“No dividí mi vida en días, sino mis días en vidas” Juan Ramón Jiménez.
Adolfo Morales. Bien podría servir para embellecer este encuentro con Moti, Carmen Serrano Aguilar, los versos de Robe cuando escribe y canta “Todo lo que tengo, todo lo que quiero, todo lo que siento se me vuelve ajeno y no, no voy a decir que no”, así de vital es esta mujer, cuya trayectoria profesional se afianzó en los asuntos de Violencia de Género dónde goza del reconocimiento, el respeto y el consejo que nutre desde la inteligencia emocional más clara y determinante.
-Pero comencemos, ¿Quién es Moti?
–Pregunta complicada -dice, mientras sonríe- (sonreírse es algo innato en su carácter y muestra su sutileza), me defino como una mujer de barrio, pertenezco a un entorno sencillo y probablemente sea la familia la que me ha marcado, por la cantidad de hermanos que tengo. Pertenecer a una familia numerosa siempre es una circunstancia concluyente. Compuesta esencialmente por varones, ocho hermanos y una hermana (yo soy la novena).
-Mi madre me tuvo con 44 años y a mi hermano pequeño con 47. Comenzó a tener hijos con 30 y tuvo 10 hijos. Mi hermana cinco años mayor que yo, es la que ilumina el camino de mi vida, una persona distinta por su forma de ser, por el modo de entender la vida.
-Mi padre era hijo de un guardia civil y creció en aquellos años viviendo la rudeza y la severidad de vivir en una casa cuartel. Él era el mayor de 5 hermanos. Mis padres nacieron en Zuheros (Córdoba) en el entorno del Parque Natural de la Sierra Subbética. Estudió Profesor Mercantil, y lideró la responsabilidad de comenzar a trabajar en lo que entonces era la Delegación de Abastecimientos y Transportes para aportar economía a una familia muy humilde, sin olvidar un interés natural por la lectura, la formación autodidacta, hombre curioso ávido de aprender, muy trabajador y capacitado.
-Allí trabajaba mi madre como secretaria y allí se conocieron. Si bien ella procedía de una familia mejor situada y no siendo lo más usual entonces, estudió y comenzó a trabajar. Ella igualmente es una mujer interesada en la información, en la lectura, en casa siempre hubo libros de todo tipo, enciclopedias, novelas de los clásicos. Más adelante mi padre decidió estudiar la licenciatura de Derecho con la UNED y la sacó cuando alcanzaba los 54 años.
-Antes de venir a Huelva, vivieron en Córdoba capital, y cuando nació el tercer hijo transitaba 1955, cuando le ofrecen la Comisaría de Abastecimientos y Transportes. Las necesidades de 10 hijos hacían que, inevitablemente, tan pronto tuvieses edad para trabajar, trabajases. Así la escala natural era que los mayores cuidaran de los pequeños en esa corresponsabilidad de escala. Todos nos hemos independizado pronto.
-Así una vez acabé la carrera de Trabajo Social, el primer trabajo con 22 años, me llevó a Jaén, dirigiendo un Centro de Acogida para Transeúntes. Salí de casa y ya no volví. Antes viví con mi hermana, que nos cuidaba a mi hermano pequeño y a mí, y con un hermano que se casó cuando yo tendría 14 años. Mis hermanos se llaman: Antonio, Enrique, Rafael, Javier, Miguel Ángel, Carlos, Charo, Nacho, Pablo y yo, la novena. El nombre de mi Madre Encarna no fue heredado por ninguna de las mujeres, Nana le llaman los nietos, La tía Nani le llaman los sobrinos, por el contrario, el nombre de mi padre Antonio si tuvo replica.
–Moti, vivir en un entorno familiar tan complicado, además de haberte dado decenas de momentos extraordinarios, también pudo colocarte en un espacio seccionado tal vez, ¿Qué te faltó, si te faltó algo?
-Hombre, a mí me ha faltado tutelaje, si es verdad que disfrutas de muchas cosas, de muchos valores. Pero hay cuestiones que en otros entornos no se plantean. Por ejemplo, en mi casa todo era de todos y no había nada de ninguno, y cuando digo nada es nada, ni la cama, ni el cajón de la mesa era tuyo, todo se compartía. Esos valores se vivían bien, pero el tutelaje se echaba de menos, simplemente no había tiempo para tantos, y además hay que añadir que las diferencias de edad eran notables entre los hermanos. Así, entre el mayor y el pequeño eran ni más ni menos de 16 años, y en ese estado de cosas, las experiencias de cada uno están en bien distantes equidistantes.
-Cuando yo tengo uso de razón, mi hermano mayor ya estaba en la universidad, era una prioridad de mis padres, que los varones estudiaran una carrera, culpa de esa mentalidad de la época, de ahí me viene ese vacío respecto al tutelaje que te señalo, es tal vez desde entonces que se despierta la chispa de un feminismo que estaba ausente y discriminaba de manera consentida y aceptada.
-Desde que tengo uso de razón soy feminista, porque desde ese momento soy consciente de la discriminación que yo he sufrido como hija, o como hermana, en una familia, en una época donde la prioridad era el varón. Lo que se esperaba de las hijas era que estudiáramos el Bachillerato y que obtuviéramos un trabajo que nos diera cierta autonomía, pero sin muchas algarabías.
-El papel de la mujer estaba situado en el cuidado de la casa, de la familia. Si agradezco que ese tutelaje lo ejercieran mis hermanos. Fui una pésima estudiante en el instituto, salió una rebeldía cuando no veía como un fin esa formación sucinta sin más horizontes, hasta que comprendí que eso lo tenía que hacer por mí y por nadie más.
-No tuve la oportunidad de haberme ido a Madrid como quería para hacer Periodismo, ya entonces había cinco de mis hermanos estudiando allí y bien es verdad que todos se habían ganado esa posibilidad al conseguir becas por sus buenos rendimientos, de mi casa salía una aportación económica limitada. La respuesta de mi padre tanto a mi hermana como a mi respecto a esas aspiraciones universitarias fue una disposición… “si quieres estudiar una carrera, tendrá que ser una Diplomatura y en Huelva”.
-En ese impase, mi hermano Rafael (el tercero) vino a decirme ¡tengo la carrera ideal para ti!, por entonces él estaba estudiando Graduado Social, y la verdad fue que acertó, yo soy una enamorada de mi carrera.
-Al hilo de ese feminismo incipiente tan natural, donde la lógica es la primera que deja de entender qué produce esa distorsión que discrimina a tu género, ¿Qué otros hits reforzaron y corroboraron que esa desigualdad estaba fuera de lugar y era inaceptable?
-Lo primero que me marcó, aunque resulte extraño fue el hecho de estudiar en un colegio de Monjas. Ya sabemos que en aquel tiempo eso tenía un valor añadido, la religión ocupaba un peso significativo en la sociedad, pero a mí me llamaba poderosamente la atención que el colegio lo llevaban monjas, dirigido por monjas, las profesoras eran monjas, pero quien daba las misas eran hombres. Cuando veíamos pasar al obispo te acuerdas eso de besarle el anillo, era un hombre y yo me planteaba, ¿estas mujeres solo mandan aquí, en el colegio?
-Y empecé a notar en ellas una actitud agresiva, como enfadadas con la vida. Con las alumnas no eran precisamente sumisas. Hoy escuchaba sobre la diferencia entre el profesor y el maestro, el maestro es el que te enseña valores. Nunca tuve una maestra buena en el colegio. Recuerdo con horror, terror y pánico el colegio y pensaba …¿cómo es posible que mujeres estén haciendo esto a niñas, a futuras mujeres?,¿cómo nos dan este discurso del papel que debemos ocupar en la sociedad?
-El mecanismo de sumisión comenzaba con el rezó previo a las clases, y el cuartito de hora entregado a aprender “nuestras labores” (buenos modales, coser, como llevar la fada de larga). Mi madre me decía, “tú pregunta una y mil veces hasta que te enteres”, no entender provocaba en mí una respuesta rebelde o contestataria… y yo lo hacía, hasta que resulté chocante y una monja teresiana, Francisca Calles se destacó en el liderazgo de la humillación.
-Recuerdo un baile de fin de curso, mi madre ocupaba todo el tiempo en preparar la casa y las ropas del siguiente curso, así su ausencia lo era no por falta de ganas. En aquel baile en parejas, mi compañera Mercedes faltó y una de las profesoras “la señorita”, le dijo a esta “madre”, es preferible que Moti no baile, está sola, va a llamar la atención, ella me había preguntado previamente. Pero no, la monja me sacó a bailar y me sentí humillada. Lloré aunque nadie supo hasta ahora que lloré, con 8 años ya vas teniendo consciencia de cuando las circunstancias no deben mandar sobre ti, sin tu consentimiento. Mi primera consciencia de la desigualdad es justamente cuando observo que mujeres no protegen a otras mujeres, en una sociedad que es agresiva con las mujeres.
-¿Y ahora, el salto en el tiempo en estas actitudes en general de la sociedad con respecto a la igualdad o simplemente respeto al género cómo lo vives?
-Sigo viéndolo con igual lamento, pero ha cambiado, ya hay muchas mujeres que nos protegemos, muchas mujeres que nos consideramos hermanas, mujeres que no cuestionamos lo que otras mujeres hacen, pero sigue habiendo mucha masa social femenina que cuestiona lo que las mujeres hacen. Los hombres son los que inclinan la balanza, los hombres siguen manejando el mundo.
-Y muchas mujeres aceptan ese rol y se repite la cadena, entonces ¿Porqué aceptan ese rol, por miedo, inseguridad, comodidad, esa conducta no las lleva tal vez a una vida donde nunca serán protagonistas, y ocuparán ese lugar a la sombra de todo?
-Muchas aceptan ese rol por miedo. Romper la cadena no es fácil, tienes que enfrentarte a mucha gente, no es fácil salir del rebaño. Pero atentos, las mujeres no somos las principales responsables de nuestra discriminación, los principales responsables son los hombres, total y absolutamente. Porque si los hombres se cuestionaran que está pasando con nuestro género, porqué hombres someten a mujeres, porque hombres matan a mujeres, porqué hay países donde las mujeres no tienen ni un solo derecho, si lo que aquí ocurre es esto, siendo el Primer Mundo, qué ocurrirá en el Tercer Mundo.
-Algo está pasando con los hombres. La prueba de la distancia social al problema se puede sustanciar con un ejemplo que fue un comentario periodístico en su momento, “Cuando a la altura del tercer mes del año, se cuantificaban en 10 mujeres las asesinadas por su exparejas, y la periodista se preguntaba algo así como… cual sería la respuesta de la sociedad si en vez de ser mujeres hubiesen sido hombres, ¿Cuál sería la reacción, la respuesta?”.
-Vivimos con esa normalización de la violencia, con esa cesión del papel de la mujer, o esos comentarios soterrados, incluso bienintencionados que no hacen bien a las mujeres. El feminismo hay que aprenderlo, hay que mamarlo, tú tienes que estar dispuesto a escuchar todo y tratar de encontrar el giro que hace que todo esté desordenado. Cuando chica me decían la fiera, cuando en el mismo ámbito familiar, algún hermano hacia un chiste sin más maldad, pero con esa connotación desafortunada a la que estamos tan acostumbrados, protestaba o trataba de hacer ver lo fuera de lugar. He llorado de rabia en más de una ocasión.
-Tienes una visión clara y letal sobre las líneas que no están bien escritas, eso y te produce rabia, dolor y te enerva el espíritu para cuando tienes oportunidad, tratar de poner el punto donde no lo hay o no se sabe que está.
-También me marcó mi adolescencia entre los 13 y 14, cuando empiezas a tontear con los chicos. Yo no encontraba mi sitio, me aburría la actitud de mis amigas (esperar que el chico las mirase, que dieran el primer paso, cuando no las ignorase o que estos se hicieran los gallitos del corral, y ellas se lamentaban en ocasiones de ese trato).
-Mi tía Carmela, la sexta de los once hermanos de mi madre. Su padre murió demasiado pronto y fue mi tía la que se hizo cargo de la situación, renunció a una vida cómoda que le venía por parte de su familia, para cuidar de los hermanos, de todos. Moriría soltera. Y ella siempre me decía Moti estudia (cuando comencé a ser una mala estudiante en el instituto), sácate una carrera, nunca dependas de un hombre y si tienes hijos porque tú quieras tenerlo, en conversaciones a hurtadillas.
¿Y un tercer hito en este refrendo paulatino en el feminismo, en primera persona?
-Experiencias personales he tenido muchas, desde novietes celosos que pretendían que tu no salieses si no era con ellos si estaban fuera, hasta otras bastantes desagradables a nivel íntimo, cuando dices “para” y no para, momentos que te avergüenzan como mujer y que no puedes compartir ni con tus amigas.
-Pero hubo una persona que me enseño muchísimo y que de pronto me hizo preguntarme abiertamente ¿Qué está pasando?, en aquel momento yo no trabajaba aún en Violencia de Género, lo hacía en un Centro de Transeúntes de Jaén (un sitio donde podían estar entre 3 y 5 días, al ser como su nombre indica, lugar de paso, por lo que algunos o muchos cumplían el periodo y esperaban otro para poder estar de nuevo) así que iniciaban un periplo entre provincias en centros semejantes.
-Entonces conocí a Encarnación, una transeúnte de 81 años, que vivía en la calle, que aprendió cómo funcionaba el sistema con lo que estaba, se ausentaba y volvía a la vuelta de un par de meses. Un día al cabo del tiempo, esa periodicidad fue mayor de lo habitual, y cuando de nuevo regresó le pregunté ¿Qué había pasado?, y me contó un pasaje de su supervivencia que casi le hace perder la vida, confundida en un tren, en mitad de una granizada (no olvidemos la edad de Encarna).
-Y como teníamos algunos conciertos con residencias, le propuse una solución para evitar este trasiego sin fin de centro en centro con esa edad y con los mínimos recursos, y ella me dijo algo que me desconcertó… Moti te queda muchísimo por aprender, porque yo no he vivido toda mi vida en la calle entre cartones. Estuvo casada, tuvo 3 hijas y con 47 decidió que no podía seguir viviendo aquella vida y no volvió. Entendí que a esta mujer algo terrible tuvo que sucederle para dejarlo todo de aquella manera. Me decía tú ves que estos que vienen aquí están mal, pues las mujeres en las mismas circunstancias estamos aún peor.
-Las mujeres siempre estamos peor que los hombres en cualquier lugar que estemos. Una mujer pobre está peor que un hombre pobre, y una mujer que vive en la calle está peor que un hombre que vive en la calle, porque a una mujer que vive en la calle se le puede hacer daño incluso muerta, lo único que quiero es que cuando me llegue la muerte, venga tranquila, y entendí que hay una doble, triple, cuádruple discriminación para las mujeres, así no es lo mismo una mujer blanca de clase media con trabajo, que una negra que viva en la periferia, sin trabajo. Entendí que el feminismo tenía que ampliar las miras y no solo contemplar los logros administrativos si no aspirar a equilibrar la balanza, no solo igualdad también equidad.
-Lo cierto es que el concepto feminismo y todo lo que conlleva, es un recién venido, está en pañales, obviamente ha logrado cambios notables, ha superado etapas cuya discriminación rozarían el calificativo de penal, pero aun así, hay que seguir explicando las bases y si se produce el debate significa que es un asunto aún con desarraigo y por tanto, cuesta avanzar y es muy lento el proceso, los hombres estamos aún distantes de percibir la profundidad de este asunto.
-Lo cansado Adolfo es eso, llegas a terminar cansada de explicar qué es la violencia de género, estoy cansada de explicar que el machismo existe.
¿Y porqué a los receptores no les calan del todo o sensibilizan esas explicaciones?
-Es cierto que hay que estar explicando constantemente esto, pero reconozco que hay personas permeables al mensaje. He dado muchos talleres sobre Feminismo, Violencia de Género, Igualdad, y cuando alguien se manifestaba cerrado y decía “no me vas a convencer”, le decía, no te convenzo a ti, da igual. Lo mismo ocurría cuando trabajé en la Casa de Acogida para Mujeres Víctimas de Violencia de Género, si yo hubiese pretendido sacar a todas aquellas mujeres de aquella espiral, hubiese fracasado igualmente, porque muchas vuelven con sus exparejas por ese mismo ciclo cruel de la Violencia de Género, otras claro salían de aquella aspiración. No se puede dar ese esfuerzo por perdido, el mensaje va calando poco a poco.
-El anti discurso está muy mimetizado en la sociedad, no es fácil salir y muchas veces es difícil hasta percibir que estas siendo víctima sin ser consciente.
-El feminismo debe hacerse extensivo a todos los movimientos colectivos en los que haya una discriminación por género, así los colectivos de Lesbianas, Trans, Gais, y tantos otros. Es una discriminación sustentada en el machismo. ¿Por qué se le da una paliza a una chica trans? Porque se ha salido del rebaño, porque ha reivindicado su identidad, porque ha reivindicado otra forma de actuar y de ser.
-Por eso a mí me enerva que parte del movimiento feminista ponga en cuestión, que una chica trans sea mujer por no nacer con vulva. Si a estas alturas de la película tenemos que hablar del sexo biológico no del sexo social, que es el de género, es que no hemos aprendido nada, pero hay que poner en valor que parte de la población si está siendo permeable, pero queda muchísimo camino que recorrer.
-Actualmente tu trabajo no te pone en comunicación directa con estos colectivos, ¿Cómo incorporas toda esta pasión y conocimiento en valor?
-Cierto, no desarrollo un trabajo de atención al público, de atención a mujeres, pero creo que hago un trabajo muy interesante en la Diputación, (donde trabajo desde el 1991, con un paréntesis de 5 años en los que estuve en la Subdelegación del Gobierno en la Unidad de Violencia de Género) tanto implantando medidas de Igualdad en la propia organización como llevando a cabo mi trabajo de Asesora Confidencial para el Protocolo por Acosos Sexual y Acoso o Violencia por Razón de Sexo, sin distinción de sexos obviamente, algo extendido a todo el personal empleado de la Diputación. Incluso por la propia naturaleza del fin puedo asesorar a algún municipio que pretenda implantar el Protocolo.
-¿Y tras 30 años de trabajo, cual ha sido la evolución?
-La evolución se ha dado. Es tan brutal que cuando empezamos con esto, no había ley que protegiese a la mujer, no había medidas cautelares de urgencia, la misma guardia civil nos llamaba para que sacáramos a mujeres de domicilios donde sufrían violencia machista, porque entonces la violencia de género se entendía como Maltrato Doméstico, y mientras no existiera una lesión no se podía intervenir.
-Actualmente la situación es radicalmente distinta en muchos aspectos, por supuesto en aquel entonces resultaba impensable que una administración tuviese un protocolo como el que actualmente tenemos. Pero queda tanto recorrido como entender que la cuestión de género es todo aquello que este sustentado en el machismo y en la aceptación sin más discurso de que todo lo que sustenta al hombre es lo único valido o que tiene la prevalencia.
-Cuando alguien hace un chiste machista, o homófobo o un comentario ligero sobre su vestimenta, o su pluma… yo no guardo silencio. Si todos nos pusiéramos de pie la tierra temblaría. La inacción es una acción.
-Elige las tres palabras más hermosas que en este momento de tu vida te resuenen más.
-Para mí, una palabra hermosísima es Bondad. Pero entendida sin caridad, la bondad cultivada en ese sentido de saber escuchar, ofrecerte a ayudar. Ser bondadoso ayudaría mucho a hacer de este un espacio más amable para todos. No entiendo un mundo sin Ternura, sin afecto, sin tocar, sin abrazar. No entiendo cuando la gente no demuestra los afectos. En general los hombres os habéis perdido el mundo de la ternura, de las emociones, de demostrar los sentimientos. El hombre se asusta de su propia ternura. Hay que ser tiernos, hay que vivir las emociones abiertamente. Y la tercera sin duda, la que más me identifica es Rebeldía. No podemos conformamos con lo establecido, el que nos digan “este es el camino”, no significa que sea el camino.
-¿Crees que vivimos un momento en el que estamos retrocediendo, regresando a viejos estereotipos, aquellos valores de los 70 y 80 dónde fueron?
-Hay que sacar la bandera de la rebeldía, tenemos que reivindicar nuestro papel de personas contestatarias y de no aceptar la norma sin actualización. Paco Ibáñez ya cantaba aquello “…no a la gente no le gusta que uno tenga su propia fe”. Aquellos valores fueron depositados en una sociedad acomodada, una sociedad en la que lo material es lo que tiene valor y a no dar valor a lo que realmente se tiene, se nos ha olvidado mirar a los lados, mirar de dónde venimos y valorar que lo que disfrutamos no fue sin coste.
-Cambiamos, sé que te gusta mucho la música, que te gusta cantar, que te gusta la poesía escondida en los versos de las canciones… elige una que sea bandera para ti.
-Esta canción me emociona cada vez que la escucho, y recomiendo que la gente la escuche, es un tema de Neil Young que es uno de mis cantantes favoritos, es Heart of Gold (Corazón de oro) (https://youtu.be/GLodbiQvtow) y la letra viene a decir algo así como ..soy un minero buscando un corazón de oro.
-Hay un libro que está cociéndose, ‘Capitana de mi navío’, que es un reflejo de tus últimos años, de tu modo de vivir, de cómo entiendes la vida, es también una especie de portavocía que se extiende más allá de tu huella personal.
-Sí, porque, además, hay que pensar en la otra persona, la que está enfrente. Yo no puedo reprocharle a una mujer de una aldea de Huelva, que haya sufrido violencia de Género, que no haya salido de esa situación. Ha sobrevivido y ya es bastante, hay que ser empáticos, poniéndote en el lugar del otro, siendo el otro, acercarte lo más posible y ser portavoz del silencio es una labor que nos dignifica.
-Ese libro que yo gesto resumen muchas de esas cosas. He escrito desde siempre. No he publicado por un pudor mal entendido. Se construye en un momento vital de mi vida que es cuando me divorcio y conozco la pena más profunda. No estuve más triste en mi vida, algo que solo ocurre cuando se te rompe el corazón. Entonces ese ponerte en el lugar del otro, en esos corazones rotos que andan por ahí. La escritura me ha ayudado mucho, a salvar situaciones. Como tú sabes, los artistas conocen bien ese submundo de silencio y reflexión.
-A pesar de este despliegue de claridad y contundencia, de esta capacidad intelectual, de la empatía, de la rebeldía que te acompaña, a pesar de todo esto, ¿Qué le falta a Moti para ser plenamente feliz?
-Me da un poco de miedo lamentarme de que me falta algo. Me falta para ser feliz no dar tanta importancia a cosas que no tienen importancia. Aprendí hace tiempo que cuando alguien me hace daño o no me aporta, lo aparto. Eso duele, duele romper una amistad, pero hay cosas que no hay que aceptar. Tengo mucha gente que me quiere y me siento muy afortunada, y por eso debo aprender a que las cosas que no lo son, no ocupen ningún lugar más que el que les corresponde.
-Tengo que aprender a dejar de rumiar determinadas cosas que no son importantes, aliviar ese ruido de fondo, esas cuestiones que no están bajo tu control, te sacan del camino y hay que vivir el viaje en primera persona, hay que dejarse llevar y apartar las cosas prescindibles, en esto estoy evolucionando.
-¿Y el Tiempo que es para ti?
-Miro con absoluta felicidad la vida que he vivido, toda. Vivo el tiempo con absoluta felicidad, pero con absoluto pánico. Me da miedo perderme la vida. Hoy puede ser mi último día y no quiero dejar cosas por hacer. A pesar de lo sensata que soy, quiero que la vida siga sorprendiéndome, quiero vivir, salir, estar con mis amigos, disfrutar de la noche, de cuantas sorpresas me tiene la vida reservadas, porque ésta da zarpazos y puede sobrevenir en cualquier momento.
-Quiero que la vida me salpique, me sorprenda, por eso hay que alejar de ti lo que no te aporta, en eso soy más sensata. Tengo muy claro los límites que tengo con los demás. Y la persona que este conmigo, amigo, confidente, amante, tendrá que darme como mínimo el mismo valor que yo me doy.
-Y fuimos a por el segundo tequila para brindar el cierre de esta intensa y vital conversación en territorio amigo, con una tierna y admirable amiga.
10 comentarios en «Moti: «Tenemos que sacar la bandera de la rebeldía»»
Moti, es esa amable rebeldía que te encuentras y no apetece alejarse de ella. Y es además comprometida, culta, preciosa en todo y muy necesaria.
Gracias, Moti. Mi abrazo.
Gracias, Adolfo, por sacarla a La Luz.
Gracias, querido Ramón. Tus palabras son un empuje.
Me hubiese gustado saber, si después de haber nacido y vivido en un entorno familiar, con ocho hermanos más, de los que creo que siete eran hombres, sufrió ese machismo al que se refiere con tanta crudeza. Pues por sus palabras, deduzco que ese machismo del que tanto habla, en su familia no existía.
Gracias por leer el artículo que refleja esa entrevista a mi persona. Por aclarar, somos 10, 8 hermanos y 2 hermanas. Respondiendo a tu duda, sí, en mi familia se vivía ese machismo naturalizado y aceptado, como en la gran mayoría de familias y en la sociedad en su conjunto.
No he podido evitar emocionarme con esta entrevista en la que se revela la historia de mi madre. Siempre la he observado con admiración por su rebeldía y por sus palabras, siempre he agradecido que me amamantase con feminismo en lugar de leche.
Gracias por cambiar la vida de tantas personas. Te quiero mamá.
Eres muy grande. Mucho. Siempre consigues emocionarme. Usa ese feminismo que has mamado para luchar contra toda injusticia. La rebeldía es un comportamiento imprescindible. Despliega tus alas…siempre.
Siempre has enseñado a todos los sobrinos. Por algo eres la tita preferida.
Siempre aprendo de ti. Te quiero hermana
Y yo a ti más. Siempre.
Magistral y maravillosa una vez más..me he visto reflejada en cada renglón manifestado..en lo personal y profesional..desde ese feminismo que surge de la lógica aplicada y del sentido común..sin ser consciente ni conocer la palabra ni el concepto Feminismo…y posteriormente en el plano profesional percatarnos y ser conscientes de los distintos tipos de supervivencia sin juzgar ni estereotipar.
Siempre te recordaré cuando te conocí..Todo en tí era contundencia, Fuerza y Energía hasta la saciedad..También tu Voz, tu pelo, tus ojos ..Toda TÚ eras contundencia y fuerza arrolladora. Orgullosa de habernos encontrado en el camino.
Chapó Moti, siempre tuvistes y tendrás mi admiración .
Y después de un comentario como éste…¿qué mas se puede decir? Gracias, queridísima Mery, por tus palabras. Eres muy grande. Yo también estoy orgullosa de que la vida nos haya puesto a ambas en el mismo camino.