Una misteriosa cierva blanca se deja ver en los alrededores de Rosal del Frontera

José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Cierva blanca. Solo uno de cada 30.000 ciervos desarrolla esta anomalía genética que provoca que nazcan con una ausencia de melanina en el cuerpo que le confiere a este tipo de animales un pelaje blanco sin coloración y unos ojos rojos o rosáceos debido precisamente a esa falta de pigmento en el iris que provoca que se vean los vasos sanguíneos, confiriéndole una belleza y un magnetismo únicos para aquellos que han tenido el privilegio de verla en los alrededores del Rosal de la Frontera.

Un hecho que nunca había sido documentado hasta la fecha en la provincia, lo que está provocando un gran debate de si este animal debería ser abatido o protegido de cualquier actividad cinegética. Un debate en el que partidarios de organizar una montería para dar caza a este animal único a manos de aquel cazador que haga la puja más alta por abatir al animal y aquellos que abogan por proteger el monte en el que ha sido avistado y crear un santuario en el que este animal pudiera vivir el resto de los días está polarizando la actividad pública en las terrazas de los bares y en las aceras de las calles en los que estos tórridos días sacan a la gente a la calle.

Un debate en el que además ha entrado otro actor más de la mano del portavoz de una conocida asociación cultural de la Sierra que ha comentado que esta podría tratarse de la mujer cierva, la hija de un conocido caballero que vivía en un castillo con su hijo y su hija que desapareció el día que su padre anunció el compromiso y matrimonio con el hijo de otro señor feudal. Durante días su hermano y su padre la buscaron sin descanso por todo el castillo y la casas de alrededor, hasta que un ballestero afirmó haberla visto por un riachuelo cercano. El padre, el hermano y el prometido emprendieron en ese momento una búsqueda por los montes de la zona, hasta que desanimados después de tantos días tras su pista volvieron al castillo. Pero años más tarde el hermano avisto a una hermosa cierva blanca mientras se encontraba de caza y sin pensarlo abatió al animal. Maravillado por la hermosura de su pelaje decidió cortarle un de las patas delanteras para guardarla como trofeo que diera credibilidad a su hazaña antes de mandar a uno de sus ayudantes a recoger el resto de la cierva blanca. Pero cuando llego al castillo y desenvolvió su capa y mostró su trofeo, este se había convertido en una mano de tez blanca y fina en la que se podía ver un anillo de la familia. Padre e hijo salieron al lugar donde habían cazado a la cierva blanca y allí mismo encontraron el cuerpo sin vida de la joven con un vestido blanco y una gran mancha de sangre en el corazón.

Esto que podía ser una leyenda que nos recuerda al relato de Aldara, la cierva blanca, protagonista de «La doncella cierva» que dio a conocer el antropólogo, periodista, escritor e historiador Manuel Amor Meilán en el volumen de Lugo de la Geografía del reino de Galicia en el que se cuenta como una joven que se transforma en una cierva es abatida por su amante sin que este lo sepa o al de la mitología griega en el que Acteón es convertido en ciervo por Artemisa cuando la ve bañándose junto a su séquito de ninfas y termina despedazado por su jauría nos recuerda, que en el Rosal de la Frontera en las noches calurosas de verano al abrigo de la brisa fresca que baja de la umbría, si nos lo imaginamos pueden contarse cosas que han ocurrido tan extraordinarias como la de la leyenda de la cierva blanca.