos, el físico y el digital.

En el caso del segundo manuscrito sitúo la trama fundamentalmente en España, entre los años 1931 y 1977, en la época histórica que comprende la Segunda República, la Guerra Civil, la posguerra y hasta el inicio de la Transición, con lo que abordaré personajes españoles e intentaré centrarme en la novela histórica de ficción sin más, mezclando personajes y sucesos reales con las posibilidades que la ficción me ofrezca, sin traicionar los hechos históricos.

Además, ya estoy preparando una tercera obra, se tratará de una novela negra que ambientaré en Estados Unidos, con personajes y lugares que intentaré que oscilen entre las autoridades y los bajos fondos. En cualquier caso, habrá que ir paso a paso y continuar la senda marcada por mi agente, como hasta ahora, teniendo en cuenta, como ella me ha enseñado, que en el mundo de la narrativa la principal virtud es tener paciencia, paciencia y más paciencia.

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